Hay quien podría pensar que la Ruta de la Pasa consiste en realizar una visita a todos esos bares donde los puretas acudimos muy de cuando en cuando para recordar tiempos más divertidos. Pero lo cierto es que esta senda no recorre las escombreras de Málaga, sino 62 kilómetros de paisajes hermosos en los que encontraremos bellas localidades que han logrado salvaguardar una tradición que ya era conocida en la época de los árabes: la de las uvas pasas, uno de los mayores tesoros de la comarca axárquica.
Incluso si eres de los que las quitan de los potajes de frutos secos, este trazado es para ti porque, aunque no te infles de este humilde manjar por el camino, siempre podrás disfrutar de unos de los pueblos más deslumbrantes de la provincia malagueña, ricos en cultura, folclore, historia, patrimonio, gentes hospitalarias y laboriosas y el resto de lugares comunes ya conocidos.
Así que, para disfrutar de una de las mejores pasas del mundo (ya quisieran las pasas de California ser la mitad de buenas que las de la Axarquía) lo mejor es echarse a la carretera y visitar los seis municipios que se conectan en esta espacial ruta: Totalán, Comares, Cútar, El Borge, Almáchar y Moclinejo.
En cuanto a la exquisitez de las pasas de la Axarquía, debemos recordar que son un producto exclusivo de nuestra provincia y que por ello cuentan con su Denominación de Origen Málaga. Un fruto ancestral que se produce a partir de uvas moscatel, que se sigue cosechando de forma tradicional y que es secado al sol del mismo modo desde hace siglos. Este proceso natural garantiza su calidad siendo una pasa con unas características únicas en cuanto a sabor, textura y color.
El secreto está en el clima
A los que acudimos al Indiana y demás bares del estilo, bien que nos vendrían los rabillos de pasas para aumentar nuestra memoria, que ya tenemos menos retentiva que Dory la de Buscando a Nemo, y siempre se nos olvida que todo lo bueno que tenemos en la provincia de Málaga nace de su clima privilegiado y de la inestimable complicidad del astro rey.
Y es que esto, junto a sus fértiles tierras, fruto de su envidiable situación geográfica, paso natural entre el mar y el interior, hace que los viñedos crezcan en las mejores condiciones y produzcan unos frutos excepcionales que, tras la vendimia, en los últimos días del verano, se secan en los distintos paseros que todavía hoy se resisten a desaparecer y que configuran gran parte del paisaje de esta zona. Paseros que, orientados al sureste, se asientan en las lomas y los bancales del cambiante entorno axárquico.
Pero que, además, no sólo no se extinguen, sino que cuentan con el apoyo de la Diputación de Málaga para dar el salto al siglo XXI. Así, el ente supramunicipal ha financiado una experiencia piloto para modernizar los lagares de la Axarquía con la instalación de toldos automatizados que se bajarán solos cuando la humedad amenace el proceso de secado.
Modernidad y tradición ancestral se unen de esta forma alrededor de un cultivo llegado de Alejandría y que, aclimatado entre olivos y naranjos, se hizo malagueño. No es de extrañar que durante la producción de las pasas los pueblos celebren cada parte del proceso con festejos.
El Día de la Pasa de El Borge
Por poner un ejemplo de estas jaranas, el Día de la Pasa de El Borge rinde tributo a esta vianda que, como le pasa a tu tía Puri, es un fruto deshidratado, no un fruto seco. Declarado de Interés Turístico, la integración del visitante es una de las señas de esta juerga en la que el pueblo se vuelca al máximo cada tercer domingo de septiembre y en la que los verdiales demuestran su razón de ser.
Durante la jornada se desarrolla un amplio programa de eventos teniendo la pasa como eje primordial de cada uno de ellos, con diferentes demostraciones de las tareas que se realizan para su elaboración: desde la recolección de la uva, traslado, tendido y secado en los paseros, hasta el picado de las pasas, criba, envasado y pisa de la uva moscatel.
Los blancos pueblos de la Ruta de la Pasa
Como hemos escrito, incrustados en buena parte del interior de la comarca de la Axarquía, laderas suaves se alzan entre caminos laberínticos sobre los que se asientan pueblos de pasado árabe. Aquí, los cultivos de la vid parecen romper las leyes físicas al crecer en desniveles imposibles para recibir la dulzura del sol y el sabor de una tierra única.
Y de todo ello seremos testigos durante nuestro recorrido por esta senda pasera: de casas y cortijos, de pueblos de fachadas encaladas, de las panorámicas naturales de las sierras malagueñas y de productos naturales criados con paciencia y cariño.
Totalán
Es inexcusable que si vamos a la localidad totalaneña no visitemos el magnífico Jardín de la Cascada, un rincón que encontramos a la entrada de su casco histórico, lleno de vegetación y sugerentes saltos de agua.
También debemos acercanos al mirador del Zagal, donde se erige la torre del Violín, y donde se conmemora que, en 1483, unos años antes de la toma de Málaga, El Zagal derrotó a parte del ejército cristiano que se desplazó desde Antequera.
En Totalán, además de pasas, debemos comer chanfaina, que es el plato típico por excelencia de la localidad y al que se le celebra cada año una fiesta en su honor el último domingo de noviembre.
Comares
En Comares, si hay ocasión, se debe bailar a ritmo de verdiales. Pero si no es el caso, con asomarnos al Balcón de la Axarquía, uno de los miradores más altos de toda la comarca, ya habremos aprovechado el viaje. Desde este punto es posible ver hasta once pueblos del entorno y perder la vista en el horizonte marino, ya que la localidad está en las estribaciones de los Montes de Málaga a más de 700 metros de altitud.
Además de llenarnos la boca con pasas, lo mejor es perderse por su callejero lleno de historia y visitar la iglesia de la Encarnación, el castillo de la Tahona y su paraje natural con restos arqueológicos.
Cútar
Antes de llegar a esta localidad nos podemos detener en el pequeño rincón verde en el que se ubica su antigua fuente árabe conocida como la Fuente de El Paraíso que, originaria del siglo XIV, mantiene su original diseño.
De calles estrechas y serpenteantes, el hito de Cútar en la Ruta de la Pasa tiene un típico trazado urbano de estilo andalusí y casas blancas. En su iglesia de la Virgen de la Encarnación, del siglo XVI, destaca su torre mudéjar que se divisa desde cualquier punto del paisaje que la circunda.
También hay que visitar el Museo del Monfí que, junto a la fiesta del mismo nombre que se celebra cada octubre, rinde tributo a los musulmanes que en época de las conversiones forzosas tuvieron que abandonar sus casas y huertas y huyeron a las sierras convirtiéndose en proscritos.
El Borge
El municipio alborgeño es otro marcador en la senda pasera que nos recibirá con el Arco de la Pasa a la entrada del pueblo. Este monumento ostenta a ambos lados la representación de dos grandes personalidades de esta tierra: En Baitar, médico y botánico nacido en el siglo XIII, y Martín Vázquez Ciruela, canónigo y teólogo.
Además, en El Borge nos aguardan la Fuente de la Vendimia, sus calles andalusís, su iglesia del Rosario del siglo XVI y su parque ornitológico y botánico La Alcua, un conjunto de vegetación, fuentes, saltos de agua y espacios de paz único en toda la zona de la Axarquía, ideal para tomar un pequeño descanso y relajarnos disfrutando de los cisnes y los pavos reales que habitan entre las bonitas plantas de su entorno.
Almáchar
En este pueblo se levanta el Museo de la Pasa, que es uno de los espacios gastronómicos más curiosos de la provincia de Málaga. Erigido en una casa que revive la arquitectura axarqueña de principios de siglo, el espacio recrea la tradicional forma de vida los labriegos que se han dedicado históricamente a la producción de pasas, mostrando herramientas y enseres: cuerdas de esparto, tijeras de podar, estacas de paseros, cribas o carburas para la siembra nocturna.
De igual modo, en Almáchar nos maravillamos con el imponente campanario de estilo mudéjar de su iglesia de San Mateo, del siglo XVI, obra en la que se pueden apreciar las características estéticas del gótico tardío y del renacimiento. Un par de miradores y callejear por su bello dédalo urbano serán otras de las grandes recompensas por haber decidido realizar esta visita.
Moclinejo
En el último hito para finalizar la Ruta de la Pasa nos aguarda Moclinejo. Pero antes de llegar a este pueblo se debe hacer una parada en la aldea de El Valdés, en la que encontramos una de las casas más peculiares de la comarca: la casa museo en homenaje a la Axarquía. Se reconoce fácilmente por su torreón, que está hecho con materiales reciclados, y por sus ventanas, cada una de su padre y de su madre.
Ya en la localidad moclinejense la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, del siglo XVII, nos aguarda con su torre campanario y sus bellas arcadas de estilo árabe, así como la Bodega Antonio Muñoz Cabrera, donde se conserva en perfecto estado el antiguo lugar de producción y almacenamiento del vino, y donde podremos adquirir caldos secos, semi-dulces y moscatel.