Rocío García es una de las personas más conocidas de Málaga en el ámbito empresarial. Empezó muy joven siendo gerente en la Asociación de Jóvenes Empresarios de Málaga y durante 15 años ayudó a impulsar una asociación que sigue siendo una de las más importantes de España. Posteriormente trabajó en M-Capital y luego creó su propia empresa. Es también la presidenta de la Asociación de Mujeres Profesionales y Empresarias de Málaga (Amupema).
Es una creadora nata. Por su cabeza han pasado centenares de proyectos que se han ejecutado en la capital o en otros puntos de la región andaluza. De hecho, fue una de las impulsoras en Málaga de los famosos networking, cuya oferta considera ahora excesiva. Quien la conoce sabe que es un torrente comunicativo, que habla mucho y bien y, será la edad, cada vez se calla menos cosas. En EL ESPAÑOL de Málaga le hemos hecho esta entrevista para nuestra sección A título personal en la que dice todo lo que piensa.
¿Cuándo decidió ser empresaria?
Yo soy licenciada en Derecho en un momento en el que el gurú al que todos mirábamos era un tal Mario Conde, que luego fue defenestrado. Todos creíamos que íbamos a ser grandes profesionales con mucho personal a nuestro cargo. Y después, cuando terminas la carrera, finalizando la crisis de los 90, vemos que en Málaga hay más licenciados en Derecho que en toda Europa. Esa visión inicial de lo que iba a ser profesionalmente se diluyó. Enseguida empecé en la Asociación de Jóvenes Empresarios de Málaga. Llegué un verano para organizar los primeros cursos de formación bonificada y me quedé 15 años. Y en esos 15 años siempre tuve mi proyecto de empresa en un cajón. Casi lo hice realidad en algunos momentos, pero por distintas circunstancias como las obligaciones de ser gerente de AJE Málaga y Andalucía, ser madre o un suceso horroroso como fue la muerte del entonces presidente de AJE Málaga Fernando de León en 2006 lo fue retrasando. En 2010 iba a ser el momento, pero me llegó una oferta de M-Capital para ser directora general del área de consultoría.
En M-Capital di el salto a una empresa formada por entidades financieras y empresas de construcción y empecé a ver y a conocer otros proyectos, como yo digo, del mundo de los mayores, porque yo venía del mundo del emprendimiento, de micropymes y de ese tejido productivo joven de Málaga, a irme a consejos de administración y al mundo de las grandes empresas malagueñas
¿Cómo vivió ese cambio?
Fue curioso. Fue descubrir lo que realmente quería hacer. Quería ser libre y empresaria. Era además un momento complicado porque era la crisis del ladrillo y del mundo financiero, por lo que había que cerrar líneas de negocio, despedir personal... Esas cosas te acaban convirtiendo en directivo porque tienes una gran responsabilidad. Era una gestión emocional propia y de tu equipo. No era fácil sentarte con personas que podían llevar 20 años trabajando en una empresa y decirles que había que despedirlos. Eso te lo llevas a casa. Había también gente que al decirles que íbamos a cambiar líneas de negocio nos respondían que no les habían contratado para eso y que los despidieras. Fue un análisis de recursos humanos a lo bestia en momentos de tensión económica que me hizo a aprender mucho.
Y volvemos a la pregunta inicial, el momento en el que decide crear su propia empresa.
Sí, era finales de 2013 y llegó ese momento en el que te levantas por la mañana y piensas, me tengo que ir al notario a montar mi propia empresa. Quería poner en marcha mi proyecto y no llevarme a la cama los problemas de otra empresa que no era la mía. Negocié mi salida de M-Capital y monté una sociedad limitada unipersonal. La empresa es mía y creo equipos por proyectos. Así llevo 11 años con RGD Factoría de Proyectos.
"Quería poner en marcha mi proyecto empresarial y no llevarme a la cama los problemas de otra empresa que no era la mía"
Organizar eventos en plena crisis no debió ser fácil. Las empresas no estaban pensando en eso.
Totalmente. Pero hago cosas en las que creo, me encanta esa motivación y eso compensa el esfuerzo. Si la idea es buena siempre acabas encontrando al patrocinador. No me muevo mal en tiempos de crisis porque creo proyectos en función de las necesidades que veo. Te cuesta un poco más encontrar la financiación, pero se acaba encontrando. Trabajo además mucho con las administraciones públicas.
Usted fue una de las precursoras en Málaga de los eventos networking, que ahora se han reproducido como setas.
Sí, ahora hay una oferta de networking excesiva desde mi punto de vista. Todo el mundo lo hace. En 2013 crear redes para que la gente hiciera negocio en un momento en el que hacía falta porque estábamos en plena crisis y la gente no sabía cómo vender fue importante y me especialicé en eso. Hicimos con el IMFE networking en cada distrito, en sitios donde normalmente no se hacían eventos empresariales. Hicimos 55 eventos en cinco años. Dábamos oportunidades al pequeño tejido productivo, que muchas veces se olvida. Al joyero de barrio, a la que tiene una clínica estética o al que vende seguros… Esas personas no están en el discurso de la ciudad. Se habla mucho del sector tecnológico, el turismo o la construcción, pero el tejido productivo real, el de los autónomos y micropymes, es algo que se da por hecho y es al que más hay que cuidar porque es el más atomizado, el más pequeño y el que menos recursos de comunicación para darse a conocer tiene.
Es presidenta de Amupema. ¿Hay ahora más mujeres empresarias que antes en Málaga?
Sí, hay mucha autónoma nueva. Estamos teniendo la generación COVID. A muchas mujeres les ha pasado lo mismo que a mí, que tenían un proyecto empresarial guardado en un cajón y no veían el momento de hacerlo. Y tras el confinamiento pensaron ahora o nunca. En Amupema vemos además una nueva generación de empresarias recién nacidas, de 40 o 50 años, personas que ya han trabajado por cuenta ajena, cuyos hijos son algo más mayores y que quiere probar. También ayuda la tarifa plana de autónomo porque puedes darte de alta con condiciones muy preferentes los dos primeros años.
¿Le está yendo bien a estas nuevas empresarias?
Sí, sí, muchas siguen ahí. De hecho, nosotras en el Premio Empresaria del Año hemos añadido un accésit a emprendimiento de hasta tres años para premiar precisamente a esas empresarias de la generación COVID.
"Estamos teniendo la generación COVID de mujeres emprendedoras. Muchas que tenían un proyecto empresarial guardado en un cajón y no veían el momento de hacerlo. Y tras el confinamiento pensaron ahora o nunca"
Al margen de las autónomas, ¿qué se necesita para que haya más mujeres directivas o propietarias de grandes empresas?
Esa escasez sigue pasando. Sigo asistiendo a eventos empresariales y hay un 20-25% de mujeres y en algunos eventos hemos estado incluso un 10-15% de mujeres. Es curioso porque cuando en Amupema organizamos eventos los hombres me preguntan si pueden venir y les digo que lógicamente sí. No hacemos eventos exclusivos para mujeres. Hay muy pocas mujeres que dirijan empresas más grandes por volumen o sean directivas. Y ahí podemos empezar a hablar ya de la famosa frase que no existe, como la conciliación y la corresponsabilidad. Las mujeres tenemos un problema de prioridades cuando hay que dar un paso adelante. Si tú tienes que sacrificar vida personal o vida familiar para ir a eventos empresariales a las 20:00 de la noche, somos nosotras las que nos quedamos en casa en la mayoría de los casos. Y si eso conlleva que vas a estar menos visible para que te elijan como directiva, pues ya estás perdiendo puntos ahí.
En mi caso, por ejemplo, trabajo por toda Andalucía pero no hago crecer más mi empresa porque siempre pienso en esa responsabilidad familiar, en mi hija adolescente. Ese hándicap lo seguimos teniendo interiorizado, bien por esa educación ancestral que tenemos o que priorizamos otras cosas y sigue habiendo menos mujeres. Vas a muchos actos institucionales y en su mayoría es una foto de trajes oscuros. Llevo 25 años en este mundo social e institucional y las grandes fotos empresariales e institucionales siguen siendo en una abrumadora mayoría de hombres. Pero creo que, por una parte, es un problema nuestro al decir no voy a dar más pasos adelante. Es una autocrítica que nos tenemos que hacer nosotras.
¿Os frenáis a vosotras mismas?
Sí, totalmente. Yo lo estuve haciendo meses. Por ejemplo, yo era vicepresidenta en la directiva de Amupema cuando estaba de presidenta Macarena Regueira. Cuando Macarena tuvo que dejar el puesto por los estatutos y hubo elecciones me preguntaron si me presentaba y estuve meses diciendo que no por mi hija, mi empresa, la casa, dar la cara, ese tema del pudor a aparecer en la fotografía en primera línea… Siempre he sido directiva pero había un presidente o director general hombre que daba la cara por delante mía, aunque yo creara los proyectos o escribiera los discursos. Ahora no. Tanto los discursos como la foto es mía, pero tenía el síndrome de la impostora que me frenaba. Nos pasa mucho que nos autofrenemos. Y, por otra parte, la carga que tienen las mujeres en la sociedad es real. Por eso hay mucha emprendedora joven que se pierde cuando tiene 30 ó 35 años y son madres. La de contratos parciales los tienen las mujeres. El 92% de las reducciones de jornadas en las empresas las piden las mujeres. Entonces, si pides reducción de jornada o trabajas con un contrato parcial ¿cómo vas a ser la directora de una empresa o cómo te van a elegir para un consejo de administración?
Ahora se está obligando a que haya igualdad de género en los consejos de administración. ¿Cómo ve ese paso?
Siempre he dicho que no soy muy de cuotas, pero no hay otra manera para realmente compensar socialmente lo que somos. ¿Quién se queda preñada, quién da a luz, quién tiene que ser mamá lactante? Si queremos que siga habiendo sociedad nos tienen que cuidar a las mujeres durante esa época. Y eso por no hablar de la época de la menopausia, en la que estoy entrando, en la que nuestras hormonas nos dan muchos problemas.
¿Qué le diría la Rocío García actual a la Rocío García de hace 25 años?
Que montara la empresa mucho antes, que diera el salto, que se dejara de esos miedos y de esos “ya lo haré cuando ponga todo en orden”. Que esa semilla emprendedora que tenía a los 30 no esperara a brotar a los 40. Son años que he perdido de trabajar para mí, que todo el esfuerzo y la creatividad, cuando diera resultados, fuera mía y no para otras marcas. Estoy muy orgullosa de los 15 años en AJE y la experiencia en M-Capital, pero si tuviera que decirle algo a mi yo del pasado sería eso: “Cree en ti, da el paso y sé independiente para realmente producir para ti y ser libre”. Me defino como mujer, mamá y empresaria.
Habla de libertad por ser empresaria, pero tener una empresa es darle vueltas a la cabeza todo el día. Es casi más una cadena.
Por supuesto. El otro día estaba haciendo un proyecto en el sofá a las 11 de la noche. Pero es libertad en la medida en que tú diseñas tu destino, que tú vas eligiendo el cómo y el cuándo, por supuesto, teniendo en cuenta a tus clientes. El día tiene muchas horas y puedes hacer muchas cosas a tu manera. Me compensa ser empresaria y eso que pagamos muchos impuestos. El sistema impositivo para las pequeñas empresas es totalmente desagradable.
¿Os crujen?
Totalmente. Trabajamos para la sociedad y estamos muy orgullosas de aportar en impuestos, pero pagar más que Amazon en España duele.
Si pides reducción de jornada o trabajas con un contrato parcial ¿cómo vas a ser la directora de una empresa o cómo te van a elegir para un consejo de administración?
¿En qué momento ve a Málaga?
Málaga ahora mismo somos la caña, la bomba, todos los calificativos positivos que pueda haber, pero tenemos que tener mucho cuidado. No podemos dejarnos llevar por una euforia económica porque tengamos aquí a empresas como Google. Google tiene su actividad y sus trabajadores, pero son ellos. El resto de empresas reales malagueñas tenemos que saber aprovechar el momento, saber dar servicios a todo el tejido productivo en el que estamos inmersos y que no se nos vaya de las manos esta oportunidad. Que los de aquí aprovechemos realmente todas esas oportunidades y que veamos que puede ser un gran momento para posicionarnos y seguir creciendo todos juntos. Que no solo crezcan unos cuantos y los demás nos quedemos atrás. Pero la situación de bonanza económica y el optimismo económico es innegable. Todo tiene pros y contras. El tema de la vivienda que se dice tanto, de la movilidad. Pero objetivamente es un buen momento.
Son los problemas derivados de crecer tanto.
Exactamente. Son inherentes. Hablando con responsables de empresas extranjeras nos dicen que la gente que viene de fuera y que quiere trabajar aquí no tiene ningún problema en vivir en pueblos de alrededor, porque a lo mejor la vivienda en Málaga capital no está tan asequible. Ellos y ellas vienen de ciudades en las que tardan dos horas en llegar a su puesto de trabajo y si ellos tardan media hora para ir a Málaga no es ningún problema. El problema lo tenemos los malagueños que estamos acostumbrados a vivir en la calle de al lado del trabajo.
Y queremos aparcar en la puerta.
Sí e ir andando al trabajo. Los que vienen de fuera están encantados con venir a Málaga a vivir, con este tiempo, con nuestra vida social y con todas las oportunidades que ofrece Málaga. Todos debemos tener una visión de Málaga como área metropolitana, que no es solo la capital sino que puede llegar a Pizarra, Vélez o Casabermeja. Málaga tiene muchas cosas que ofrecer diferentes a la calle Larios.
Si pudiera pedir solo un proyecto para Málaga, ¿cuál sería?
Sentido común. Que todas las partes implicadas en el desarrollo de la provincia no tengan signos partidistas sino sentido común a la hora de ver cuál es el mejor modelo de crecimiento. Pensar en las personas. A mí no me gusta mucho, por ejemplo, la Torre del Puerto o no me gusta mucho el exacerbado crecimiento sin pensar en las personas que vivimos aquí. Aunque por supuesto hay que avanzar. Yo no quiero anclar la ciudad al pasado. Pero sí que haya sentido común a la hora de no hacer un crecimiento exacerbado de la ciudad y pensemos que Málaga tiene una personalidad que tenemos que respetar.