Ni las torres residenciales más altas construidas en Andalucía, las que se levantan en el barrio de Martiricos de Málaga, resisten el efecto vivienda turística. Y para muestra un botón. Una rápida consulta al Registro de Turismo de Andalucía permite comprobar la existencia de 76 pisos, todos ellos con actividad.
Al menos desde el punto de vista administrativo, ya que es probable que muchos de ellos ni siquiera se anuncien en plataformas especializadas. Conforme a los detalles recogidos en esta base de datos, estos inmuebles vienen a sumar 140 unidades y 351 plazas.
Es de suponer que muchos de los compradores de estos apartamentos han querido garantizarse, al menos, la posibilidad de arrendarlos para turismo vacacional, para lo que es indispensable su inclusión en la base de datos autonómica.
Este movimiento es si cabe más importante en un momento de cierta incertidumbre, en el que, tras la modificación del decreto turístico por parte de la Administración regional, se está a la espera de conocer el mecanismo que emplea el Ayuntamiento de la capital el a Costa del Sol en el intento de ordenar y regular este fenómeno.
Tomando como referencia la información del Registro de Turismo, el último de los pisos inscritos inició su actividad el pasado 8 de abril. Se trata de una vivienda localizada en la planta 28 de la torre uno, disponiendo de 4 plazas e incluyendo dos unidades de alojamiento. En el otro lado de la moneda se encuentra la primera vivienda que inició su actividad turística el 22 de diciembre del año pasado. Se trata de un piso de la planta 17 que dispone de 6 plazas y dos unidades de alojamiento.
Hay que recordar que esta fecha viene a coincidir con el momento en que la promotora de las dos torres de 30 plantas, AQ Acentor, inició la entrega de llaves a los compradores de buena parte de las 450 viviendas que hay repartidas entre las torres Sur y Norte.
La capital de la Costa del Sol es, sin lugar a dudas, uno de los grandes epicentros de los alojamientos vacacionales. Muestra de ello es que, según el Registro de Turismo de Andalucía, a fecha del pasado 9 de abril hay unos 11.579 inmuebles.
Este dato confirma un crecimiento más que considerable en las pocas semanas que han transcurrido desde que la Junta abrió la puerta para que los ayuntamientos puedan establecer límites a la proliferación de estos alojamientos. En el conjunto de la provincia, la cifra total supera ya los 70.478 pisos turísticos.
El cómo ordenar este fenómeno es una especie de patata caliente que tiene en sus manos el Ayuntamiento de la ciudad, sabedor de la necesidad de tomar decisiones. A la espera de que la Gerencia de Urbanismo dé a conocer con detalle la hoja de ruta trazada para intervenir, sí se sabe que su intención es la de modificar el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), estableciendo porcentajes máximos en cada zona de la urbe.
Es de imaginar que el barrio donde mayores serán los límites será el Centro, al ser el que acoge un mayor volumen de inmuebles de esta naturaleza. No obstante, la determinación pasa por fijar medidas en toda la ciudad, debido a que este tipo de alojamientos se empieza a extender como una especie de mancha de aceite, generando quebraderos de cabeza en entornos tradicionales, con una población local envejecida.
A simple vista, barrios como La Luz, La Paz, El Sixto o La Trinidad, por ejemplo, son de todo menos referencias turísticas de la ciudad. Pese a ello, el fenómeno ha llegado a esos puntos de la geografía urbana hasta el punto de convertirse en uno de los principales motivos de conflicto en muchas comunidades de propietarios.
"Estamos hablando en muchos casos de edificios antiguos, sin ascensor, que carecen de un aislamiento acústico adecuado, con personas mayores residiendo, y en los que pasan a entrar y salir a altas horas de la madrugada las personas que alquilan esos pisos", exponía meses atrás Manuel Jiménez, el presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Málaga.
Ingredientes que metidos en una coctelera hacen que, como señalan desde el ente, sean estas zonas alejadas del Centro histórico las que presentan más problemas en la siempre difícil coexistencia de alojamientos turísticos y viviendas tradicionales.