Por más que uno trate de acudir siempre a lo racional y asentar el análisis sobre hechos objetivos, es indiscutible que en Málaga pasan cosas raras… Hay cortijos que dicen que están encantados, centros deportivos fantasmas y hasta suelos que parecen estar malditos. Porque de qué otra manera, si no es apelando a lo paranormal, puede explicarse que los terrenos de Arraijanal, los únicos libres de casi todo el litoral de la Costa del Sol, sigan languideciendo, a la espera del destino que fue trazado hace ahora 23 años.
Este es justamente el tiempo que ha transcurrido ya desde que la Junta de Andalucía, con Juan Espadas en calidad de consejero de Ordenación del Territorio, asumió el compromiso de destinar los 540.000 metros cuadrados de suelo a un gran parque metropolitano.
El episodio en cuestión tuvo lugar en junio de 2009. Espadas, ahora secretario general del PSOE andaluz, tomó la palabra para garantizar que Arraijanal seguiría libre de ladrillo, eliminando cualquier aspiración del Ayuntamiento de la ciudad de plantear un proyecto comercial y hotelero en la zona. Mucho antes, se llegó a dibujar una gran marina deportiva con varios miles de viviendas.
Fue tal la fuerza del anuncio del Gobierno andaluz que condicionó la aprobación definitiva del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de Málaga a que el Consistorio asumiese la obligación de reservar el espacio como zona verde.
La operación, aceptada a regañadientes por el alcalde, Francisco de la Torre, le costó a las arcas municipales del orden de 60 millones de euros en compensaciones de suelo a los que por aquel entonces eran propietarios del terreno. Algunos de ellos se corresponden con ls 400 viviendas de protección oficial (VPO) delimitadas en los antiguos suelos de Repsol.
Allanada la solución urbanística, que quedó rubricada en el planeamiento en vigor desde mediados de 2011, todo hacía pensar que la Junta iba a cumplir con la palabra dada. La realidad, muy al contrario, es que en el transcurrir de estos años han sido numerosos los vaivenes del Gobierno regional en este proyecto, que ha menguado con el tiempo.
Porque al parque de 540.000 metros soñado se le metió un bocado suculento, de unos 108.000 metros cuadrados, para que el Málaga CF pudiera tener su ciudad deportiva. La que fue bautizada como La Academia, en tiempos del jeque Al Thani, era compatible con la zona verde pretendida.
El acuerdo entre el Ayuntamiento y la Fundación del Málaga, firmado en mayo de 2017, dejaba en manos de la entidad deportiva parte del terreno por un periodo de 75 años sin coste alguno. Pero más de cinco años después de ese hito, la primera fase de estas instalaciones deportivas está a medio hacer, sin que exista certeza sobre cuándo estará completada.
Sin financiación
Oficialmente, a mediados de 2020, los actuales responsables de la Junta justificaron el parón en el proyecto del parque en que no disponía de financiación. De acuerdo con las explicaciones dadas por la Consejería de Fomento, era una de las muchas propuestas cuya ejecución quedaba ligada a fondos europeos del periodo 2014-2020.
Esto obligaba a materializar la intervención en un plazo específico. La conclusión es que el dinero del que supuestamente estaba en manos de la Junta desapareció, forzando en espera a un nuevo ciclo de financiación europea para activar el parque de Arraijanal. Y el mismo se extiende entre los años 2021 y 2027.
Esta misma semana el asunto ha sido motivo de debate y acuerdo general en el Pleno del Ayuntamiento de Málaga. Al mismo ha acudido el grupo Ciudadanos reclamando a la Junta que retome la operación. Una exigencia compartida por el resto de grupos municipales, incluido el Partido Popular.
En la discusión, el concejal de Ordenación del Territorio, Raúl López, confirmó el interés municipal porque se afronte el proyecto y la existencia de un borrador de convenio que habrá de ser firmado con la Junta para determinar los detalles de una actuación que podría requerir una inversión próxima a los 10 millones de euros, a los que sumar otros 8 en concepto de cargas externas.
La fotografía actual no invita necesariamente al optimismo. Más allá del convencimiento municipal se ignora si el Gobierno andaluz tiene el parque de Arraijanal entre sus prioridades futuras para Málaga.