El nombre de Christine Keeler ha vuelto a resonar en los medios de comunicación ingleses, después de que su hijo haya anunciado que pedirá el perdón real póstumo para la icono de los sesenta, que se vio envuelta en un escándalo sexual y fue condenada por perjurio.
Modelo, escort y cabaretera británica, Christine Keeler hizo temblar al Gobierno del país cuando en 1963 se hizo público su affaire con John Profumo, por entonces ministro para la Guerra, y se descubrió que al mismo tiempo había estado con un espía ruso, todo ello en los años más duros de la Guerra Fría.
La relación entre Keeler, que entonces tenía 19 años, y Profumo, parlamentario del Partido Conservador de 48 años, comenzó y terminó en 1961. Solamente duró unas semanas, ya que fue cortada por el secretario del Gobierno, que conoció su existencia a raíz de un informe del servicio de inteligencia británico.
Sin embargo, el paso de los años no hizo que la noticia fuese menos explosiva ya que la relación simultánea de Keeler con Profumo y Yevgeni Ivanov, un espía ruso que trabajaba como agregado militar en la embajada soviética, era un potencial peligro para la seguridad nacional.
En marzo de 1963, cuando lo que había eran "rumores", Profumo compareció en el Parlamento y negó cualquier "relación impropia" con Keeler. Pero tres meses tuvo que dimitir ya que se vio obligado a admitir su mentira, después de que salieran a la luz detalles de su corto noviazgo.
Mientras tanto, Keeler estaba en boca de todos, no solo por el 'caso Profumo', como se denominó al escándalo, sino por una sugerente sesión de fotos que realizó para promocionar la película The Christine Keeler Story (que abordaba su relación con el político), se ha convertido en parte de la historia del país.
En ella, la modelo posa desnuda pero no se ve casi ninguna parte de su cuerpo ya que está sentada en una silla con las piernas abiertas, pero tapada por el respaldo. Las imágenes, realizadas por el fotógrafo Lewis Morley, se hicieron tan famosas que dicha silla, modelo 3107, se encuentra expuesta en el Victoria and Albert Museum de Londres.
Condenada por perjurio
El motivo por el que su hijo, Seymour Platt, pide el perdón póstumo para su madre, es la condena a nueve meses de cárcel por cometer perjurio en un juicio. En abril de 1963, Keeler fue atacada en la casa de un amigo. Ella acusó al cantante de jazz, Lucky Gordon, con quien había salido años justo después de haber roto con Profumo (1961).
Durante el juicio, Gordon sostuvo que era inocente y aseguró que lo demostraría con dos testigos que, según dijo la Policía al tribunal, no pudieron ser encontrados. El 7 de junio, dos días después de empezar el proceso y basándose principalmente en las pruebas de Keeler, Gordon fue declarado culpable y condenado a tres años de prisión.
Pero en julio, el Tribunal de Apelación anuló su condena ya que encontraron a los dos testigos desaparecidos, que declararon que la evidencia proporcionada por Keeler era falsa. Unos meses más tarde, en diciembre de ese año, Keeler se declaró culpable de los cargos de perjurio ante Sir Anthony Hawke, el Registrador de Londres, y fue sentenciada a nueve meses de prisión, de los que cumplió cuatro meses y medio.
Sobre ella y su forma de vida cayó todo el peso de la opinión pública a lo largo del juicio, y algunos medios británicos han apuntado a que su condena fue una forma de castigo por haber ridiculizado al gobierno.
El hijo de la modelo quiere demostrar que su madre sufrió discriminación por ser mujer y que en la actualidad no habría sido condenada. Según The Times, Seymour Platt, de 49 años, argumentará que "su evidencia falsa no fue fundamental para el juicio y, por lo tanto, no debería haber resultado en una condena por perjurio".
Asimismo, su equipo legal presionará al Lord Canciller -el segundo puesto entre los grandes oficiales de Estado- para que recomiende que la Reina que conceda un perdón póstumo usando el precedente de Alan Turing, un importante científico que en los años 50 fue procesado por ser homosexual y que fue indultado en 2013, un año después de su fallecimiento.
"Es extraño que Keeler fuese procesada por perjurio cuando fue sometida a una agresión violenta y mintió sobre quién estaba presente, y no sobre la agresión", explicó a The Times Flicity Gerry, la abogada contratada por Platt y que ostenta el título de Queen's Counsel (abogada de la Reina). "El perjurio requiere pruebas de una mentira material. En estos días, los fiscales no están dispuestos a enjuiciar a las mujeres que son víctimas de violencia", añadió al diario británico.
Después de la condena, Keeler se alejó bastante del foco mediático, aunque continuó apareciendo de forma ocasional. Por ejemplo, años más tarde declaró en un programa de televisión que en los años 70 más que vivir, "sobrevivió".
Se casó dos veces y tuvo dos hijos (uno de cada matrimonio). Sin embargo, gran parte de su vida la pasó sola. El hijo mayor fue criado por la madre de Keeler, con la que casi no se hablaba, y ella misma aseguró que sus hijos no querían ser relacionados con "una maldita puta".
A lo largo del tiempo se han hecho varios libros, ensayos, películas y series sobre su vida y el caso Profumo. La última, la miniserie que la BBC lanzó a finales de 2019 titulada The trial of Christine Keeler.