La marcha por jubilación de Pedro Marín Cots tras varias décadas al frente de la oficina de Fondos Europeos y del Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU) va a provocar una reorganización en el funcionamiento del organismo que en los últimos años ha actuado, en muchas ocasiones, como una especie de pepito grillo del Ayuntamiento de Málaga.
Tal y como han confirmado a EL ESPAÑOL de Málaga varias fuentes municipales, el ajuste hace que la parte relacionada con la captación y gestión de los dineros comunitarios, sustanciales en la transformación de la capital de la Costa del Sol en las últimas décadas, quede vinculada al área de Economía y Hacienda, bajo el mando del concejal Carlos Conde.
Por otro lado, la parte más propia de los proyectos medioambientales que ha venido impulsando el OMAU en los últimos años, caso de la ambiciosa apuesta por el cinturón verde o por operaciones de regeneración ambiental, estarán bajo el paraguas de la nueva concejala Penélope Gómez, responsable de Sostenibilidad Ambiental. "Seguirá desarrollándose con Ciedes", explica una de las fuentes.
La salida del mapa de Marín Cots sí parece que va a traer consigo el adiós al discurso crítico que desde el OMAU se ha venido planteando a determinados modelos de gestión municipales. Son numerosos los informes emitidos por este ente en los que, si bien se ha admitido el crecimiento de la urbe como nuevo referente nacional e internacional, se ha denunciado el impacto que este mismo éxito ha tenido sobre la ciudadanía local.
Sobre estos trabajos, las fuentes consultadas indican que la elaboración y mantenimiento de los mismos "dependerá de lo que decidan las áreas competentes". Conocidos son los mensajes en los que se ha subrayado cómo la expansión de la vivienda turística ha traído consigo un continuo incremento del precio del residencial, ya sea en formato compra o alquiler, obligado a miles de vecinos a abandonar sus tradicionales zonas incapaces de pagar los precios que se reclaman por un piso.
Uno de los últimos palos fue conocido a finales del pasado mes de marzo, en el marco de la actualización de la Agenda Urbana, con los indicadores de 2022. Dentro del documento de introducción, se denunciaba el "escaso debate ciudadano" al que han sido sometidos proyectos como la Torre del Puerto, el Plan Málaga Litoral, el desarrollo de los suelos de Repsol e, incluso, la apuesta por una Expo Internacional.
Para Marín esto suponía "una imagen de vuelta a los años 70 donde las prioridades de grupos económicos prevalecían sobre la forma urbana como reflejo de un planeamiento inexistente, y hoy en día frecuentemente superado".
Y para asentar esta idea, aportaba un dato ilustrativo: entre 2015 y 2020, Málaga "perdió 36.687 personas, hombres y mujeres entre 25 y 40 años, y sus hijos entre 0 y 10 años que se trasladaron de Málaga a la corona metropolitana o a otras ciudades españolas".
"Frente a la ciudad que algunos caracterizan como una mezcla de Catar y un simulacro de Silicon Valley nos encontramos con recientes datos escalofriantes del INE de los porcentajes de población que viven en riesgo de pobreza y exclusión social, que en Málaga está al alza el 23% de la población; la pobreza infantil supone el 40% y los niveles de renta familiar disponible continúan siendo los más bajos de España", apostillaba.
Apenas un par de meses antes, en otro informe lapidario, denunciaba el "fracaso" de la política de fondos europeos destinados a la regeneración del Centro Histórico con el objetivo de repoblar sus calles. Lejos de aumentar la cifra de habitantes del barrio, el extendido proceso de peatonalización ha derivado en una "excesiva" ocupación del espacio recuperado por bares, restaurantes y terrazas, incrementando las molestias por el ruido. "Y a partir de 2016, con la exponencial apertura de viviendas de uso turístico que han producido una variante de la gentrificación que es la turistificación", añade.
Son algunas pinceladas de la contundencia con la que se ha venido pronunciando este organismo municipal. El último de sus informes fue publicado a principios del pasado mes de abril en forma de análisis inmobiliario correspondiente a los primeros tres meses del año. Un trabajo que el ente ha ido actualizando de manera religiosa trimestre a trimestre.
Ya metidos en el final de julio, el OMAU sigue sin publicar el que sería el informe correspondiente al segundo trimestre de 2023. El mismo análisis, pero del año pasado, vio la luz a finales de junio. Habrá que ver si se mantienen estos informes o, por el contrario, dejan de ser documentos públicos.