Enrique Urkijo, con k y no con q. La precisión no es baladí. Y de hecho, el uso de una u otra letra llegó a ser tema de discusión en los orígenes del Metro de Málaga. Esos días en los que empezaba a tomar forma el gran proyecto del suburbano y en los que su apellido empezó a ser conocido en la capital de la Costa del Sol.
Él forma parte de la historia del ferrocarril urbano malagueño. Fue, de hecho, el primer director del proyecto. De la mano de la entonces consejera de Obras Públicas Concepción Gutiérrez aterrizó en la ciudad procedente de Bilbao, donde hasta ese momento había trabajado como gerente adjunto del Metro de Bilbao.
Su papel fue crucial en la creación de los cimientos del proyecto actual y, por tanto, algo del pastel del Metro es suya. EL ESPAÑOL de Málaga ha querido que verbalice sus recuerdos de aquellos meses iniciales, cuando el camino que tenía por delante la infraestructura estaba sembrado de minas.
Confiesa que el 30 de julio, cuando se produjo simbólicamente el corte de cinta del Metro, se emocionó como lo había hecho antes con los metros de Bilbao y Sevilla, a los que también estuvo vinculado. Pero en el caso malagueño con "más sinsabores por no ver la obra completa".
"Los desencuentros dificultaron el desarrollo de la obra", dice de manera firme, subrayando la necesidad de que, como ocurriera en la ciudad bilbaína, en Málaga se hubiesen alcanzado los consensos necesarios para no dificultar el avance de una obra clave en la movilidad de la urbe.
Tira de memoria para verse sentado a la mesa de los consejos de administración, junto a los responsables municipales, acompañado de, entre otros, Teofilo Serrano y Vicente Granados, fallecido meses atrás. En ese foro, subraya, "no había discrepancias técnicas". Las "discusiones" surgían fuera de él.
Habla con cariño y aprecio del equipo conformado en torno al suburbano, no sólo en la parte más próxima a la Administración regional, como promotora de la operación, sino también del Consistorio. "Lo teníamos todo para hacerlo bien excepto el consenso político", afirma con cierta amargura.
Los hechos le han dado la razón. Ninguno de los numerosos calendarios que se han diseñado en torno a la construcción de las líneas 1 y 2 del ferrocarril urbano se han cumplido. La oferta que se hizo con la adjudicación del contrato fijaba un plazo de ejecución de 40 meses a contar desde las primeras semanas de 2006. Conforme a ese compromiso, la red tendría que haber estado terminada y en funcionamiento en febrero de 2009. Más de 13 años después de ese hito, los trenes siguen sin llegar al Centro.
Aunque esa deuda parece próxima a quedar saldada. "Espero que se consiga toda su potencialidad con la llegada al Centro, que es elemento clave en cualquier ciudad. "La multiplicación en el número de viajeros va a ser espectacular", pone en valor.
Apuesta por la movilidad sostenible
Urkijo, que fue director general del servicio de pasajeros de Renfe y director de Movilidad del Ayuntamiento de Bilbao, incide en la necesidad de tener en cuenta que para lograr una movilidad sostenible es necesario el impulso de medidas que vayan en la misma dirección.
"Hacer un metro o aparcamientos disuasorios o una calle peatonal, si no se engloba en una estrategia global se desperdician esfuerzos y los resultados no son los óptimos", argumenta, insistiendo en que todo ello debe pasar, necesariamente por limitar el uso del vehículo privado.
En su experiencia acumulada durante tantos años en el sector, pone sobre la mesa la necesidad de que en Málaga se avance en responder a ciertas asignaturas pendientes desde hace años. Habla del tren litoral, que permita unir la capital de la Costa del Sol con Marbella y Estepona, y de prolongar la línea del Cercanías hasta el Centro urbano de Málaga.
Y, con conocimiento de causa, apunta otra idea que espera copien en Málaga. La instalación de ascensores con los que responder a la necesidad que tienen las personas mayores y con problemas de movilidad. “En Bilbao tenemos ahora 64 y cada año se instalan unos 10; es una medida que agradecen mucho”, defiende.