Si pasas con frecuencia sobre las siete de la tarde por la Avenida de la Aurora de Málaga, probablemente te hayas cruzado con un señor de rostro entrañable dibujando catedrales en grandes lienzos con rotuladores, lápices, bolígrafos y ceras de cientos de colores. Se llama Juan Cortés y es un jubilado de 87 años que en su día fue delineante y que ahora grita al mundo su mayor deseo: "Málaga necesita un museo o exposición donde los mayores podamos mostrar lo que hacemos".
Juan nació en el Barrio de la Trinidad, aunque por motivos laborales estuvo 21 años viviendo en San Pablo, en Brasil. Se fue con apenas 15 años y allí nacieron los hijos que tuvo con otra trinitaria, su mujer, que falleció hace cuatro años. San Pablo fue la ciudad que vio despegar su carrera como delineante en "prestigiosas empresas de todas las nacionalidades posibles" después de formarse para ello en aquellas tierras. "Trabajé incluso durante dos años haciendo dibujos para Laboratorios Pfizer, sí, los de las vacunas", aclara sonriendo.
Su último trabajo allí fue el del Metro de San Pablo. "Allí la gente era espléndida. Yo por lo menos no tuve problema ninguno, gracias a Dios. Me volví a Málaga por motivos familiares, pero vamos que allí estaba estupendamente", dice. Juan recuerda con cariño el primer trabajo que hizo a su vuelta, en Torreblanca del Sol (Fuengirola). "La urbanización tenía unos arcos muy curiosos, pero creo que ya ni están", añade.
Desde que se jubiló, hace más de dos décadas, Juan tuvo claro que él no quería quedarse "apoltronado en casa viendo la televisión" y comenzó a dedicarse al dibujo creativo de edificaciones que nunca había podido plasmar en el papel tales como iglesias locales como la de Cártama o Coín. Además, aprendió a pintar al óleo obras como Las Meninas de Velázquez.
Sin embargo, las iglesias le supieron a poco, y hace un par de años Juan decidió comenzar a dibujar catedrales de toda España, lo que le supuso todo un reto. Ya lleva un total de 53 dibujos de estas basílicas. Tiene en proceso la de Arucas, en Gran Canaria. "La primera que hice fue la de Málaga. Me gustó y ya me enganché, es un reto", dice.
Más allá de su experiencia como delineante, Juan asegura que su pasión por dibujar es simplemente un "hobbie" y que hace todo a ojo. "Yo me cojo la tablet, que es lo único moderno que uso, porque mi móvil es de los antiguos, y voy mirando los detalles, no me invento nada. Calculo todo a ojo y lo voy plasmando en el papel en función del espacio que veo que va a necesitar a partir del centro", explica.
Una vez que las tiene listas, les da color y le añade otros elementos que hacen aún más estético el paisaje: personas caminando, vegetación, pájaros... en función de lo que el propio Juan considere más adecuado para cada edificación. Pintando algo más de una hora diaria, consigue hacer dos dibujos de catedrales al mes.
El museo de los mayores
Ahora que tiene la casa de su hija llena de obras de arte y empieza a faltarle espacio, Cortés ha pensado que podría ser una gran idea que el Ayuntamiento de Málaga cediera una sala en algún edificio público de la ciudad donde turistas y locales pudieran disfrutar del talento de los artistas mayores malagueños. "Hay muchas personas mayores que hacemos cuadros, dibujos u otras cosas que merecen estar expuestas y no en nuestros trasteros. Yo pondría el museo de los mayores", manifiesta.
Así, recuerda cómo el alcalde de Málaga se quedó "impresionado" cuando vio expuestas sus catedrales y su versión de Las Meninas en una pequeña exposición temporal que hizo junto al resto de sus compañeros de las clases de pintura a las que acude.
Mientras el Ayuntamiento recibe su petición y el frío no llegue, él asegura que seguirá preparando catedrales desde su banquito de la Avenida de la Aurora, mirando hacia el Centro Comercial Larios, tratando de llamar la atención de los que pasan, que en muchas ocasiones se paran a charlar con él para disfrutar de su arte. "Yo siempre pongo mis catedrales en el banco, expuestas, mientras pinto, para que al menos las vea alguien. Mi hija, a veces, me regaña porque cree que parece un baratillo. Cuando llegue el invierno me quedaré dibujando en mi cocina, al sol", zanja riendo.