Entre las muchas chaladuras del escritor Philip K. Dick destacaba su creencia de que la realidad que percibimos no es la verdadera realidad. Como si de una Matrix puesta ante nuestros ojos se tratara, Dick juraba que estamos inmersos en un falaz y monstruoso holograma que oculta una prisión en la que el Imperio nos mantiene cautivos a todos. Una cárcel para nuestra mente.
Pero, ¿qué Imperio nos tiene encerrados en un mundo en el que los mismos que defendían hace muy poco el perreo y el reguetón como una muestra de empoderamiento femenino ahora odian profundamente a Chanel? Pues el Imperio Romano, claro.
Como escribimos, nuestro amado Dick estaba más para allá que para acá, pero, si tenemos en cuenta la cantidad de yacimientos romanos que marcan el mapa y el territorio de la provincia malagueña, no cabe duda de que la presencia de los invasores (como diría el galo Astérix) es todavía una realidad muy viva y tangible.
Tanto que sigue dando muestras de ser una huella inagotable. Como ejemplo, hace pocas semanas, en la playa de Lindavista de Marbella, se ha encontrando un taller romano de alfarería en el yacimiento de las Dunas, donde se cocían ánforas y materiales para la construcción.
Un enorme patrimonio que conservar para que no sufra la misma suerte que el conjunto arqueológico de Singilia Barba en Antequera. Y qué mejor manera para conocer nuestra historia y aprender a valorar lo que tenemos que visitando alguno de los doce yacimientos arquitectónicos romanos de Málaga que a continuación listamos con mimo.
Porque, aunque el Imperio nunca dejó de existir, cada cosa requiere su cuidado y tampoco es plan de que dejemos los vestigios históricos a la buena de Dios exclamando Alea iacta est y a otra cosa, mariposa. Seamos pragmáticos y respetuosos para que nadie pueda decir aquello de "¡Están locos estos malagueños!".
La Marbella romana
Ya que hemos usado los últimos descubrimientos realizados en la ciudad marbellí para dar forma a este reportaje, escribamos sobre la Marbella del Imperium. Si tenemos en cuenta la fama de esta localidad, encontrar entre urbanización y urbanización restos de edificios romanos que atestiguan el paso por esta tierra de la civilización que hace años colonizó el mundo conocido no deja de ser algo chocante, con un aire anacrónico.
Pero la vida es así: en Marbella hay yacimientos arqueológicos que han sobrevivido al tiempo y a la mano del hombre como la villa romana de río Verde, las Bóvedas o termas de Guadalmina o la supuesta ciudad de Cilniana.
El conjunto de las termas gira en torno a un patio octogonal rodeado por siete habitaciones con una bóveda regular de aristas. El edificio ha sido intervenido para asegurar su adecuada conservación, pero todavía sigue pendiente una excavación que complete la información. Estudios practicados hace décadas descubrieron restos de cerámica popular, ladrillos, tableros de mármol, una lucerna con una cabeza humana, tubos de barro y una moneda de Constantino.
Al este de estas termas se ubica la villa de río Verde que, a pesar de haber sido descubierta por un británico en el siglo XVIII, no se empezó a excavar hasta 1960. Los restos aparecidos animaron las catas y un año después se sacó a la luz una casa romana que constaba de una galería de columnas (peristilo) de más de doce metros y de varias habitaciones adyacentes. En 2013 se llevó a cabo una serie de trabajos para volver a dar esplendor a este Bien de Interés Cultural, rehabilitándolo para asegurar su conservación.
De paredes decoradas con estucos, mármoles y pavimentos de colores, da buena fe del tren de vida que regía el día a día de sus habitantes. Quién sabe, puede que Marbella, ya en época del Imperio romano, fuera visitada por una jet set de la toga y los aceites aromáticos. René Goscinny podría haber hecho muchos chistes al respecto.
Acueducto puente de Cártama
Cártama es una localidad que en la época de los fenicios se conocía como cartha (que se puede traducir como lugar oculto o escondido) y que, más adelante, los romanos llamaron Cartima. Bajo su gobierno, la ciudad creció, reforzó sus muros, construyó un puerto fluvial y llegó a ser una villa muy importante.
En esta época de esplendor nació el elemento romano más destacado de Cártama, un acueducto que a su vez es un puente. Por sus dimensiones y su estructura se cree que su objetivo era el de trasvasar agua desde un nacimiento cercano, mientras senderos de canalización la repartirían por el pueblo.
Reseñar también que de la misma época se conserva el mosaico de Venus, actualmente en el Museo de Málaga, un elemento que se descubrió en una vivienda privada de Cártama en 1956 y que representa el nacimiento de esta diosa. Además, en pleno centro de la localidad, junto a la iglesia de San Pedro de Apóstol, se aprecian restos de la ciudad romana de la antigua Cartima.
Termas de Canca, en Álora
Que esos locos romanos eran muy de remojarse queda claro por la gran cantidad de termas que montaban allí por donde pasaban. Andar todo el tiempo en alpargatas deja a cualquiera hecho mixto. Y en Álora se localiza una de estas construcciones que recibe el nombre de termas de Canca, siendo el principal yacimiento arqueológico de la época romana de la localidad.
El lugar escogido por los imperiales no es casualidad: esta zona ha estado ocupada desde la prehistoria por las buenas condiciones que recibe el terreno, la riqueza de sus aguas y por la cercanía al gran caudal del río Guadalhorce.
El nacimiento natural de agua fue bien explotado con la construcción de estas termas en la villa de recreo datada entre los siglos I y II d. C. El yacimiento fue descubierto cuando el terreno se comenzó a dividir en bancales para plantar limoneros. Aparecieron entonces estos monumentales baños, que constituyen unas construcciones romanas muy interesantes, tanto por su tipología como por su buen estado de conservación.
Teatro de Málaga
No hay que irse muy lejos y explorar por los montes para encontrar restos del pasado romano en la provincia. En mitad de la capital malagueña nos tropezamos con un gran ejemplo: el resucitado Teatro Romano. Hito de cómo recuperar vestigios del pasado para dotarlos otra vez de vida, durante siglos, no obstante, cayó en el olvido y estuvo oculto bajo las viviendas que se levantaron en la ladera de la Alcazaba.
En 1951, durante unas obras en el Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos de Málaga, salió a la luz este monumento: casi todo el teatro estaba bajo los cimientos de la Casa de la Cultura.
Y, como se suele decir, el resto es historia. Durante varias décadas se practicaron trabajos de excavación y consolidación que terminaron con el derribo del Palacio y la puesta del yacimiento arqueológico bajo el sol que ya lo alumbrara hacía cerca de dos milenios.
Volvía a cobrar protagonismo en la ciudad el principal elemento de la presencia romana, que fue levantado a comienzos del siglo I d. C. Es una construcción mixta porque aprovecha la ladera del monte para asentar una parte de las gradas, mientras el resto se alza sobre cimientos artificiales. Con anterioridad, en este emplazamiento se localizaban unas termas de las que se conserva parte de su suelo de opus spicatum.
El teatro es de dimensiones medianas y mantiene gran parte de la cavea o graderío, la orchestra, ricamente decorada con grandes losas de mármol, y la scaena (escenario), en la que hoy se ha reproducido el entarimado de madera que luciría en el pasado. El aparato escénico cerraría al fondo con una fachada ornamental con vanos, columnas y esculturas.
Yacimientos de la Finca del Secretario y Torreblanca en Fuengirola
El yacimiento arqueológico Finca del Secretario en Fuengirola es parte de una importante villa romana que creció desde mediados del siglo I d. C. y que pudo perdurar hasta el siglo V. Integra una parte urbana y otra industrial y en él se han encontrado piezas de gran valor histórico como la Venus de Fuengirola y utensilios agrícolas. Desde 2019 dispone de un centro de interpretación propio.
También en la localidad chora nos encontramos con las termas de Torreblanca del Sol, próximas al mar. Estos balnea estarían asociados a una villa cuyo único testimonio son los baños. Y, probablemente, a esta villa pertenecería la estatua que representa la personificación de un río, aparecida en la zona y elaborada en mármol de Mijas en un taller de la región en el siglo II d. C.
A mediados del siglo III d. C. el edificio se transformó en una pequeña factoría de salazones y, después, se reutilizó la zona como necrópolis.
Caviclum de Torrox
En Torrox también se ha documentado una villa unida al mar con unas termas, una factoría de salazones y una serie de hornos de alfarería que más tarde fue aprovechada como necrópolis, una práctica que era habitual para los romanos. En esta necrópolis se han documentado diversos enterramientos infantiles realizados en ánforas, así como un mausoleo familiar de planta cuadrada.
Dicha villa era Caviclum, una población que se situaba en Conventus Gaditanus, una de las circunscripciones en las que se dividía la provincia Bética de Hispania, y era una población en la que la parte residencial convivía con los espacios de producción. En la zona residencial hay presencias de un atrio con un impluvium central de mampostería, así como otras estancias, y un peristilo rectangular.
Los restos de la ciudad de Caviclum son dignos de contemplar: el entorno en el que se encuentran, frente al Mediterráneo, nos permite ver el mismo horizonte marino que vislumbraron nuestros antepasados.
Salazones en el Rectorado de Málaga
Además de termas, teatro y circo, los romanos era muy de pan con garum. Y si bien es cierto que no se debe juzgar a los demás por las cosas que se meten en la boca (bueno, en el caso de los chinos, con el asunto de la Covid, a lo mejor un poco sí se puede…), lo de tomar garo o liquamen romano lo vamos a dejar en un escurridizo aparte.
Porque, para el que no lo sepa, esta salsa se hacía con las partes blandas del pescado que se quitaban al limpiarlo: intestinos, huevas, sangre... Esta mezcla se introducía en salmuera y se exponía al sol durante largo tiempo, a veces meses. El caso es que no es complicado imaginar el nauseabundo olor que se debía soportar alrededor de las salazones donde se preparaba este mágico condimento.
En la capital malagueña encontramos restos de estas zonas en los cimientos del edificio del Rectorado de la Universidad de Málaga. Este yacimiento fue descubierto hace 24 años, en 1998, cuando se rehabilitó el inmueble que había sido la Casa de Correos y Telégrafos entre 1924 y 1986.
Hay que tener en cuenta que el garum, junto con los perfumes, era la sustancia más cara de todo el Imperio romano y su fabricación convertía en célebres las poblaciones de donde procedía. Localizarlas, en este caso, era tan sencillo como seguir el rastro del pestazo.
Lacipo en Casares
Ubicamos los orgullosos vestigios de Lacipo en Casares sobre un promontorio conocido como Cortijo Alechipe. En 1975 fue objeto de excavaciones que sacaron a la luz materiales hoy depositado en el Museo de Málaga y que permitieron conocer más a fondo este asentamiento, así como su papel en el desarrollo histórico de la provincia.
Los moradores de Lacipo no eligieron este entorno al azar, sino que su ubicación responde a una importancia estratégica, entre las ricas tierras del Genal y el Guadiaro, convirtiéndose en una cómoda vía de comunicación entre los pueblos serranos.
El entorno de Casares fue tan importante que incluso se cree que el mismo Julio César pasó una temporada aquí y le dio nombre al pueblo. Lacipo era de una gran riqueza y llegó a convertirse en una auténtica ciudad, creando su propia ceca de moneda.
Termas romanas de Santa María, Antequera
Más termas. Desde luego, a los romanos les gustaba bañarse en público. De ahí la proliferación de tanta película de gladiadores, siglos después. Y en pleno casco histórico de Antequera se ubican otras de estas casas de remojo: las termas de Santa María.
En las estructuras de dichas termas se aprecian los distintos ambientes termales característicos del mundo romano: piscinas de agua fría (frigidarium), templada (tepidarium) y caliente (caldorium).
Se tratan de unos baños que estuvieron en funcionamiento desde la segunda mitad del siglo I hasta bien entrado el siglo V d. C. y su descubrimiento supone, según los expertos, la primera prueba fehaciente de la ubicación de la ciudad romana de Antikaria.
Acinipo en Ronda
Para terminar, escribiremos de uno de los yacimientos arqueológicos más impresionantes de la provincia: la ciudad rondeña de Acinipo.
Sobre la imponente Mesa de Ronda la Vieja, a 20 kilómetros de la población actual, y enclavada a casi mil metros de altitud, la Zona Arqueológica de Acinipo contempla amplios paisajes de las provincias malagueña, gaditana y sevillana.
Este yacimiento demuestra que el presente es un inmueble levantado sobre las ruinas de un edificio anterior, ya que Acinipo se construyó sobre una antigua población fortificada ibérica, u oppidum, que, a su vez, hunde sus raices en este enclave que fue ocupado durante la Prehistoria.
En Acinipo destaca su teatro romano, uno de los mejores conservados de Hispania, pero también encierra algunos elementos visibles de la antigua población, como una vivienda señorial romana, o domus, y unas termas dotadas de una palestra para ejercicios gimnásticos.