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El gran tesoro arqueológico escondido: ocho siglos de historia de Málaga, ocultos en las entrañas del Metro

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Cuando en marzo de 2019 los arqueólogos tomaron el mando de los trabajos del Metro de Málaga en el tramo de la Avenida de Andalucía, tajo que había permanecido inactivo durante varios años, pocos podían imaginar que su labor sacaría a la luz buena parte de la traza urbana del antiguo arrabal musulmán de Attabanim.

El hallazgo, fruto de 20 meses de labor, permitió desenterrar restos del siglo XI, dando arranque a una secuencia histórica que se alarga durante ocho siglos. La dimensión de la operación fue tal que abarcó una extensión de unos 4.000 metros cuadrados, convirtiéndose en la mayor excavación de cuantas se acometían por aquel entonces en España.

Y pese a que la mayor parte del descubrimiento fue arrasada por el avance de la construcción del suburbano, la Junta de Andalucía tomó la determinación de rescatar de la destrucción las piezas mejor conservadas y que mejor reflejaban la evolución de la capital de la Costa del Sol.

Todas las estructuras fueron cuidadosamente recuperadas y trasladadas desde el punto de localización hacia un espacio temporal que sirvió de almacén. El objetivo final, de acuerdo con los planteamientos acordados por las consejerías de Fomento y de Cultura, era que todo ese pasado recuperado pudiese ser contemplado en una gran sala musealizada, abierta al acceso de todo el que lo quisiera.

Los buenos deseos de la Administración regional, sin embargo, se topan con la dura realidad. Y con el hecho incontestable de que ese gran tesoro arqueológico permanece escondido y sin un horizonte temporal claro de recuperación.

Retrasos

Pasan ya más de cinco años desde el momento en que Cultura validó la idea de conservar y exponer buena parte de lo encontrado. Oficialmente, la última respuesta de Fomento en relación con este asunto data del pasado mes de abril, cuando, a preguntas de este periódico, se informó de que se estaba supervisando el proyecto de adecuación museológica del gran espacio reservado en el interior del túnel. 

El documento técnico, adjudicado y elaborado por la empresa Civile ICF fijaba un plazo de redacción de cuatro meses. Calendario ampliamente superado. Bien es cierto que ya entonces se indicaba que el mismo sería remitido a la Consejería de Cultura para su revisión.

La elección del interior del túnel bajo la Avenida de Andalucía para este espacio museístico no es casual, dado que fue ahí donde en 2020 afloraron las dos murallas del arrabal de Attabbanin de la época musulmana, declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Andalucía.

Pero no son estas las únicas piezas que podrán contemplar los futuros visitantes. El listado de piezas es más amplio, destacando un horno musulmán del siglo XI; una vivienda unifamiliar nazarí y una calle completa de la época nazarí de los siglos XI y XII; una calle completa de la época cristiana moderna de los siglos XVI-XVII, y finalmente los elementos de la curtiduría para tratar el cuero de los siglos XVIII-XIX con tinajas y piletas.

La sala, según los detalles técnicos conocidos hasta ahora, tendrá unos 2.165 metros cuadrados de superficie, con una altura de 5,2 metros y una anchura media de unos 13. Con la intervención proyectada se persigue mantener su actual carácter diáfano, buscando "una integración desplazada de los restos encontrados bajo rasante". La idea, según se indica, es hacer algo parecido "a una cripta arqueológica".

El proyecto pretende dar sentido a los restos para que sean capaces de describir la historia de la ciudad de Málaga de una forma pedagógica y comprensible, utilizando las nuevas tecnologías. De hecho, se expondrán más de un centenar de estructuras, muchas de las cuales formaban parte de antiguas viviendas del arrabal musulmán situado al oeste del río Guadalmedina.