La firmeza con la que Málaga estaba dispuesta a ser una de las sedes en España del Mundial de Fútbol del año 2030 parece rebajarse. El alto coste económico de la ampliación de La Rosaleda, estimado en entre 250 y 300 millones de euros, y los interrogantes que surgen sobre la posibilidad de que haya colaboración privada hace que a día de hoy no exista garantía plena de ir adelante con el proyecto. Al menos con la mirada puesta en el evento mundial.
Así lo ha confirmado el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL de Málaga, en la que admite la existencia de ciertas variables que han de ser resueltas aún con los otros dos propietarios del estadio: la Junta de Andalucía y la Diputación provincial.
Preguntado por la opción cierta de que la capital de la Costa del Sol sea sede del Mundial 2030, la respuesta del regidor está marcada por la duda. "Es una pregunta que tiene difícil respuesta por mi parte, porque el estadio es de tres administraciones", ha explicado.
La contestación sorprende por cuanto desde hace meses se daba por segura la alianza de las tres administraciones para ir adelante con esta operación. Sin embargo, De la Torre es claro y al ser interpelado por si garantiza que Málaga optará a ser sede, responde: "Me gusta ser serio y honesto y no puedo garantizarlo con seguridad". Admitiendo que ello dependerá de las conversaciones que tiene que mantener de manera inmediata con los otros dos propietarios.
Conforme a las explicaciones del mandatario local, uno de los motivos de este nuevo escenario de incertidumbre es la necesidad de responder a las exigencias de la FIFA y de la Federación Española de Fútbol en un plazo más corto del inicialmente previsto. Y ello puede motivar que los estudios que ya se han activado para sondear la participación privada en el proyecto de transformación de La Rosaleda no estén listos.
Una circunstancia que puede obligar a los tres entes públicos a tener que comprometer con sus propios fondos el grueso de una inversión mayúscula. "Si no hay inversión privada, la inversión pública tiene que estar ahí y tenemos que valorar las prioridades de la inversión pública que tiene esta ciudad y que tiene este territorio", añade.
"La ambición debe ser la misma, porque aunque no estemos en el Mundial, Málaga es una ciudad de primera y debe tener fútbol de Primera División"
No obstante, insiste en la necesidad de afrontar el proyecto de ampliación de La Rosaleda "estemos en el Mundial o no estemos". "La ambición debe ser la misma; porque aunque no estemos en el Mundial, Málaga es una ciudad de primera y debe tener fútbol de Primera División", afirma.
El alcalde incide en la necesidad de disponer de estudios que determinen el mejor modo de atraer a la iniciativa privada a un proyecto de estas características. Un paso esencial para rebajar el impacto económico de la actuación sobre las arcas de las administraciones. Aunque da a entender que los trabajos ya están en marcha, admite la dificultad de que las conclusiones estén en la fecha requerida.
"El problema son los calendarios; parecía que iban a ser más amplios y ahora parece que no lo son tanto", afirma, apuntando que esta novedad se ha conocido de manera reciente. Por eso, "no estoy en condiciones de dar una respuesta rotunda".
Más allá de eso, incide en que la ambición de la ciudad tiene que ser que haya fútbol en Primera División. "Y digo en primera división de clubes y primera división de estadio y de conjunto del espacio; el Mundial es importante, pero para mí no es lo fundamental".
Un proyecto muy ambicioso
La envergadura de la operación de La Rosaleda es de una dimensión extraordinaria, hasta el punto de que se requiere una inversión que se aproxima a los 300 millones de euros. Una cifra que dista mucho de lo que inicialmente se planteó.
La pretensión, conforme a los últimos trabajos encargados al estudio de arquitectura Morph, no pasa solo por tener un campo de fútbol remozado y con capacidad para hasta 45.000 espectadores, sino por dar forma a un complejo global con espacios de ocio, restauración y hotel. Entre los aportes agregados respecto a la propuesta original destaca la instalación de un césped que pueda esconderse y un techo retráctil.
Dos detalles que convertirían al estadio del barrio de Martiricos en una especie de mini Bernabéu. "Queremos hacer algo no solo deportivo, la ambición es tener cubierta, como en el Bernabéu, pero a nuestra escala. Techar La Rosaleda y colocar el césped con deslizamiento horizontal y no vertical, como ha hecho algún club inglés", ha llegado a decir en los últimos meses el propio alcalde.