Hoy desde mi soleada Málaga, me siento frente al ordenador con la “Manquita” de fondo, pensando en cuántas decisiones tomamos al día, desde las más insignificantes hasta aquellas que pueden cambiar el rumbo de nuestras vidas. Es precisamente aquí donde quiero poner el acento, ya que, la importancia de tener un buen criterio brilla con luz propia. En una época donde la información fluye más rápido que nuestra capacidad para asimilarla, desarrollar un criterio sólido se convierte en una necesidad imperante, no solo en el ámbito laboral, sino en nuestra vida personal y social.
El criterio es esa capacidad de juzgar con sensatez y prudencia las situaciones que se nos presentan. Aristóteles ya decía que "la virtud del hombre será el estado de carácter que hace bueno al hombre y hace que haga bien su propia obra". En este sentido, el criterio no es más que esa virtud que nos permite distinguir correctamente y obrar en consecuencia. Pero, ¿cómo cultivamos esta virtud esencial?
En primer lugar, creo que debemos estar dispuestos a informarnos de manera adecuada. Esto significa buscar fuentes diversas y fiables que nos proporcionen una visión amplia y equilibrada de los hechos. En un mundo donde las 'fake news' hacen y deshacen a su antojo, nuestro criterio es la primera línea de defensa contra la desinformación.
Por otro lado, el filósofo Michel de Montaigne argumentaba que "el mayor criterio del hombre es su capacidad de cuestionar y adaptar sus opiniones". Tengan en cuenta que estamos en la era de la polarización, y debemos tener la valentía de cuestionar nuestras propias creencias y estar abiertos a cambiar de opinión ante nuevas evidencias. El criterio, por tanto, también es sinónimo de flexibilidad y adaptación. Suena bonito y fácil ¿verdad?, pero no crean, no siempre es así.
Actualmente, observamos cómo la falta de criterio puede llevar a sociedades enteras hacia el caos. Un claro ejemplo es la crisis política en numerosos países, donde la incapacidad de los líderes para tomar decisiones basadas en un criterio sólido y bien informado ha desembocado en inestabilidades económicas y sociales. Aquí, la falta de un buen juicio no solo afecta al individuo, sino que tiene el potencial de desestabilizar comunidades enteras. Un buen criterio por ejemplo a la hora de tomar decisiones en una empresa es fundamental para su crecimiento y para el hundimiento. Ocurre que a veces, dejar tu criterio a un lado y sacar la humildad es complicado también. Creemos que lo sabemos todo, pero no es así, afortunadamente.
En el terreno personal, el criterio nos permite manejar nuestras relaciones con empatía y respeto. Saber cuándo hablar y cuándo escuchar, cuándo poner límites y cuándo ser flexible son marcas de un buen criterio aplicado a la vida diaria. De igual manera, en el ámbito laboral, un buen criterio nos ayuda a tomar decisiones que no solo buscan el beneficio propio, sino el de la organización y sus miembros.
Cultivar el criterio es un ejercicio de reflexión constante. Requiere de nosotros una evaluación continua de cómo nuestras acciones repercuten en los demás y en nosotros mismos. La buena noticia es que todos tenemos la capacidad de desarrollar y afinar nuestro criterio. Esto implica leer, reflexionar, dialogar y, sobre todo, estar dispuestos a aprender de cada experiencia con humildad.
En estos tiempos de crisis como los que vivimos, donde por ejemplo la pandemia del COVID-19 nos ha obligado a repensar nuestra forma de vivir y trabajar, el criterio emerge como una herramienta indispensable. Nos ha tocado adaptarnos a nuevas formas de interacción, a un trabajo más digital y menos presencial, y aquí, nuevamente, el criterio ha sido clave para navegar estos cambios de manera efectiva y empática.
Para terminar, amigos de este balcón, tener un buen criterio es mucho más que hacer elecciones acertadas; es una forma de vida que implica responsabilidad, educación continua y un compromiso con la verdad y la justicia. En un mundo cada vez más complejo, donde las decisiones de hoy pueden repercutir a escala global, fortalecer nuestro criterio es tal vez uno de los desafíos más importantes y necesarios.
Cultivar nuestro criterio es, después de todo, cultivar esa semilla de un futuro más justo y razonable para todos. Desde mi rincón en Málaga, les animo a todos a tomar este reto.