En Jerusalén hay un monumento dedicado a los seis millones de judíos asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Se denomina Yad Vashem y fue construido en 1953. Una calle llamada Avenida de los Justos cruza esta zona donde hay plantados 600 árboles. Todos fueron plantados para honrar la memoria de personas que arriesgaron sus vidas para salvar a judíos de los verdugos nazis.
Uno de esos árboles lleva el nombre de Raoul Wallenberg, el 'Schindler' sueco que salvó a miles de judíos durante el holocausto y contra todo pronóstico fue capturado por el ejército soviético. Nunca más se supo de él. La historia del diplomático ha sido contado en una miniserie estadounidense titulada con su apellido, vista por millones de personas, donde el director Lamont Johnson cuenta la vida de este héroe.
La Embajada de Suecia en España y el Ayuntamiento de Málaga le rinden ahora un sentido homenaje en Para mí, no hay otra opción, una exposición sobre el célebre diplomático, quien salvó del Holocausto a decenas de miles de judíos. La muestra abrirá al público este jueves en La Caja Blanca (avenida Editor Ángel Caffarena, 8), y estará abierta hasta el 29 de octubre.
La iniciativa incluye un programa educativo sobre los derechos humanos y el coraje moral en la sociedad actual, una actividad dirigida a estudiantes de 3° y 4° de la ESO que se desarrollará, también en La Caja Blanca, del 18 al 26 de octubre. Se inicia con una visita guiada de la exposición seguida por una sesión interactiva en el auditorio realizada en un formato de charla-diálogo sobre los derechos humanos, valores democráticos y morales, y la responsabilidad social como individuos y ciudadanos.
Más que una semblanza
La historia de Raoul Wallenberg (1912-1952) ha inspirado al mundo y sus logros nos recuerdan la continua necesidad de combatir el racismo y luchar por los derechos humanos y la democracia.
La exposición Para mí, no hay otra opción recorre su vida, aunque el contenido va mucho más allá de una mera semblanza biográfica. En última instancia, se trata de una historia sobre todos nosotros, nuestras responsabilidades como individuos y las elecciones morales que tomamos en la vida. Y un recordatorio del hecho de que todos podemos cambiar las cosas.
Wallenberg fue un empresario y diplomático sueco que salvó a decenas de miles de judíos de los campos de exterminio nazis durante las etapas finales de la II Guerra Mundial. En Budapest, Wallenberg estableció una sección humanitaria especial en la delegación sueca con la tarea específica de rescatar a los judíos húngaros. Para lograrlo, Wallenberg inventó un nuevo tipo de documento, un pasaporte protector, el Schutzpass.
Wallenberg desapareció con solo 32 años durante los últimos meses de la guerra después de la llegada de las tropas soviéticas a Hungría. Desde entonces, su familia, a la que no volvió a ver, ha luchado en vano por descubrir qué le sucedió. Wallenberg nunca tuvo la oportunidad de ofrecer su propio relato de los acontecimientos ni de recibir reconocimiento público.
La inauguración de la muestra
La exposición se inaugurará el jueves a las 18:00, en un acto que contará con la participación del embajador del Reino de Suecia, Teppo Tauriainen, y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, además de los concejales de Educación y Juventud, Luis Verde, y Participación, Ruth Sarabia.
La exposición Para mí, no hay otra opción es una iniciativa de la Embajada de Suecia en España, dado que la promoción y el desarrollo de la democracia son prioridades de la política exterior sueca, dentro del marco de #DriveForDemocracy, un proyecto y campaña del Ministerio de Asuntos Exteriores sueco. Está comisariada y producida por el Instituto Sueco en colaboración con The Living History Forum, y ha recorrido Suecia y diversos países.
Raoul se vio forzado a arriesgar mucho en una situación donde Budapest se estaba convirtiendo cada vez más en un campo de batalla. Llovían bombas y las tropas soviéticas se acercaban a los suburbios.
"La última vez que vi a Raoul (el 10 de enero de 1945) lo insté a que buscara refugio, especialmente debido al hecho de que los Flechas Gamadas, que eran los nazis húngaros, lo estaban buscando a él en particular. En mi opinión, se estaba arriesgando demasiado al continuar con su trabajo humanitario", cuenta Per Anger, secretario de la Embajada Sueca en Budapest durante la Segunda Guerra Mundial, en un libro sobre su figura.
"Su respuesta fue típica: "No tengo otra opción. He aceptado esta tarea y nunca podría regresar a Estocolmo sin el conocimiento de que he hecho todo lo humanamente posible para salvar la mayor cantidad de judíos", recoge. Y continuó haciéndolo hasta que fue capturado, no por los nazis, sino por el ejército soviético.