Tres años se cumplen del día en que la propiedad del antiguo edificio de Correos en Málaga capital pasó de las manos de la Junta de Andalucía a las del magnate israelí Haim Tsuff. Tres años en los que se ha abierto la puerta a la recuperación como hotel de uno de los inmuebles más icónicos de la urbe malagueña, pero también tres años más de abandono.
Pese a la voluntad decidida de Nitsba Spain, nombre de la mercantil que compró por 23,5 millones de euros el inmueble, siendo la oferta más elevada de las que concurrieron a la subasta pública organizada por el Gobierno andaluz, la realidad es que el mecanismo urbanístico que debe permitir la transformación del edificio sigue sin ser activado.
Y, por ende, el antiguo Correos sigue sin vida, estado que se viene ya prolongando desde que a mediados de 2010 cerró sus puertas como sede principal del organismo estatal en la provincia de Málaga.
La intención de la empresa, según explica su representante, Francisco Ruiz, es que a lo largo del presente mes de enero sea presentada ante la Gerencia de Urbanismo la propuesta técnica mediante la que poner en marcha el cambio de uso del inmueble, actualmente equipamiento, de tal manera que sea factible la ejecución de un hotel de 5 estrellas.
Porque ese es el deseo del privado. Desarrollar un complejo hotelero de alta categoría en el que tenga cabida una especie de galería comercial de lujo, así como una oferta gastronómica "singular".
La operación cuenta, de inicio, con el aval del Ayuntamiento de Málaga, clave para que el plan vaya adelante. Las últimas modificaciones de la legislación urbanística andaluza parecen haber simplificado las exigencias necesarias para proceder a un cambio de uso como el que aquí se pretende. Sin embargo, ello no obvia el hecho de que el promotor tenga que compensar a la ciudad por la pérdida del equipamiento.
¿Cómo se hará? Según Ruiz, la propiedad ha adquirido sendas parcelas, una de uso hotelero y otra residencial, en el entorno del Hospital Regional y en la zona Este, cuyo uso será modificado a equipamiento y serán entregadas al Ayuntamiento.
De este modo, se compensará la transformación a hoteleros de los cerca de 18.000 metros edificados de Correos. La tarea, en cualquier caso, no se antoja ni sencilla ni corta en el tiempo. Una circunstancia que obliga a alargar la mirada a dentro de unos cuantos años antes de que el hotel de Correos, si ese es finalmente el destino, sea una realidad.
"Es un edificio de ciudad, estratégicamente situado y sería bueno que se vuelva a poner en carga, con independencia del uso"
Transcurridos tres años del cambio de propiedad, en el seno de la Casona del Parque se subraya la importancia que para la ciudad tiene la recuperación del edificio. "Es un edificio de ciudad, estratégicamente situado y sería bueno que se vuelva a poner en carga, con independencia del uso", ha afirmado el concejal de Ordenación del Territorio.
En los últimos meses, el departamento municipal ha endurecido su posición respecto a la propiedad de Correos. Muestra de ello son las varias órdenes de ejecución de obras de conservación que han sido remitidas y la decisión última, comunicada a mediados del pasado mes de diciembre, de ejecutar de oficio ciertas actuaciones en el inmueble.
Un camino en el que, según el edil, van a continuar. "Seguiremos con las actuaciones de prevención y mantenimiento del edificio", ha añadido. Todo ello, además, después de que hayan sido dos los episodios en los que ha sido necesaria la intervención para la salida de varios grupos de okupas en el interior de la parcela del edificio.
El viaje de Correos
En las dos últimas décadas el antiguo edificio de Correos, que data de 1980, ha tenido tres propietarios. Al magnate israelí ha llegado tras la venta realizada por la Junta de Andalucía, administración que recibió la construcción en 2010 de manos del Gobierno central a modo de moneda en el pago de la deuda histórica con Andalucía. En aquel entonces, la torre fue valorada en 30 millones de euros.
Lejos de ser una oportunidad para la Administración regional, se convirtió en una especie de peso muerto, sin posibilidad de recuperación como sede propia y con la complejidad de salir al mercado. Sólo en 2019, antes de la llegada de la Covid, la Junta ha podido sacarle rendimiento económico mediante su subasta.