Antonio, en una imagen cedida por la familia.

Antonio, en una imagen cedida por la familia.

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Así era Antonio, el malagueño incinerado por error en Cádiz: bromista, amante de los gatos y muy familiar

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Antonio González estaba de escapada de fin de semana en Cádiz cuando su corazón se paró a los 62 años. Un infarto fulminante se lo llevó de madrugada el pasado sábado tras haber compartido una divertida noche de pizzas con la familia. Al dolor de perder a un padre tan joven e inesperadamente, sus hijas, Alba y Jennifer, tuvieron que sumar otro varapalo horas después de su fallecimiento: por una confusión entre el cuerpo de Antonio y el de otra mujer, el malagueño fue incinerado por error pese a que su última voluntad era ser enterrado junto a su madre en Rincón de la Victoria.

La familia se trasladó el pasado fin de semana a la provincia vecina con motivo del campeonato del mundo de Superbike de Jerez de la Frontera, donde competía un primo de Alba, Julio García, que lo considera como su "sobrino", según relata la joven a EL ESPAÑOL de Málaga. Aunque toda la familia se había repartido por hoteles de Cádiz, Antonio era el único que se hospedaba en casa de su sobrina. "Nunca la habíamos visitado hasta ahora, así que lo hicimos así", explica Alba.

García competía el sábado y el domingo, así que todos se reunieron la noche del viernes en la casa de su prima, ubicada en El Puerto de Santa María. "Estaban mis tíos, mis primos y yo. Echamos una noche de risas gracias a mi padre, que adoraba contar historias y hacer bromas; era muy bromista", relata la hija pequeña del fallecido. Tras la cena, cada uno volvió a su hotel y Antonio se marchó a dormir. 

Antonio, en una imagen de archivo.

Antonio, en una imagen de archivo. Cedida por la familia

El hotel de Alba estaba a media hora de la casa de su prima. Sobre las dos y media horas, recibió una llamada de esta. "Alba, vente, que tu padre está malo", le indicó la mujer. Alba imaginó que algo malo ocurría, así que trató de llegar a la vivienda lo antes posible. Cuando llegó, unos sanitarios estaban tratando de reanimar a su padre.

Antonio llevaba un par de años con dos stents colocados y tomaba medicación, pero hacía vida normal. Tristemente, los efectivos no pudieron hacer nada por salvar su vida. El médico certificó su muerte, pero no las causas, pese a que evidentemente había sufrido un infarto fulminante. Es por este motivo que el cuerpo sin vida de Antonio tuvo que ser trasladado hasta el Instituto de Medicina Legal de Cádiz para hacerle una autopsia.

Un error doloroso

Este primer paso ya enfada a la familia, pues sin esa autopsia igual este artículo no se estaría escribiendo en estos momentos y se hubieran ahorrado mucho sufrimiento.

Cabe recordar que el día de la muerte de Antonio también era hallada sin vida una vecina de Cádiz, cuyo cuerpo fue localizado en su vivienda. Los vecinos avisaron a las autoridades después de no verla durante días y su cadáver fue también trasladado al Instituto de Medicina Legal de Cádiz (IML).

Alba no sabe dónde estuvo el error ni en qué momento de ese desconocido protocolo a seguir en el IML algo falló hasta el punto de que las identidades de la señora y su padre se intercambiaran. El destino de la anciana era un crematorio de Cádiz y el de Antonio, Málaga. Sus familiares querían velarlo y enterrarlo en Rincón de la Victoria, pero acabó siendo incinerado.

A la hija pequeña de Antonio le habían recomendado marcharse a Málaga para iniciar "todos los trámites de papeleo" a fin de agilizar el traslado del cuerpo. Tras horas sin noticias de los restos de Antonio, el domingo Alba recibía una llamada donde le decían que nadie había recogido a su padre. Le pidió a la funeraria que llevara a cabo los trámites pertinentes. 

Ya el lunes, Alba recibe una nueva llamada. Era el director del Instituto de Medicina Legal de Cádiz pidiendo disculpas por una confusión. Le dijo que había ocurrido un doble error y que el cuerpo de su padre, además de ser entregado a otra familia, había sido incinerado en lugar de recibir inhumación, como Antonio quería. Alba no daba crédito. Se quedó "muerta".

"Solo queremos dar voz a lo que nos ha pasado, pese a que no he podido aún cerrar el duelo por la muerte de mi padre, para que nadie viva lo que estamos pasando nosotros. Es muy duro. Mi hermana está embarazada, vive en Córdoba, y no ha podido despedirse de mi padre porque acabó siendo incinerado", dice Alba, lamentando la gravedad de los hechos. Está cuidando al máximo a su hermana, evitando exponerla a más dolor, por miedo a que tenga algún problema que pueda interferir en su periodo de gestación.

El martes pudieron velar sus restos y le hicieron una misa y pudieron acabar este duro proceso de cinco días este miércoles, cuando lograron que ya su padre pudiera descansar, al menos, en el camposanto que quería, en Rincón de la Victoria, junto a su madre. Allí han depositado los restos de ambos en un columbario. "Algo es algo", dice Alba, tratando de buscar un poco de esperanza ante tanto dolor.

No le entra en la cabeza cómo se confunden dos cuerpos, siendo uno el de una mujer y otro el de un hombre. "Creo que los procesos serán más complicados de los que creemos y habrá que firmar más cosas de lo que pensamos. Voy a luchar para saber cuántas personas no han hecho bien su trabajo, porque al final la que sufre es la familia y yo no he podido cumplir la voluntad de mi padre", sostiene.

Ahora iniciarán un proceso legal donde contarán con la ayuda del abogado Damián Vázquez, colaborador de la Asociación del Defensor del Paciente, con el que confían encontrar respuestas a todas sus preguntas.

Así era Antonio

Antonio era una figura muy importante para las dos hermanas. Ha dedicado gran parte de su vida a ser un manitas, pues formaba parte de la empresa de bricolaje de uno de sus hermanos y que cuando este se jubiló pasó a su cargo. "Él decidió tomar el testigo y hace un año se jubiló", relata Alba.

Ella lo define como una persona muy tranquila, muy alegre y sociable, con un montón de amigos gracias a sus dotes comunicativas. "Hablaba muchísimo y le apasionaba contar historias; su despedida ha estado repleta de gente, le querían muchas personas", sostiene. 

Recientemente se había mudado a Torremolinos y por su rutina matutina siempre pasaba un buen paseo. "Ah, y también estaba loco con su gata. Creo que dedicaba a eso sus días, a la gata, a pasear y a salir a entrar", recuerda su hija, a la que le cuesta aún hablar en pasado de su progenitor.

Lo único bonito del fin de semana

Antonio recibió la dedicatoria del primer puesto de su sobrino.

Antonio recibió la dedicatoria del primer puesto de su sobrino. Cedida por la familia

Nadie contó nada de lo ocurrido al piloto Julio García, que tenía carreras programadas el sábado y el domingo, con el objetivo de evitar desconcentrarlo de la competición o que incluso decidiera abandonar el campeonato. 

Corrió cada una de las carreras sin saber que su tío Antonio había fallecido logrando un segundo premio en su carrera del sábado y un primero en la del domingo. "Creo que mi padre lo habrá celebrado con él allá donde esté, súper orgulloso", dice emocionada Alba. 

Julio se enteró de lo que había ocurrido antes de subir al podio, así que no dudó en ofrecer sus victorias y el ramo de flores que entregan a los ganadores al cielo. Sabe que aunque su sitio debía ser la grada, su tío Antonio ya estaba abonado en la tribuna del cielo.