Así es la ‘moda de la esperanza’: estas mujeres salvaron su vida gracias a sus proyectos fashion
- Las empresarias Angelina Vlasiuk, Mariola Marcet y Sheila Escot consiguen transformar las dificultades en proyectos esperanzadores.
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Las razones por las que nos vestimos son variadas. Carolyn Mair en La psicología de la moda señala algunas como "proteger y adornar el cuerpo, ampliar sus capacidades y comunicar aspectos psicológicos y físicos de nuestro yo y nuestra identidad a través de la comunicación visual y no verbal". Pero una de las más populares es la de "empoderarnos e incluso mejorar nuestro pensamiento". En definitiva, para sentirnos bien, para abrazar cierto optimismo. Esperanza, incluso.
Teniendo en cuenta los conflictos internacionales, los problemas con la vivienda, el desplome del 6,1% de la facturación del textil en la industria del cuero y el calzado que el Instituto Nacional de Estadística ha reportado o los cientos de millones de Shein factura en España, no siempre es fácil experimentarla; mucho menos, mantenerla. Sin embargo, en esos momentos inciertos, la moda puede ser un faro y perfilar un futuro mejor, tanto para los particulares como para la propia industria.
Angelina Vlasiuk, fundadora de la marca 'SAYHEY', es uno de esos ejemplos que hacen creer en la resiliencia: la ucraniana empezó su proyecto de moda tres meses después de que la guerra que afecta su país estallase y pusiese su vida, como la de tantas otras personas, patas arriba.
La historia detrás de 'SAYHEY'
"Había estado pensando en crear la marca antes, pero estaba demasiado ocupada con mi carrera de marketing", cuenta Vlasiuk. "Cuando comenzó la guerra, me hizo reconsiderar todo en mi vida: mis elecciones diarias y cómo vivo cada momento. Al darme cuenta de lo importante que es valorar cada día, elegí una forma de vida diferente".
El germen ya estaba ahí: la ucraniana afincada actualmente en Madrid creció rodeada de moda de segunda mano, lo que por aquel entonces "resultaba un tanto vergonzoso, especialmente en mi pequeña ciudad en el oeste de Ucrania, donde la autoexpresión a través de la moda no era muy común a principios de la década de los 2000". Tanto que incluso llegó a vivir episodios de acoso escolar debido a la ropa que llevaba, lo que le llevó a "contener" esa pulsión durante unos años.
El tiempo la llevó a desarrollar una carrera en marketing no especialmente convencional, ya que se vinculó a una ONG y pudo enseñar marketing a distintos públicos, pero la moda seguía vibrando dentro, incluso cuando el panorama no parecía acompañar. Pero estaba dispuesta a cambiarlo: 'SAYHEY' trabaja con artesanos ucranianos para mostrar al mundo su talento.
"Me mudé a los Países Bajos, donde viví casi dos años, y trabajé de forma remota con mi equipo ucraniano para crear mi primera colección", cuenta. "Esa colección se inspiró en las flores de la cultura ucraniana y me ayudó a transformar el dolor que sentía a causa de la guerra en un profundo amor por mi país, su cultura y mi expresión creativa". Una que se ha visto amenazada en más de una ocasión por el conflicto bélico.
"Soy originaria de la parte occidental de Ucrania, donde no había batallas activas, pero aun así éramos vulnerables a los ataques con drones y misiles", cuenta la fundadora de 'SAYHEY'. "Lo único que puede detener la producción es cuando se ataca una infraestructura crítica, lo que provoca cortes del suministro de cuatro a ocho horas al día".
"Durante esos períodos, es difícil cumplir con los plazos, pero siempre trato de planificar con anticipación y para mí es importante apoyar a mi equipo, pagarles los salarios y darles la oportunidad de trabajar, ya que no todos quieren o pueden salir del país: intento hacer todo lo posible para apoyarlos tanto como sea posible", aclara.
Prendas con hasta cuatro vidas
El apoyo a las redes productivas y sociales es parte esencial de esos proyectos de moda que dejan huella en la sociedad y en los individuos, y resultan críticos en una época hiperconectada que, paradójicamente, parece mantener a las personas separadas y alejadas del poder de la comunidad. 'Upcyclick', una compañía española que tiene en lo colectivo uno de sus pilares, es una muestra perfecta de ello.
"Hemos conseguido conectar a muchas personas personal y profesionalmente", cuenta Mariola Marcet, diseñadora multidisciplinar, docente en el Máster de Moda Sostenible de la EASD Valencia, colaboradora de la escuela Barreira y fundadora de 'Upcyclick'. "Diseñadores con diseñadores, diseñadores con productores, excedentes de una fábrica que le servían a otra como materia prima para un producto que tenían que lanzar... Las conexiones han sido de muchos tipos".
Porque esa es parte de la esencia de un proyecto que surgió en 2016: facilitar la comunicación y el trabajo entre particulares y profesionales para darle una segunda (o tercera o cuarta) vida a las prendas. Se trata de rescatar las prendas que has aborrecido de tu armario, buscar un diseño que te guste y conectar con un fashion maker que transformará la prenda a tu gusto. Solo que los años y las demandas legales y sociales han hecho que tanto 'Upcyclick' como Mariola también pongan el foco en las empresas.
"Cada vez más compañías están demandando formación en circularidad, pero no por motivación propia, sino por las leyes que vienen de la Unión Europea", comenta Marcet haciendo gala de una esperanza sensata. "Hasta que la UE ha establecido unas leyes para que las empresas sean circulares y en contra del greenwashing, la mayoría de las empresas no se han puesto las pilas, y los mecanismos de las grandes cuestan mucho de mover".
Pero el optimismo no abandona a la de Benidorm. "Confío en que, entre las leyes, la concienciación creciente de la gente y la verdadera motivación de muchas empresas, se consiga revertir la situación. El trabajo de los influencers me parece clave". Ella, a su modo, lo fue cuando la segunda mano no era algo sexy y atractivo entre las generaciones jóvenes.
En 2011, empezó intercambios de ropa como hobby bajo el nombre de 'De armario a armario', lo que la llevó a un programa de aceleración especial para proyectos sociales y de ahí, a 'Upcyclick'. Pero dar el paso no fue fácil: "Estaba asentada, tenía 33 años, un trabajo fijo en un estudio de interiorismo en el que hacíamos proyectos muy chulos y acababa de ser madre; se supone que necesitaba tranquilidad".
Sin embargo, esa pasión por la moda y su situación personal la hicieron romper con todo: "Mi objetivo principal fue hacer algo que contribuyera a un futuro mejor para mi hijo (ahora, son dos). Quería contribuir a ser parte de la solución, no del problema".
Esa fue otra de las motivaciones que llevaron a Sheila Escot a lanzar 'Qosmic', una nueva marca de lujo sostenible centrada, de momento, en la producción responsable de bolsos con materiales innovadores: romper un círculo vicioso en el que muchas mujeres con proyección se encuentran.
Lujo y sostenibilidad
"Antes de lanzar 'Qosmic', yo era controller corporativa en un grupo de empresas cotizado, un proveedor textil de grandes marcas", explica Escot. "Mi última etapa estuvo principalmente localizada en Portugal, donde estaba la división de lujo; cogía entre dos y tres vuelos a la semana y trabajaba 16 horas al día".
Entonces, se quedó embarazada y se dio "de auténticas bruces" con el techo de cristal. "Fruto de la inevitable reflexión y el cuestionamiento tanto humano como ético, y de la experiencia trabajando en lujo, se empezaron a alinear los planetas y casi con mi hija, nació 'Qosmic': una marca de bolsos y complementos de alta gama que apostase de manera contundente por la mujer de negocios, con un carácter sostenible, humano y ético".
Sobre el papel, parece sencillo. No lo fue. "En particular, a mí lo que más me costó fue la parte no solo de renunciar durante largo tiempo a un sueldo para montar el proyecto, sino el abandonar el mundo profesional y renunciar a toda esa trayectoria con la que podría haber seguido", reflexiona. "Esas renuncias nunca son fáciles: estás cambiando el ganarte la vida con estabilidad por un proyecto con mucho mayor riesgo, pero todo se hace con ilusión y con un propósito".
El de Escot y 'Qosmic' es el de reunir a mujeres en el mundo profesional, tanto desde el lado de la venta como de la producción, "respetando al artesano, a su obra y el lugar en que habitamos, fabricando el producto prácticamente al completo en materiales de carácter sostenible". Es decir, ser un "paraguas que cada día englobe el poder cuidar de cada vez más personas y su entorno". En el paraguas están también todas esas fundadoras y mujeres que cada día se visten.
"La ropa y los complementos pueden dibujar una extensión de nosotras mismas, de lo que somos, de cómo nos sentimos", sostiene Sheila Escot. "Y también nos aportan confort, seguridad, inspiración, creatividad... Lo que nos acompaña no es solo un acto de rutina, sino que también se convierte en vitaminas a nivel emocional".
"La moda es un reflejo de lo que pasa en la sociedad y puede ser también que a través de la moda, la sociedad haga cambios", continúa Mariola Marcet. "Para mí, la moda es un instrumento para expresarme; vistiéndome de cierta manera, me siento mejor o me ayuda a expresar sin palabras lo que quiero transmitir. Por eso es importante que cuando vayamos a comprar una prenda pensemos que es lo que queremos transmitir: ¿quiero comprar en una tienda en la que sé que vulneran los derechos de los trabajadores?, ¿quiero expresar que antepongo "ir a la moda" al planeta?"
"A veces, cuando la situación es abrumadora, y sucede a menudo, pienso en dejarlo", confiesa Angelina Vlasiuk. "Es complicado y a menudo siento que no puedo hacerlo, pero luego imagino mi vida sin 'SAYHEY' y la oportunidad de crear y lo veo todo gris, así que me digo a mí misma que seguiré, porque me da energía e inspiración".
Estas tres mujeres coinciden en que la moda puede ayudar a transitar momentos difíciles y que ayuda a mantener la esperanza. "Me ha dado esperanza y me ha permitido ver la luz al final del túnel", afirma Vlasiuk. "Sinceramente, no sé cómo habría llevado toda esta situación sin la marca: es mi pasión, mi alma, mi manera de expresarme y una oportunidad de ayudar a Ucrania y compartir su historia con Europa".
"Este proceso me ha enseñado a rodearme de gente auténtica y sin máscaras, y esta iniciativa está atrayendo a mujeres fascinantes hacia él, con trayectorias personales y profesionales deslumbrantes", cuenta Escot sobre Qosmic. "Doy gracias a la vida por haberlas puesto en mi camino y que podamos inspirarnos".
Marcet coincide: "Si te entusiasma algo que coincide con tus valores, vale la pena ir a por ello; todo lo que hacemos en la vida nos enseña cosas y nos lleva a hacer otras. Para generar movimiento, hay que moverse: el camino no es fácil, es largo, pero hay que disfrutarlo y disfrutar de todas las personas que vas conociendo".