"La inteligencia artificial también puede poner en peligro muchos puestos de trabajo"
Entrevista | Eduardo Ruiz Vegas, presidente del colegio oficial de Graduados Sociales de Málaga y Melilla.
10 febrero, 2023 05:00Noticias relacionadas
El Consejo General de Graduados Sociales celebra en Málaga este viernes su asamblea nacional, en la que distintos profesionales del sector reflexionarán sobre los temas que afectan de manera directa al gremio. ¿Qué hay de la conciliación familiar y el teletrabajo? ¿Cómo se puede incorporar la inteligencia artificial al día a día? ¿Qué pasa con aquellos ciudadanos que no pueden relacionarse con la administración por culpa de la brecha digital?
Sobre estas cuestiones habla Eduardo Ruiz Vegas, presidente del colegio oficial de Graduados Sociales de Málaga y Melilla, en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga: "Los trabajadores van a tener miedo de que sus trabajos se automaticen y las empresas puedan prescindir de ellos", sostiene.
¿Qué supone la celebración de esta asamblea para Málaga y para el sector?
Málaga se encuentra actualmente en el punto de mira, lo que supone un valor añadido más para poder aportar y resaltar el papel de la ciudad a nivel nacional como referencia. El hecho de que se haga una asamblea en la capital, con una temática tan actual y compleja como la laboral, seguridad social y la evolución de los recursos humanos, es una prueba de cómo están cambiando las cosas. Especialmente después de la pandemia. Todos estos aspectos son muy variados y están constantemente en los medios de comunicación. Como profesionales, tenemos mucho trabajo debido a la acumulación de normativas. Creo que el hecho de que se enfoque en Málaga para abordar estos asuntos aumenta la relevancia de la ciudad y empuja a que tenga un mayor peso.
¿Ha sido la pandemia la causante de ese cambio o era un proceso que ya estaba en marcha?
El cambio en la forma de trabajar ha sido muy rápido y vertiginoso, afectando a nuestra relación la administración pública, que también ha sufrido una transformación importante. Se nota en la atención al público por parte de los profesionales: prácticamente ya todo se ha pasado a lo telemático. Se ha acelerado por la pandemia, pero era una cuestión que estaba presente. Prueba de ello es que muchas reformas normativas evidenciaban que la relación entre las instituciones y los ciudadanos iban a acabar incorporándose al mundo telemático. La crisis de la Covid-19 trajo los componentes de obligatoriedad y cierta necesidad imperiosa, aumentando el ritmo. Este cambio en la velocidad ha generado una falta de encaje: no todo el mundo está preparado.
La famosa brecha digital
Claro. Se está notando de una manera tremenda. Se ha alargado hasta el punto de que ya no hay marcha atrás. Cada vez se hace más ancha, sufriéndola aquellos que no se pueden sumar a la digitalización y que por tanto tienen menos acceso a los servicios. En los despachos de graduados sociales estamos dando una cobertura tremenda a este tema. Hemos notado un incremento en el número de personas que recurren a nuestro trabajo porque lo consideran una ventana hacia la administración pública. Los profesionales intentamos gestionar estas labores tan complejas, que en ocasiones también lo son para nosotros mismos.
Se está produciendo una crisis de distanciamiento entre ambos (administrado y administración). Nuestra posición natural es la de bisagra, pero desde la pandemia nuestro papel de intermediación, de unión, de canalización, se ha acentuado.
Estamos hablando de un sector que, según los datos que manejan, gestiona el 80% de las pymes y que además actúa en el 60% de los procesos judiciales laborales en España. Es decir, que es capaz de paralizar el país si opta por movilizarse para reclamar esas demandas.
Claro, lo que pasa es que precisamente los que nos dedicamos a este sector tan social somos muy responsables. Tenemos muy claro que debemos prestar un buen servicio al ciudadano en cuestiones tan vitales como que una persona pueda cobrar una prestación, que una familia pueda ingresar el salario, el ingreso mínimo, la pensión, mantener una relación adecuada con la empresa o que haya armonía dentro de la plantilla. Son tantos factores que este colectivo realmente nunca se plantea ninguna medida de presión. Por nuestra responsabilidad, sabemos que eso haría un daño y no estamos dispuestos a que nadie tenga que sufrirlo.
Esta asamblea constata la necesidad que tiene el sector de repensar y refundar en cierta medida su propia actividad. ¿Cuáles son los retos concretos a los que se enfrentan?
Hay factores que son determinantes. La avalancha de normativas que se produjo con la Covid, para poder solucionar tantísimo problemas que surgieron de pronto, no cesa. Es tan cambiante, a veces contradictoria, que va creando una aglomeración de dificultad y complejidad. A eso hay que sumar la falta de recursos de la administración, que no tiene posibilidad de llegar a más servicios presenciales. Estamos viendo a personal quejándose, como pueden ser los secretarios judiciales ahora letrados de la Administración de Justicia, que mantienen una huelga actualmente. No hay un suficiente aumento de los medios.
Somos un colectivo que está perfectamente acostumbrado a trabajar de manera telemática; desde 1996 llevamos haciendo uso del sistema Red de la Seguridad Social. Pero eso es una cosa y otra lo que comentaba antes, que de golpe nos habíamos plantado en una virtualidad de casi el 100%. Esto es un problema, porque hay muchos asuntos que requieren de un trato entre personas. Vemos que a veces no podemos hacer nuestra función de una manera satisfactoria por estos impedimentos.
¿Qué pedimos? Mayores medios de la administración pública para que puedan trabajar de manera más tranquila. Eso implicaría una mejor relación con los servicios, mejor atención personal... Conseguiríamos más agilidad en los procedimientos; todo sería más eficaz.
Otro de los temas que van a tratar es la relación entre el teletrabajo y la desconexión digital. ¿Cómo se consigue?
El secreto es, precisamente, que no hay secreto. Se trata de buscar un orden en esta nueva forma de trabajar. Esta evolución no es natural, sino muy forzada. Nos falta cultura en este tema, especialmente en aspectos como el rendimiento fuera de la oficina. No podemos perder de vista que la producción hay que conjugarla con la conciliación familiar, la desconexión… Todo ello necesita un encaje que requiere tiempo.
Antes de la pandemia, el teletrabajo parecía algo exótico que generaba dudas. Ahora, todo el mundo lo da ya por bueno, pero no podemos olvidar los objetivos porque se puede acabar convirtiendo en adversidad. Nos toca entenderlo de la mejor manera posible para trasladarlo a las empresas y los trabajadores. Tenemos por delante una labor divulgativa y casi pedagógica en la que hay que estar presentes.
¿Será la jornada laboral de cuatro días lo siguiente que veamos?
Es una cuestión que también parece algo exótica. Está por verse, sobre todo porque todavía no hemos asentado el paso previo (teletrabajo) y ya queremos dar uno más, diría que casi en falso. Primero, vamos a ver si podemos laborar desde casa y, a partir de ahí, ver si podemos hacerlo con mayor productividad. Creo que todo el mundo votaría a favor de una semana de cuatro días; incluso creo que si la empresa mantuviera sus objetivos dentro de los parámetros establecidos, no habría problema.
Por mi experiencia, veo que vamos a una velocidad un poco rápida; no tenemos todavía una matriz, un paso bien posicionado. Cuando queremos dar el siguiente, corren peligro los anteriores porque no se han asentado.
Otro tema que van a tratar es la inteligencia artificial. ¿Qué posibilidades hay de incorporarla a su día a día?
Ya se va incorporando poco a poco. Hay muchos sistemas de plataformas que utilizamos a diario y que recurren a la IA. Tiene que ver con la automatización de los procesos. Estas plataformas van aprendiendo de nuestro trabajo diario con el objetivo de facilitar las tareas. Creo que de aquí a poco años va a dar un salto tremendo y espero que en positivo porque la inteligencia artificial también puede poner en peligro muchos puestos de trabajo. Todo lo que sea susceptible de automatizarse se acabará implantando, pero eso requiere una adaptación de los trabajadores al nuevo panorama. Que no se vea desplazado y abocado al desempleo porque haya un procedimiento que lo ha dejado sin ocupación.
El gran reto es cómo combinar las funciones de una máquina con las personas para que puedan convivir, porque si no esto va a ser al final. Los trabajadores van a tener miedo de que sus puestos se automaticen y las empresas puedan prescindir de ellos. Yo creo que ese el gran reto. Esa focalización en la programación hace ir a una velocidad que no es acorde con la convivencia a la que me refería. ¿Nos estamos preparando para coexistir con la inteligencia artificial? Igual no. Si nos sigue costando trabajo dominar un móvil, porque nos domina a nosotros...
El dilema de las empresas de reenfocar los esfuerzos hacia nuevas técnicas que permitan facilitar el trabajo.
Ese debe ser también otro gran desafío ¿Hasta dónde se van a deshumanizar las relaciones laborales por este tema?