La hoja de ruta trazada por el Ayuntamiento de Málaga para afrontar una nueva revolución en la capital de la Costa del Sol, de la que forman parte el Plan Litoral, la ampliación de La Rosaleda o el Auditorio de la Música, mantiene, por el contrario, en una especie de olvido la transformación de los suelos de Cortijo de Torres.
Esta gran extensión de 500.000 metros cuadrados, situada junto al Palacio de Ferias y la Ronda Oeste, acoge desde 1998 el Real de la Feria de Agosto. Y, salvo los días reservados para la festividad (apenas 9 jornadas del calendario), el resto del año está infrautilizado y en estado de casi abandono.
Esta es la realidad que pesa sobre uno de los espacios capitales en el modelo de crecimiento de la urbe en las próximas décadas. Pese a su importante localización, el debate sobre un posible nuevo desplazamiento de la Feria a otras localizaciones más periféricas, caso del distrito de Campanillas, está cerrado y anulado.
Sabedor del potencial de esta superficie, el alcalde, Francisco de la Torre, decidió hace ahora unos cuatro años dar un primer paso en el reto de explorar las posibilidades de destinar parte del territorio de Cortijo de Torres a un gran centro de usos empresariales y de oficina, que podría cohabitar con la Feria llegado el momento.
Transcurrido este tiempo y pese al valor estratégico de la propuesta, nada. Pese a que desde la Casona del Parque se llegó a amagar en varias ocasiones con la contratación de una asistencia técnica que midiese la viabilidad de la operación, de enorme impacto económico, la realidad es que no se ha vuelto a mover ficha.
A pesar del inmovilismo de estos tiempos, la concejala de Ordenación del Territorio, Carmen Casero, asegura que el interés del equipo de gobierno en avanzar en esa especie de city empresarial en el Real de la Feria se mantiene intacto. Incluido, admite que la idea es poder impulsar un procedimiento mediante el que adjudicar un informe más detallado sobre las oportunidades de este desarrollo.
Grosso modo vendría a ser algo semejante a lo que ya ha impulsado el Ayuntamiento con el estado de La Rosaleda y la apuesta por ampliar su capacidad, respondiendo de este modo a las exigencias de la FIFA de cara al Mundial de Fútbol 2030, que organizará España.
Aunque el deseo es claro, la realidad es que no existe un calendario concreto que permita afirmar cuándo se dará el próximo paso en el futuro del Cortijo de Torres. La primera aproximación urbanística, presentada en abril de 2021 y firmada por Francisco González y Juan Gavilanes, ponía sobre la mesa la posibilidad cierta de crear una nueva centralidad con el elemento terciario como protagonista principal y compatible con la permanencia de las casetas de feria.
Detalles de la propuesta inicial
Como en todos los megaproyectos que últimamente se perfilan en la capital, los números que rodean la intervención elevan su complejidad. Los avances del estudio de arquitectura estimaron la inversión en 232 millones de euros. Una suma con la que actuar sobre una zona de 141.660 metros cuadrados.
La propuesta asignaba al conjunto de terrenos un techo edificable máximo de 91.893 metros para oficinas (3,5 veces lo que actualmente se proyecta en Muelle Heredia del puerto), 2.700 metros para comercial y 42.000 metros cuadrados de suelo previsto con uso ferial/industrial.
Una de las particularidades del estudio es que proponía convertir las actuales casetas de uso temporal en edificaciones concebidas como contenedores suficientemente versátiles para recibir nuevos usos polivalentes, generando un paisaje permanente y creando una infraestructura que consolide el actual recinto ferial.
La propuesta de ordenación fija la intervención más directa sobre la calle José Blázquez, que pasaría a convertirse en un eje en el que concentrar actividades diversas y complementarias. Se proyecta un nuevo frente edificado de manzanas que se emplazan sobre el límite oeste de la actual parcela de aparcamientos en superficie del Palacio de Ferias y en continuidad con la parcela destinada al hotel que prevé el Plan General.
El programa propuesto conecta unos usos a nivel de la calle relacionados o bien con los habituales del Palacio de Ferias o con otros usos. Para dar forma a estos desarrollos, los urbanistas optaron por dos modelos: el primero, denominado Zócalo Manzana Feria, hace referencia a las parcelas del actual recinto ferial en las que plantean usos feriales, deportivos, culturales, de carácter temporal que también permitan su ocupación durante los festejos. Para el mismo se dibujan bloques de planta baja, con una altura de 10 metros.
El segundo modelo, que afecta a las manzanas sobre el actual aparcamiento del palacio, bautizado como Zócalo Manzana Palacio, "debe prever la integración de una futura ampliación de este equipamiento con usos comerciales que enriquezcan y complementen el entorno a nivel de calle".
Es en la parte superior de las dos manzanas donde se fija en altura el uso principal de oficinas. La previsión es que la cota máxima de estos desarrollos sea de seis, siete y ocho plantas, respetando los límites marcados por las nuevas servidumbres del aeropuerto de la Costa del Sol