Motor

Hecha la ley, hecha la trampa: un camionero pillado utilizando un emulador de AdBlue

15 diciembre, 2016 22:03

La frase que enuncia el título de este artículo es, posiblemente, uno de los mejores y más escuetos resúmenes de la actual situación en la que miles de conductores incurren cuando de una u otra manera manipulan los sistemas anticontaminación de sus vehículos, especialmente los que equipan motorizaciones diésel. 

Los sistemas anticontaminación del transporte terrestre, ya sea en turismos o en vehículos industriales, han avanzado a pasos agigantados en los últimos años, implementando y popularizando elementos como el sistema de parada y arranque Start&Stop o el filtro antipartículas.

Una de las tecnologías que más se ha extendido entre los vehículos diésel es la de los catalizadores de urea, un sistema que inyecta una pequeña cantidad de AdBlue -urea mezclada con agua- en el escape del vehículo minimizando las emisiones de óxidos de nitrógeno, muy perjudiciales tanto para el medio ambiente como para el ser humano.

El principal inconveniente de este sistema es que requiere rellenar este fluido cada cierto número de kilómetros, que dependiendo del vehículo suele variar entre los 5.000 y los 10.000 km. Esta acción implica, por tanto, un coste añadido para el usuario -multiplicado en el caso de camiones-, así como algunos inconvenientes que pueden llegar a manifestarse en forma de imposibilidad de arranque si el vehículo detecta que no dispone de este fluido. 

Esta semana un camionero ha sido cazado en Navarra utilizando un emulador de AdBlue en el camión que conducía, incurriendo de esta manera en un delito contra el medio ambiente. La utilización de AdBlue es ya obligatoria en todos los camiones nuevos desde hace algún tiempo en toda Europa, desde la entrada en vigor de la norma Euro VI. 

El gran problema al que nos enfrentamos es la facilidad para la anulación de este sistema, que sólo requiere de un emulador electrónico enchufado a la toma de diagnosis del vehículo y que, a día de hoy, tiene un coste medio de 12-14 euros. Además de la utilización de estos sistemas, numerosos talleres ofrecen también reprogramaciones de centralita con las que se anulan los sistemas anticontaminación del vehículo, ocasionando un gran daño ya no sólo a la atmósfera, sino al ser humano.