El sector inmobiliario es uno de los que atrae a un mayor número de inversores nacionales e internacionales a Málaga. Y no lo hacen por amor al arte sino porque le salen los números, con destacadas rentabilidades que, en cualquier segmento, superan al 3,3% que da ahora un bono a 10 años. 

El portal inmobiliario Idealista publica cada trimestre los índices de rentabilidad bruta de todas las capitales de provincia de España, es decir, como es de rentable comprar una vivienda, una oficina, un local comercial o una plaza de garaje y ponerla posteriormente en alquiler. 

En el caso de Málaga capital, lo más rentable desde el punto de vista económico es el local comercial, pues arroja una rentabilidad media del 8,8%. Hay una fiebre por abrir establecimientos, especialmente relacionados con la hostelería y en la zona centro aunque se está expandiendo también por los barrios. Y si la demanda sube, el precio también, lo que beneficia a los dueños, aunque también tendrá que pagar más para adquirirlos. 

En el caso de las oficinas pasa algo similar. La rentabilidad en el segundo trimestre del año en Málaga capital era del 6,6%. Numerosas empresas se quieren instalar en la ciudad y no hay oficinas habilitadas para todas, encareciendo el coste. 

La inversión más habitual suele ser la de la vivienda y su rentabilidad está en el 5,9%. La proliferación de viviendas turísticas es una realidad y está provocando que la oferta para alquiler de larga temporada descienda, de forma que el precio está en máximos históricos. 

La opción menos rentable está siendo la de los garajes. Comprar uno y alquilarlo le está dando un rédito al inversor del 4,7% en Málaga capital. 

Son rentabilidades más que aceptables para un inversor y, sin embargo, están por debajo de la media española, que asciende al 7,1% en la vivienda, el 12,8% en las oficinas, el 9,7% en los locales comerciales y al 7,2% en los garajes. Eso se debe a que el precio de adquisición para el inversor también es muy alto y, por lo tanto, es más difícil sacarle rentabilidad. Si un piso, por ejemplo, cuesta 300.000 euros, el inversor tiene que pagar esa cantidad, acondicionar la vivienda y pedir un alquiler que los clientes puedan pagar, por lo que el margen se reduce. 

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