Cuando uno disfruta de unos días de descanso en el trabajo, suele aprovechar las fechas en las que estamos para acudir a ver el alumbrado navideño, ir a un concierto de ese artista que tanto le gusta o, simplemente, dar una vuelta por el paseo marítimo mientras que el sol le da en la cara.
Sin embargo, en cada una de esas actividades están presentes algunos ciudadanos que, aunque pasan desapercibidos entre la población, visten uniforme naranja y están de servicio para protegerte en caso de que lo necesites. Están formados en primeros auxilios y en cientos de situaciones de emergencias para ayudarte. Y sí, ellos aprovechan sus días libres en el trabajo e incluso su tiempo de descanso tras el instituto para servirnos a todos sin llevarse nada a cambio. Son voluntarios de Protección Civil.
En Málaga capital son, aproximadamente, 130 y tienen entre 19 y 70 años. La mayoría son jóvenes, preparando oposiciones para Guardia Civil o Policía Nacional. El más pequeño de todos tiene 19 y se llama Yossef. Llegó al equipo durante la cuarentena buscando opciones para ayudar a la gente en una situación tan complicada como la de la crisis de la Covid-19.
"Fue el proyecto que más me convenció. Todas las acciones de ayuda que estaban haciendo para la gente que estaba en casa eran maravillosas. Una vez dentro de la agrupación, no puedo decir otra cosa más allá de que me he enamorado de Protección Civil", cuenta el joven a este periódico.
En la cuarentena experimentaron todo tipo de vivencias. Jesús, otro voluntario, recuerda cómo en mitad del confinamiento acudió a una finca perdida en el monte para recoger sujetamascarillas que un señor hacía con su impresora 3D. "Sin duda, allí era donde menos esperaba encontrarme un artilugio así era allí", recuerda con una sonrisa.
De igual forma, otro de los momentos más divertidos de la cuarentena era el de felicitar a los más pequeños en sus balcones. "Comenzó siendo algo anecdótico y al final se convirtió en una rutina. Ver las caras de emoción de padres y niños fue todo un regalo para nosotros en momentos tan duros", cuenta Jesús.
Jesús llegó a la agrupación en el verano de 2015. Era agente de seguros y, tras haber sido voluntario en otras asociaciones y tras tratar con bomberos y policías por su trabajo, conoció Protección Civil, de la que no sabía, en un principio, absolutamente nada.
"Fui una tarde de verano a la sede y acabé inscribiéndome. Al final dejé mi trabajo y me preparé unas oposiciones, con ellas me di cuenta de que tener una maravillosa democracia en la que solo participaba cada cuatro años no tenía mucho sentido, y es que, como dice el artículo 23 de la Constitución, los ciudadanos pueden formar parte de los asuntos públicos", añade Jesús, que alega que formar parte de Protección Civil es trabajar para la sociedad, no solo como obligación sino "como un derecho del ciudadano".
Sin embargo, aunque antes se mencionaban momentos bonitos como los que vivieron en el confinamiento, hay que reconocer que no son todos así. En Protección Civil se viven momentos complicados y hay que tener mucha valentía para querer enfrentarse a ellos sin que este sea tu principal trabajo.
Cuando se le pregunta a Yossef por la experiencia que más le ha marcado de servicio, resopla. Un chico había ingerido pastillas para intentar suicidarse. Se encontraba en una zona de difícil acceso entre Sacaba y Guadalmar, muy dificultosa para acceder con vehículo. "Acudimos andando. Ver la situación y cómo tanta cantidad de cuerpos se movieron para salvar una vida, me impactó mucho. De hecho, al chico se lo llevaron en moto de agua. No había otra opción", relata.
En el caso de Jesús, que lleva algunos años más, lo tiene claro. Su vivencia más impactante dentro de la agrupación fue la de Totalán con el pequeño Julen. "Nos encargamos principalmente de la logística, pero al final acabamos haciendo de todo. Algunas mujeres del pueblo hicieron croquetas para los bomberos que estaban trabajando. Jamás olvidaré los lagrimones que le caían por la cara a uno de ellos al ver las croquetas y el café con el frío que hacía. Puede parecer una tontería, pero fue un momento muy emocionante. Pasaron mucho", añade el voluntario.
Si tuvieran que definir a Protección Civil con una palabra, en el caso de Yossef, elegiría 'superación'. "Cada día logramos un poquito más. Mejoramos a través de la formación para superarnos y ser capaces de ayudar y contribuir a la sociedad en caso de emergencia", explica el chico, que estudia Administración y Finanzas y, por si fuera poco, por las tardes es entrenador de baloncesto del C.B El Palo y del San Estanislao.
Respecto a Jesús, elige la palabra 'prevención', un término clave para toda la agrupación. "Nosotros estamos siempre para aconsejar y guiar a la población que lo necesite ya sea en situación de emergencia o no. Y en caso de que el voluntario no tenga aún toda la formación, tenemos el maravilloso poder del walkie-talkie para llamar a quien sea necesario en el momento indicado", añade.
Pese a que puede parecer difícil, ambos aseguran que con organización siempre se puede sacar un hueco para ayudar y sumarse a Protección Civil, donde hay sitio para todo el que quiera prestarse a ayudar. "Yo animaría a cualquiera a que se uniese si está dispuesto a contribuir. Al final te aporta muchísimo hacer, al menos, uno o dos servicios semanales para sentirte útil en tu sociedad", responde Yossef.
Por su parte, Jesús lanza un mensaje alto y claro a los futuros voluntarios: "A mí ser voluntario me ha cambiado la vida. Yo animo a que lo prueben. Al final se llevan una formación que se utiliza en casos de emergencia incluso cuando no llevas el uniforme puesto. Una formación válida para ayudar siempre, hasta fuera de la agrupación".