Málaga reclama el valor de la arquitectura efímera y rinde homenaje a José Miguel Prada Poole
- Organiza unas jornadas en las que resalta la valía de la obra perecedera.
- Entre las actividades, la recreación de un túnel semejante al ejecutado por Prada el día de la inauguración de la sede del Colegio de Arquitectos.
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La arquitectura, el arte de diseñar y construir edificios, es un campo de acción y pensamiento que abarca mucho más que la obra nacida del deseo de que se agarre al tiempo y aspire a la eternidad.
El universo de la disciplina incorpora desde hace décadas caminos alternativos por los que reconocidos creadores han deambulado en la búsqueda de las formas y la funcionalidad, sin que ello pase necesariamente por el concepto tradicional de la permanencia.
Es lo que se conoce como la arquitectura efímera, o, como explica Enrique Bravo, uno de los comisarios de Festival PERinSHABLE '21, "arquitecturas no convencionales" "Hablamos de elementos efímeros, de quita y pon, o de cosas que una vez se instalan mueren", dice, tratando de allanar la complejidad del sentido mismo de una práctica poco extendida en Málaga.
Las lagunas existentes en esta esfera del conocimiento y de la acción en la provincia tratan de ser parcialmente cubiertas por unas jornadas organizadas por el Colegio de Arquitectos de Málaga, que tienen lugar desde el pasado lunes y que se extienden hasta este viernes.
Un foro de actividades, talleres y conferencias con el que "mostrar maneras de trabajar que son novedosas pero que se quedan un poco al margen, porque ni el colectivo ni la sociedad les da el valor suficiente".
Bravo reconoce que uno de los objetivos marcados en el origen de estas jornadas es poner en valor esa otra forma de intervenir sobre el territorio, de menor impacto, de mayor sostenibilidad. Incluso, reconoce que en una ciudad como Málaga, con una clara "vocación cultural" es complicado "encontrar ejemplos de arquitectura efímera que permitan cualificar los lugares en los que se plasma".
De hecho, cuando se le pregunta por referencias concretas que cualquier ciudadano de a pie pueda reconocer como parte de la arquitectura efímera, sólo se le viene a la cabeza la intervención impulsada por Mané Sánchez La Chica y Alberto García Marín en la Universidad de Málaga.
Su Smart Tree es fiel exponente de lo que se busca con este concepto de arquitectura efímera. Con este proyecto, los arquitectos han transformado un espacio en desuso localizado a espaldas de la Facultad de Ciencias en un espacio de coworking al aire libre destinado a los usuarios del campus. Y ello mediante el reciclaje de elementos procedentes de la demolición de otros edificios, caso de la pérgola de la antigua Escuela de Arquitectura y Bellas Artes.
"La idea es que la arquitectura no tiene que ser para toda la vida; la que muta o se muere puede tener capacidad para dar un servicio temporal", añade Bravo, quien sugiere la posibilidad de que algunos de los grandes eventos culturales que tienen lugar en la capital de la Costa del Sol a lo largo del año, caso del Festival de Cine, apueste por este formato de arquitectura. ¿Cómo? Por ejemplo, encargando a profesionales de la materia el diseño de pérgolas o instalaciones destinadas a ver cine.
Pero la iniciativa del Colegio tiene otro objetivo claro: rendir homenaje a uno de los grandes exponentes de la arquitectura efímera, José Miguel Prada Poole. El peso de este creador, recientemente fallecido, es internacional. Y su vínculo con Málaga y de manera más precisa con el Colegio de Arquitectos de Málaga es importante.
"Hablamos de alguien que en los años 70 ya hablaba de sostenibilidad, de cómo la arquitectura tenía que dar respuesta a la nueva sociedad; revolucionó la manera de entender la arquitectura en España", subraya, destacando su apuesta por estructuras neumáticas e hinchables, entre otras.
¿Pero dónde reside su relación con Málaga? Bravo explica que en el año 1980, coincidiendo con la inauguración de la actual sede del Colegio de Arquitectos, los entonces responsables del ente decidieron encargar a Prada Poole un elemento arquitectónico.
"Lo que nos cuentan los mayores es que cuando se compró la finca que diseñó el arquitecto Fernando Guerrero Strachan, no tenía valla y no sabían bien cómo controlar la entrada de la gente", detalla.
Ese fue el principio de la propuesta. "Recuerdan la obra que hizo como el gusano de Prada; era un elemento que se infla de aire y que cuando no tiene ese aire tiene la apariencia de un gusano", señala. Esa obra actuó como punto de entrada y de conexión con la zona donde tenía lugar la fiesta.
"El control de invitación era uno de los accesos y se salía dentro de la fiesta; dentro se colocaron obras de Goya y litografías de Chillida", precisa, subrayando la apuesta del creador por el uso de diferentes colores, buscando un efecto caso psicodélico.
A modo de homenaje, las jornadas incorporan como actividad paralela a las conferencias y talleres, la construcción de un túnel semejante al de Prada Poole, buscando, además, celebrar los 40 años del colegio. "La idea es reactivar a través de un taller un túnel caleidoscopio, con una estructura tubular", explica. La previsión es que sea de una sola pieza, de 55 metros de largo, con rojo, verde y azul.
Una arquitectura efímera que sirve para conectar los 40 años transcurridos desde el primer día del colegio al momento presente, con el que unir el primer túnel de Prada Poole y lo que pretende ser su reinvención. "El túnel sirvió para dar la bienvenida en la inauguración del año 1980 y ahora hacemos lo mismo con esta nueva estructura", apostilla.