"Picasso es un maltratador como Antonio David Flores": la denuncia feminista en pleno museo
La artista Maria Llopis ha organizado una acción con sus alumnos: han acudido al Museo Picasso con camisetas reivindicativas y defienden el legado de Dora Maar.
1 junio, 2021 19:07Noticias relacionadas
La artista feminista María Llopis le ha tocado -otra vez- las narices al machismo y el machismo, que es violento, vengativo y que lleva siglos entrenado en silenciar las voces de las mujeres disidentes, se lo ha hecho pagar con troleo y censura: tras organizar una acción que consistía en llevar a los alumnos de su curso de arte de la Massana al Museo Picasso con camisetas que rezaban ‘Picasso maltratador’, ha comenzado a recibir cantidades ingentes de insultos y de denuncias virtuales e Instagram ha inhabilitado su cuenta profesional. “Nos prefieren calladitas”, ha denunciado Llopis.
Otras de las camisetas que vestían las integrantes de la acción gritaban ‘Picasso, la sombra de Dora Maar’, ‘Picasso, women abuser’, ‘Dora Maar, presente’ o ‘Picasso es Antonio David Flores’: los alumnos se han fotografiado con esos mensajes junto a las obras del pintor, caminando pacíficamente por las salas del museo. “Llevo meses tratando este tema en el contexto de mis cursos de arte y feminismo: la cuestión de las mujeres artistas que han quedado ensombrecidas por la obra de sus parejas artistas, como, por ejemplo, Camille Claudel, siempre a la sombra de Rodin”, explica Llopis a este periódico.
“Ella era una escultora súper potente, pero su nombre ha quedado relegado a ser la amante de Rodin. La silenciaron por ser mujer y por los imperativos de la época, y la encerraron en un psiquiátrico ¡treinta años, a la pobre!, sin ni siquiera estar loca. O el caso de Dora Maar, que es el que está trayendo tanta cola: conoció a Picasso con treinta años siendo una reputada fotógrafa surrealista, y, según reseñan todas las biografías, él le pegaba tales palizas que la dejaba inconsciente”, resopla.
“Alentada por Picasso, llegó incluso a dejar la fotografía. Tú imagínate que Picasso a los 30 años hubiese dejado de pintar condicionad por una mujer. Sería como: ¿perdón? ¡Si lo estás petando! Pues sí, así sucedió. Ella no se recuperó más. Acabó machacada por él. Veinte años después, cuando lo dejaron, ella intentó volver a su trabajo pero ya era una señora mayor con muchos problemas”, relata.
Palizas a Dora Maar
Cuenta la experta que ahondando en sus clases en la figura de Dora Maar, trató de visibilizar hasta qué punto había sido maltratada por Picasso. “No era únicamente una relación tormentosa, que es como siempre se maquillan estos asuntos”, lanza. “Nada de ‘ah, era un genio, era muy pasional’… no. Le metió mucha caña. Hay muchas formas de ejercer violencia, no sólo la física, por eso me gusta la comparación con David Flores”.
Recuerda que “si Antonio David Flores le hubiera pegado una enorme paliza a Rociíto no habría duda de que estamos hablando de un maltratador”, pero fue mucho más sibilino. “Depende de en qué sectores de la sociedad, pero ahora la gente se cuida mucho de pegar una paliza porque es muy evidente de que se trata de violencia: cada vez más a menudo, la violencia toma otras formas. Lo digo porque en este caso nadie puede ni debe tener ninguna duda, al contrario de lo que se hace con la violencia psicológica, que es muy difícil de probar, de demostrar”.
Celebra la artista que “el documental de Rociíto, de rabiosa actualidad”, haya servido para retratar tan bien “la violencia psicológica”. “Y no sólo eso, claro. También la violencia vicaria. Todo el tema de los críos. Antonio David se lleva al niño de vacaciones, no lo devuelve y no pasa nada, pero Juana Rivas se lleva a sus hijos un mes y es una mala madre a la que se le quita la custodia y se ordena su ingreso en prisión. Es terrible comprobar los distintos baremos con los que somos juzgados”.
Separar obra del artista
La intención de Llopis, subraya, es visibilizar estas desigualdades y, fundamentalmente, reivindicar el nombre y la obra de las mujeres que vivieron a la sombra de esos genios siendo también ellas notablemente talentosas. “Yo no pienso que el Museo Picasso debiera cerrar ni que haya que quemar sus obras. Soy una gran defensora de separar la obra del artista… sí, pero con todos los datos. Igual que Picasso cambió la historia del arte, igual que era calvo, y de Málaga, también era un maltratador y eso hay que decirlo. Nadie es nada a tiempo completo, el ser humano tiene muchas aristas”, expresa.
De Picasso conocíamos ya su misoginia y cómo cambiaba su mirada hacia las mujeres de su vida en el lienzo según iba corrompiéndose la relación: empezaba retratándolas hermosas, realistas, evocadoras, sensuales, y acababan siendo abstractas, monstruosas, desgraciadas, como tratando -él- de romperlas mediante su arte. “Con Dora Maar hizo eso: siempre era la mujer retratada que llora, la mujer rota, la mujer destrozada. Esas obras hay que entenderlas así, como el retrato de una mujer maltratada hecho por su maltratador después de acabar con su carrera artística, con su autoestima y con su dignidad. 30 años de maltrato”.
Le parece ridículo que se dediquen exposiciones temporales a Picasso hablando de cualquier tentáculo de su vida o su obra pero nunca sobre su faceta machista. “Ahora hay una que se llama ‘Las joyas del artista’ y donde aparece Picasso poniendo joyas a estas mujeres… por favor, basta de mirar para otro lado. Basta de ocultar parte de la historia”.
Visibilizar su trabajo
¿Obtuvo algún tipo de reacción o de incomodidad Llopis cuando se presentó en el Museo con sus alumnos ataviados con esas camisetas? “Fue una acción muy tranquila. Vimos las salas, recorrimos la exposición con nuestras camisetas y no pasó nada más. Sí hubo un poco de revuelo cuando entramos, porque nos iban siguiendo y hablando por los pinganillos, bajó alguien de la dirección...”, ríe. “Pero se quedó en nada. Igual esperaban algo más que no llegó. Ellos actuaron inteligentemente, claro”.
Su enfoque hacia esta problemática es centrarse, como decíamos, en la obra de ellas para empezar a saldar esa deuda histórica. “Nos quedan dos sesiones en clase y vamos a hacer un proyecto de comisariar la obra de mujeres que estuvieron con Picasso y que fueron bailarinas, pintoras, fotógrafas… eran en su mayoría artistas. Siempre pongo fotos de sus obras, no fotos de ellas ni retratos de ellas hechos por el artista, porque esto también es muy habitual y no es lo que me interesa: eso ya tiene mucha visibilidad. Tenemos que entender lo que ellas nos quisieron decir”.
Cita también el caso de Jeanne Hébuterne y Modigliani: “Ella era una cría prodigio. Pintaba desde muy pequeña, su padre la metió en Bellas Artes… y vemos cómo ya desde antes de conocer a Modigliani tenían un estilo muy parecido, lo que nos hace pensar que se inspiró en ella”, desliza. “Basta de contar la historia en la que ellas son sólo musas o ‘mujeres de’. ¡O Alma Mahler, que compuso hasta que se casó con Gustave Mahler! Él le prohibió seguir componiendo y le permitía sólo corregir sus piezas. No deben interesarnos las fotos de ellas ni lo monas que eran ni lo divinas que estaban: respetémoslas, estudiémoslas y lamentémonos de que no las dejaran seguir trabajando”.