¿Por qué me la juego al apurar la reserva de combustible?
Un buen estado mecánico es fundamental para que nuestro coche no se convierta en un asiduo de los talleres, ocasionándonos dolores de cabeza y situaciones de peligro innecesarias que muchas veces se pueden evitar con unas sencillas pautas de utilización y mantenimiento.
Sí, todos sabemos que nuestro vehículo necesita un cambio de aceite, la sustitución de algunos filtros, el reemplazo de líquidos refrigerantes y de freno...actuaciones mecánicas necesarias para que nuestro automóvil siga gozando de la buena salud con la que contaba al salir del concesionario.
Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de algo tan sencillo como el "higiene" a la hora de gestionar el combustible de nuestro coche, un elemento necesario para todos pero que puede llevarnos a situaciones peligrosas que, además, pueden desencadenar averías e importantes desembolsos económicos en caso de avería.
El tanque de combustible de nuestros vehículos suele incorporar una o dos bombas de combustible -dependiendo del modelo- que se encargan de tomar el carburante y hacerlo llegar al motor, dónde, sobre todo en los vehículos modernos, es de nuevo impulsado mediante otra bomba hacia el sistema de alimentación del propulsor.
El combustible, por su propia naturaleza, termina descomponiéndose y degradándose con el paso del tiempo. Las bombas de los depósitos suelen estar, normalmente, colocadas en la parte más baja del depósito, donde se pueden formar depósitos y residuos.
Estos residuos pueden ser muy perjudiciales para el sistema de alimentación del motor, que, cada vez más, funcionan con precisión milimétrica y unas presiones de inyección extremadamente altas, sin apenas tolerancias. Esto implica que la más mínima partícula puede ocasionar grandes daños al sistema de inyección, con costes de reparación muy altos.
Circular de forma habitual con poca cantidad de combustible puede dar lugar también a problemas mucho más "banales" como quedarse sin gasolina en medio de un trayecto. Cuando esto ocurre, no sólo nos estamos poniendo en riesgo a nosotros mismos, sino al resto de conductores, que se encuentran ante un vehículo en marcha con menores capacidades de control o con un obstáculo detenido en la carretera.
Además de generar una situación peligrosa ya sea de forma voluntaria o involuntaria, estaremos incurriendo en una falta tipificada en el código de circulación, que comporta una sanción administrativa de 200€, a los que se podrán sumar otros 80€ si además no señalizamos correctamente la situación de nuestro vehículo.