Es habitual que las madres le digan a los hijos que no corran con el coche, que tengan cuidado. Sin embargo, no ha sido el caso de María Antonia Flores, que le ha dicho a su hijo José Antonio que haga todo lo contrario, que vuele para conseguir ganar el rally de Casabermerja que ha tenido lugar en la provincia de Málaga. Y no se lo ha dicho desde el graderío sino desde el mismo coche, porque María Antonia era la copiloto.
Era la segunda prueba del Campeonato de Andalucía de Rally Crono, una especialidad automovilística que ofrece a pilotos no profesionales la posibilidad de competir en una prueba de menor recorrido en tiempo y kilómetros que un rally tradicional. La prueba estaba compuesta por dos tramos que se recorrían en la antigua carretera que une Casabermeja con la Venta del Túnel, a la entrada de Málaga capital. La organización de la misma ha recaído en RS Sport, una empresa con gran experiencia en el mundo de los eventos deportivos del motor.
La competición en la especialidad de rallys tiene la particularidad de que son dos las personas que comparten vehículo, con funciones muy distintas. El copiloto indica con mensajes orales, cortos y precisos, las características de la carretera que van abordando y que previamente han estudiado antes de la carrera. El piloto, con esos datos, afronta las frenadas, curvas y aceleraciones con la confianza de las indicaciones de su copiloto, en un trabajo fundamental de coordinación que es parte del éxito en la competición.
Aunque en los rallys regionales es relativamente frecuente que parejas de padres e hijos compartan coche, no es tan habitual que obtengan la victoria en la prueba. En el caso que nos ocupa, el hecho que sean de Casabermeja ha facilitado las cosas al piloto José Antonio González Flores, que ha prescindido en esta ocasión de su habitual copiloto, Juan Manuel Cobos, actuales subcampeones de Andalucía, para tener la oportunidad para él soñada de compartir el coche con su madre, María Antonia Flores.
La ventaja de competir en casa, en carreteras que el piloto conoce de memoria, es que el copiloto puede no ser tan preciso en sus funciones y casi no notarse. Sin embargo, José Antonio González comentaba que "a pesar de ser la primera vez que se subía a un coche de carreras en una competición oficial, mi madre ha sido capaz de cantar las notas con soltura, sobre todo en la parte final del rally, una vez acostumbrada a unas sensaciones totalmente nuevas para ella".
Y no es un dato menor, porque subirse por primera vez en una competición en el asiento de la derecha de un coche de carreras de 350 CV, leyendo en voz alta notas para que el piloto las oiga, entre frenadas brutales, aceleraciones salvajes y a pocos centímetros del filo de la carretera, es algo que muy pocas personas estarían dispuestas a probar, aunque sea tu hijo el que lleve el coche.
Para María Antonia Flores, de 56 años, la experiencia "ha sido maravillosa. No me he sentido incómoda en ningún momento y tan solo he necesitado los primeros kilómetros para acostumbrarme a las aceleraciones del coche. Aunque algunas veces he perdido el ritmo de las notas mi hijo ha sabido decirme dónde retomarlas durante el tramo. Al final hemos acabado con una buena coordinación. Lo mejor de todo es ganar el rally de la población donde vives, delante de tu familia y amigos. Una experiencia increíble que recordaré siempre". El premio: subir a lo más alto del podio juntos.