El escritor Arturo Reyes, que desde 1964 tiene una escultura en su honor en el Paseo del Parque, relata en su novela Cielo Azul (1910):
"...enseguia volvemos a tomar el automovi, que por cuatro gordas más nos deja en la puerta del Quitapenas, un ventorrillo donde vive una tal Rosario las Claveles, que es una gachí que quita el hipo de regraciosa que es..."
Ese ventorrillo no comparte nombre con las famosas bodegas malagueñas por casualidad: ya es, a principios de siglo XX, la actual Quitapenas. El histórico negocio malagueño lleva dando guerra en la ciudad desde el año 1880, cuando una dinastía de tradición vinícola de La Axarquía se traladó al entorno de la capital provincial.
Son los Suárez, una familia que -según relatan los descendientes de sus fundadores- ya en el siglo XVII se dedicaban al negocio del vino. En el siglo XIX, Francisco Suárez Pineda y su esposa Antonio Villalba Gutiérrez se mudaron desde el municipio axárquico de Cútar hasta la costa. La filoxera, parásito de la vid, había hecho mucho daño a los cultivos de la zona en la época
Así lo explica el investigador paleño José Antonio Barberá en su libro El Palo: Tierra de viña y mar (2015), obra de referencia sobre la historia de la popular barriada. En la emergente zona marenga y especialmente entre los comerciantes que iban camino de Vélez-Málaga, el establecimiento que abren junto a la costa "pronto empezó a conocerse como las bodegas 'que nos quitan las penas'", explican desde la actual organización, lo que daría origen a su nombre.
"Para nosotros es un orgullo seguir perteneciendo a este barrio, donde aprendimos las primeras recetas malagueñas y la forma de freír el pescado, del que todavía hacemos gala", señalan en Quitapenas.
El hijo del fundador del establecimiento, José Suárez Villalba, heredó el negocio años más tarde y lo movió a la actual Avenida Juan Sebastián Elcano. En 1940, entonces ya con más medio siglo de historia, los nietos Francisco, José y Maximino Suárez Tijeras dieron un nuevo paso y, con el embotellado de vinos y fábrica de licores y aguardientes, abrieron "numerosas tabernas por toda la geografía malagueña por el boom turístico de los años posteriores", aseguran desde la entidad.
Las bodegas ya no se sitúan en El Palo desde el año 2005, cuando su terreno lo ocupó un enorme supermercado. La sede actual está en la zona del polígono industrial de San Julián, desde donde actualmente organizan eventos sociales como comuniones, bodas y bautizos; eventos empresariales, catas, visitas turísticas, talleres de creación del propio vino...
Todo ello sumado a sus tabernas en la calle Marín García y en Sánchez Pastor, además de la venta online de sus tradicionales vinos: Málaga Dulce, Quitapenas Dorado, Pajarete o Gloria Bendita, entre otros.
El único establecimiento que les queda en su barrio de origen, la taberna en la esquina de la calle Villafuerte en El Palo, se mantiene cerrado temporalmente. Quizás la desescalada tras la pandemia del coronavirus abra una nueva etapa para este negocio más que centenario.