No sé si conocen la serie "Machos Alfa", es una comedia muy divertida sobre cuatro amiguetes de unos 40 años que están viendo cómo se les desmorona el chiringuito del patriarcado. Se enfrentan a una crisis de masculinidad en un mundo que cambia rápidamente hacia la igualdad. Ellos que solían ser los jefes en todo, ahora se sienten perdidos. El tema es que adaptarse a esta nueva realidad y encontrar su lugar en la sociedad les cuesta porque nada es como antes. No se la pierdan.
Ustedes se preguntarán por qué empiezo este artículo hablando de esto, pero es que me parece un tema lo suficientemente importante como para trasladarlo a las líneas de este rotativo que me brinda la oportunidad de asomarme a este balcón.
El tema de la crispación en la masculinidad y el machismo lo vemos a diario en todos los escenarios, lo asumimos y nos parece hasta divertido consumirlo en una serie porque ver la realidad de lo que ha sido en el pasado nos produce risa, pero no nos vayamos tan atrás. Verán, esto mismo sigue ocurriendo como saben día tras día y por desgracia, pero que ocurra dentro de ciertas instituciones como son los hemiciclos que subvencionamos con nuestros impuestos y que elegimos en las urnas, francamente me parece bastante lamentable e importante como para comentarlo. Edmund Burke político y escritor irlandés del siglo XVII decía: “Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada”, es decir que solo pueden hacer cosas los que cada cual consideren malos. Hola!! ¿Cómo es esto?
Reconozco que cada día estoy más cansada, hastiada y agotada de tanta crispación en la sociedad, pero particularmente dentro del entorno político y del “machirulismo” político que estamos viviendo. El caso es que, si los de un lado actúan como machos alfas o machirulos, las mujeres feministas no dicen nada, pero si los del otro lado hacen lo mismo, las consecuencias son lamentables. Yo considero que el feminismo debe estar por encima de ideologías políticas y tampoco debe ser un concepto partidista. No voy a entrar en temas de bandos, no entraré en temas de partidos, tampoco entraré en temas de conflictos, pero lo que si haré es defender a las mujeres que hemos elegido para que nos representen en ese entorno, ya sean de un bando o de otro porque ante la injusticia machista, todas somos iguales y todos debemos ser responsables.
El otro día sin ir más lejos en las Cortes Valencianas salió una especie de viejo dragón con unos vómitos de violenta lava alquitranada ante una fémina diputada, donde algunos decían en redes que él era un machista acabado que justificaba su sueldo. Quiero recordar que ya se encaró anteriormente con otra compañera del hemiciclo valenciano, no de sus mismas siglas, sacando pecho como las polémicas bandas callejeras. O de aquel otro que si no recuerdo mal en un pleno del Ayuntamiento de Madrid, cual leoncito machenco, tuvo un gesto violento con una representante del pueblo lanzándole un papel y plantándole cara, y así tantos y tantos otros que vemos a menudo en el gran Hemiciclo de los leones. Siento vergüenza ajena la verdad.
El caso es que hay algunos “perlas”, por qué no decirlo, sueltos que siguen pensando (aunque no lo verbalicen), que las mujeres mejor en casita que metiendo el dedo en las grietas del país. Mary Beard (académica inglesa especializada en estudios clásicos y feminista comprometida) hace una reflexión muy interesante sobre cómo las mujeres a menudo enfrentamos barreras para acceder a puestos de poder debido a estructuras que históricamente siempre han sido dominadas por hombres. La metáfora del "techo de cristal"(termino psicológico que se refiere a las barreras invisibles) ilustra esta idea, y sugiere que esa barrera invisible limita el avance de las mujeres en el ámbito laboral.
Beard dice que esa metáfora destaca la idea de que las mujeres son consideradas como "externas" en esas estructuras dominadas por hombres. En lugar de simplemente romper este "techo de cristal", nos sugiere que se debería trabajar en cambiar las estructuras mismas para que sean más inclusivas y equitativas para las mujeres. No puedo estar más de acuerdo con ella.
Además, también menciona cómo a menudo las mujeres sienten la necesidad de pedir permiso o disculparse por ocupar espacios que tradicionalmente nos han sido negados, lo que refleja la presión social y las expectativas de género arraigadas en la sociedad.
El caso y en mi opinión, es qué las estructuras políticas deben tener a día de hoy un entorno más igualitario, donde las mujeres no solo puedan acceder a puestos de poder, sino también ocuparlos sin tener que enfrentarse a barreras adicionales simplemente por su género.
Me sabe muy mal todo esto, me crispa mucho ver a todos esos “machirulos” sentados en escaños de piel que pagamos también las mujeres con nuestros impuestos, me subo por las paredes al no poder exponerme en las redes sociales sean del bando que sean y dar la cara por ellas porque se me viene un ejército encima de bots que maltratarían mi reputación. ¿Qué podemos hacer entonces? Si callamos claudicamos y si decimos somos señaladas. ¿Qué opinan ustedes? ¿Creen que tengo algo de razón? Mirar desde el balcón todos los días todo lo que ocurre en la sociedad a veces invita a no salir de casa para no exponerte, pero eso ni lo vamos a consentir ni vamos a ceder en todo el camino andado y menos con los “machitos” a los que le pagamos el sueldo.
Señorías, hagan política de valor y dejen los dragones dentro de las mazmorras.