Uno de los grandes recuerdos que tiene un malagueño de su infancia en la Feria es en el tren de la bruja. Unos no olvidan los escobazos del feriante a diestro y siniestro. Otros, cómo lograron vencerlo un día llevándose incluso la escoba a casa. Sin duda, es uno de esos ‘cacharritos’ especiales para los niños y niñas que han pisado la Feria de Málaga en las últimas décadas.
Pero lo que mucha gente desconoce es que tras esta divertida atracción, hay cientos de horas de trabajo. Después de meses preparándola y mejorándola, sus trabajadores depositan cada noche de feria todo el cariño del mundo en los niños que se suben al tren. Da igual que hayan tenido un día malo o que ese día, precisamente, no les apetezca hacer reír a nadie. Son gajes del oficio.
Jorge Moriana es uno de los trabajadores del actual tren de la bruja que lleva a la Feria de Málaga la familia Cristo, muy conocida entre los feriantes. El joven empezó en el mundo feriante con apenas 16 años y en la actualidad solo tiene 32. Es decir, lleva media vida dedicado a esta profesión que tanto le apasiona.
Natural de Alhaurín El Grande, por la ubicación de la vivienda donde residía con su familia de pequeño, desde su ventana siempre veía llegar a los camiones de las atracciones cuando llegaba la feria. También jugaba a la pelota con los mismos feriantes que se desplegaban por la zona en sus tiempos de descanso. “Y la vida ha querido que ahora esté yo en el otro lado”, declara a EL ESPAÑOL de Málaga.
Cuando no era más que un adolescente, le llegó la oportunidad de iniciar su carrera en las ferias y aceptó, había algo que le llamaba mucho la atención, aunque no sabe definir bien qué. Moriana aclara que, aunque suene raro, nadie de su familia forma parte de este mundillo para inyectarle ese veneno feriante. De hecho, sus propios padres, al principio, no terminaron de aceptar su decisión. Sabían que ser feriante es algo sacrificado y sin horarios.
“Además, en esos tiempos era aún más difícil. No era como hoy en día. Ellos no se lo tomaron bien porque las ferias siempre han estado mal miradas. Se hablaba mal de ellas, era algo de ‘gitanos’, que yo no discrimino a nadie, vamos. Aquí hay personas muy buenas de todas las etnias que trabajan duro. Pero siempre se ha dicho que la noche era muy mala y yo siendo un niño, pues no les hacía gracia que me fuera”, explica.
Sin embargo, Jorge se adaptó pronto a este estilo de vida que tanto le apasionaba desde fuera. Pero conforme fue creciendo y madurando, se dio cuenta de que no tenía el trabajo que más facilitaba el desarrollo de su vida personal. “Echarte novia siendo feriante es un mundo y formar una familia, otro”, dice.
Con los años, él ha logrado las dos cosas. Tiene novia y un bebé. Así, cuenta con la suerte de que trabaja principalmente en ferias de la provincia de Málaga. A veces tiene que ir a Córdoba, Jaén o Sevilla, pero la gran parte del tiempo está en su tierra, por lo que como su pareja trabaja en Málaga les es más sencilla la conciliación. “Mis jefes se han portado muy bien conmigo, nos han puesto una caravana más grande para toda la familia, porque tenemos un niño y se nos hacía muy difícil”, cuenta.
"Mi pareja también se ha adaptado muy bien, siendo una niña de su casa, acostumbrada a ir por su barrio, para arriba y para abajo, ha conseguido ser una más y adaptarse al espacio y los problemas que a veces tenemos con la luz y el agua, e incluso a los horarios, que aquí son inexistentes", cuenta Jorge que, por cierto, acaba de pedirle matrimonio.
La pedida ya acumula más de un millón de views en TikTok. Es lógico, pues, en sus propias palabras, es una pedida "única": hincó rodilla en el tren de la bruja. Su pareja esperaba que el anillo iba a llegar tarde o temprano porque en esos días celebraban su aniversario, pero creía que su novio iba a arrodillarse en un restaurante donde estuvieron cenando la noche anterior. "Al final organicé todo para que fuera en la atracción. Yo podía habérselo pedido en Londres o en el restaurante, pero eso no lo haría especial. Organicé todo e incluso tiraron confeti en el momento los que estaban subidos", declara entre risas el feriante.
Aunque empezó trabajando en los coches de choque, ahora trabaja para la Familia Cristo con dos atracciones, la del tren y la de un péndulo que gira y se mueve de un lado a otro. Este segundo lo llevan, principalmente, a ferias de pueblos. Pero él disfruta más siendo parte del tren de la bruja, ya que en este 'cacharrito' puede interactuar con grandes y mayores y, sobre todo, ponerse a prueba.
Cada vez que el tren se pone en marcha, Jorge corre, se sube al tren, esquiva el túnel varias veces y reparte juguetes y escobazos a todos sus pasajeros. "Hay que ser muy ágil. Esta atracción no es para cualquiera, pero a mí me encanta este estrés. En Málaga estamos dos compañeros de cara al público además de los de la taquilla, que normalmente suelen ser los jefes", explica.
En cuanto a los precios de las atracciones (la suya vale cinco euros este año), Jorge recuerda que tras los 'cacharritos' hay "muchísimo trabajo". Aunque arrancan la temporada en Cártama en abril y la acaban en Jaén en octubre, el resto de meses, los feriantes se lo pasan tratando de mejorar la atracción y arreglando todo lo que se estropea. "Una simple bombilla de Feria puede costar seis o siete euros", asevera.
Moriana cree que Málaga tiene una de las ferias más completas de España y la más importante del verano. "Tiene una variedad de atracciones que no he visto en otros lugares, ni en Madrid, pero es que el ambiente es muy diferente, es muy bueno. A mí me encanta y espero que no cambie", zanja.
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