La industria del motor está manchada. El escándalo de las emisiones contaminantes de Volkswagen ha resquebrajado la credibilidad de todo el sector. Renault lo comprobó este jueves después de que se desvelara que el Gobierno francés está investigando las emisiones de sus modelos para comprobar si se ajustan a la legalidad. Y no es el único bajo la lupa.
El análisis, que aún no ha concluido, indica que algunos de sus vehículos emiten más dióxido de carbono (CO2) y más óxido de nitrógeno (NOx) de lo que marca la normativa comunitaria, pero sin voluntad de engaño como sí sucedió con Volkswagen, según el Gobierno francés.
Fue una jornada maratoniana para Renault. Antes de que llegaran las explicaciones de la compañía y del Ejecutivo de Hollande, bastó la simple sospecha de que el fabricante engañaba para llevarse por delante a la acción del grupo. A media mañana, sus títulos se hundieron más de un 20%. Se encaminaba a ser la mayor caída en bolsa de su historia. Una vez dio explicaciones y negó que existan pruebas de manipulación, sus títulos se tomaron un respiro.
Al cierre de la sesión, Renault se dejó un 10,28% en el parqué parisino. Fue suficiente para colocar en el disparadero al resto de la industria. Volkswagen perdió un 3,73% en la jornada, Daimler (la matriz de Mercedes) se dejó un 3,56%, BMW un 3,35%, PSA un 5,05% y Fiat-Chrysler un 7,94%. En este último caso, el grupo italiano vive su particular crisis al margen de las emisiones. Dos concesionarios de Estados Unidos le acusan de ofrecerles incentivos por falsear las ventas. La empresa lo niega, pero su acción también sufre.
Explicaciones a dos investigaciones
Por el momento, sobre Renault no hay ninguna acusación de fraude. Hay sospechas. Las mismas que han sobrevolado a toda la industria desde que en septiembre saltara el escándalo de Volkswagen. En el caso del grupo germano, algunos de sus modelos contaban con un software que permitía manipular las emisiones de dióxido de nitrógeno (NOx) durante los test previos a la comercialización de los modelos. Una vez superados, con los coches ya en carretera, las emisiones se disparaban.
Renault se defiende explicando que todo parte de las investigaciones que ha puesto en marcha el Gobierno galo para comprobar si otras marcas hacían lo mismo que Volkswagen. En su caso, al menos hasta el momento, no se ha probado “la presencia de un programa de trucaje en sus vehículos”, justifica.
Renault se refiere a la Comisión, dependiente del Ministerio de Ecología, que analiza si las emisiones de los vehículos que se comercializan en el país se ajustan a la legalidad. De los 100 modelos que se prevé analizar, la cuarta parte corresponde a Renault. Hasta el momento, se han investigado cuatro vehículos del grupo del rombo y, según la compañía, en ninguno de ellos hay rastro de software o dispositivo manipulador.
Pero hay otra investigación en curso. La que lleva a cabo la Dirección General de la Competencia, el Consumo y la Investigación del Fraude que se ha personado en la sede de la compañía, así como en sus centros de Lardy y de Guyancort para "proceder a un complemento de investigación (...) que permita validar definitivamente los primeros elementos de análisis" de la comisión técnica independiente”, afirma la compañía en un comunicado. Ese “complemento” a la investigación ha conllevado la incautación de varios ordenadores de la empresa.
El Gobierno galo, en su defensa
El Gobierno francés salió a media tarde en defensa de la compañía. La ministra de Ecología, Ségolène Royal, aseguró que las pruebas sobre las emisiones a los fabricantes automovilístico sí han constatado que Renault y otras dos marcas extranjeras que no identificó superan los límites legales, pero no se ha constatado fraude. Es decir, emiten en exceso, pero sin voluntad de engaño.
No es la primera vez que saltan dudas sobre la empresa gala. El primero que puso sobre la mesa que los grandes fabricantes mentían en sus emisiones, en este caso de CO2, fue The International Council on Clean Transportation. Esta organización señaló a mediados de 2015 que algunos grandes fabricantes europeos cambiaban las baterías antes de los test de emisiones para que estas fuesen más bajas que en condiciones reales. Y puso nombres. Mercedes, BMW, Peugeot y Renault. En este caso, señaló que “el salto entre las emisiones reales y las del laboratorio entre el Renault Clio IV [y su antecesor] pasaba del 19% al 34%”.
Renault fabrica en España, en Valladolid y Palencia, sus modelos Megane, Captur y Kadjar
Si al final existe un ‘caso Renault’ tendrá su derivada española. La empresa francesa tiene dos plantas en Castilla y León, en Palencia y Valladolid. En ellas fabrica tres modelos: Megane, Captur y Kadjar. En conjunto, la plantilla de su filial supera las 10.000 personas.
Al igual que en Francia, en España, el Ministerio de Industria también ha puesto en marcha una comisión similar para conocer cómo contaminan los modelos que circulan por nuestras carreteras. Por el momento, no se ha publicado ninguna conclusión ni detalle sobre su trabajo, que se inició el pasado noviembre.