Las mujeres rurales han sido por fin escuchas. Irene Montero hablaba sobre su desigual situación y precariedad al explicar que "la masculinización del medio rural hace que la lucha para reducir la brecha de género en estos territorios sea fundamental". Un problema que quiere abordar destinando 32,5 millones de euros en "favorecer la conciliación y corresponsabilidad", así como en "dar recursos asistenciales y de apoyo a las víctimas de violencia contra las mujeres" en estos entornos. Así se recoge en el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2022 facilitado por el Ministerio de Hacienda y Función Pública a EL ESPAÑOL.
Porque como dice la activista Lucia López Marco "una cosa es hablar del rural y otra vivir en él y conocer su realidad". ¿Cómo es la vida de la mujer rural? ¿Qué retos deben afrontar?
Responder con certeza a estas preguntas perece complicado, y eso se debe a que las voces de aquellas que habitan y travajan en el campo, alejadas de las grandes ciudades son más silenciadas e ignoradas que el resto. ¿Son menos lícitos sus discursos? ¿Por qué se aplica sobre ellas cierto sentimiento de inferioridad, incluso con aire paternalista? De estas inquietudes surgen textos literarios como los de la poeta Irene Solà o proyectos premiados como Mallata, impulsado en marzo del año 2015 por Lucía López Marco para compartir iniciativas, información sobre el medio rural, agroecología y ganadería extensiva.
Hermanas de tierra
En aragonés, mallata es un lugar en mitad del campo o de la montaña que sirve como refugio al ganado y los pastores en las noches que se dedican al pastoreo o la trashumancia, en zonas al aire libre. Este es precisamente el nombre que ha escogido Lucía López para su proyecto.
"Este espacio nace para ser una mallata, un refugio donde encontrar información sobre agroecología, soberanía alimenticia, medio rural y ganadería extensiva, un espacio para compartirla y para que trashume a otras mallatas, y así, poco a poco, provocar en la conciencia de todo el mundo la necesidad de cambiar el sistema productivo actual", dice en su página web, donde también hay un espacio dedicado a información y propuestas por y para las mujeres que viven en el medio rural: estudios, cursos, jornadas, vivencias, publicaciones, etc. de interés sobre la mujer rural.
"De mayor quiero ser pastora", afirma con orgullo López, que se licenció en Veterinaria y tiene un máster en Agroecología, Desarrollo Rural y Agroturismo porque ya desde pequeña tenía claro cual era su pasión. Desde que finalizó sus estudios, ha trabajado y colaborado en diversos proyectos en torno a la ganadería sostenible, el desarrollo rural y la soberanía alimentaria en Bolivia, Alemania, Aragón y Cantabria. Actualmente vive en un pequeño pueblo del Pirineo Aragonés, donde trabaja como coordinadora en Aragón de la ONG Justicia Alimentaria y dirige su proyecto Mallata.
Además de todas estas iniciativas y con motivo del 8 de Marzo, María Sánchez y Lucía López Marco se unen para escribir su manifiesto Por un feminismo de hermanas de tierra, con el fin de visibilizar la realidad de las mujeres rurales. "Queremos reivindicar el tierratrabajo. Queremos seguir luchando por tener acceso a la tierra y a una vivienda digna en el medio rural", se puede leer en el manifiesto. "Gracias a todas esas mujeres que no dejan ni un solo día de cuidar de su ganado, de la tierra, de preservar nuestras razas autóctonas y semillas locales, manteniendo nuestros ecosistemas y su biodiversidad. Nuestro trabajo sigue siendo invisible y no reconocido", añaden.
Literatura rural
No sabemos si han sido los largos meses de confinamiento con vistas a altos edificios y carreteras, o si el pararnos a pensar nos ha ayudado a revalorar el entorno natural. Lo que sí es seguro que es lo rural y campestre está de moda, y se ha idealizado de forma superficial hasta tal punto que muchas personas desconocen los grandes retos y desigualdades que implica la vida campestre.
Una voz esencial que ha ayudado a poner la lupa en la vida rural es la poeta Irene Solà, que vive en Malla, un pueblo barcelonés de la comarca de Osona en el centro de la Plana de Vich. Su novela más conocida es Canto yo y la montaña baila (2019) ganadora del Premio Anagrama de Novela en catalán y del Premio de literatura de la Unión Europea. Esta novela localizada en los Pirineos maravilla por entremezclar el lenguaje poético y las leyendas locales con la voz propia de la naturaleza. Solà ha cautivado de nuevo a crítica y lectores con Los diques (2021). Con suescritura, la autora nos traslada al mundo rural, nos permite echar un vistazo a la vida rodeada de naturaleza y lejos del estrés de la metrópoli. A veces con cierta fantasía, otras con una realidad que estremece.
Al igual que Ana Tena Puy, que lleva décadas hablando de la vida en el medio rural, y conoce en primera persona lo que implica el éxodo rural y la vuelta a una vida en el campo. Unas reflexiones que se recogen en Ta one im (Adónde vamos), publicada en 1997. Otra mujer que defiende el medio rural y que comparte su pasión por la cultura del campo es María Sánchez, que en sus tres obras publicadas, Cuaderno de Campo (2017), Tierra de mujeres (2019) y Almáciga (2020) pone el foco en la situación de las mujeres.
También hay que destacar el trabajo de Olga Novo, una poeta gallega residente en Vilarmao, una localidad de 13 habitantes perteneciente a la parroquia de Castroncelos, en la provincia de Lugo, que ha recibido el Premio Nacional de Poesía por su obra Feliz Idade (2019). Anteriormente había publicado los poemarios A teta sobre o sol (1996), Nós nus (1997), A cousa vermella (2004), y Cráter (2011), así como el ensayo Por un vocabulario galego do sexo. A terminoloxía erótica de Claudio Rodríguez Fer (1995).
Cambios reales
Además de las palabras de Irene Montero, el Instituto de las Mujeres pone en marcha la nueva plataforma virtual Desafio Mujer Rural, que incluye un programa formativo para el emprendimiento y la consolidación de empresas de mujeres en el medio rural, cofinanciado por el Fondo Social Europeo.
La plataforma Desafío Mujer Rural tiene como objetivo "aportar herramientas que contribuyan al desarrollo sostenible y a una organización de la vida que permita afrontar los retos que plantean el despoblamiento, las dificultades y precariedad laboral, y el acceso a la vivienda y los servicios públicos en el medio rural", según indicaban en la nota de prensa. Una puesta en marcha para conseguir que por fin la mujer rural tenga el espacio y el reconocmiento que su durísimo trabajo se merece.