El milagro olvidado de 11 españolas que resistieron al infierno nazi: honradas en Francia y no en España
Un libro recoge las biografías escalofriantes de un grupo de mujeres españolas que sobrevivieron a los campos de exterminio, al infierno en vida.
26 mayo, 2021 02:07Noticias relacionadas
El 7 de diciembre de 1941, la Alemania nazi firmó un decreto que amparaba la eliminación física de todos los enemigos políticos del régimen. Fue una operación clandestina que buscaba deportar a los campos de exterminio a los opositores y allí hacerlos desaparecer en las cámaras de gas. La macabra perversidad que guiaba a Hitler le hizo bautizar la directiva como "Noche y Niebla" (Nacht und Nebel), inspirándose en un canto de la ópera wagneriana El oro del Rin: la primera simbolizaba la oscuridad, la muerte; y la segunda ese color grisáceo de las nubes que escupían las chimeneas de los crematorios.
Ese temible estatus, cosido en los uniformes y pijamas de los prisioneros, fue el que recibieron Alfonsina Bueno Vela y Lola García Echevarrieta a su llegada al campo de Ravensbrück. Ambas, exiliadas republicanas en Francia, habían sido detenidas por los nazis por colaborar con la Resistencia. Milagrosamente sobrevivieron durante un año a las vejaciones y experimentos efectuados por los —y las— guardias de las SS y al traslado al campo de Mauthausen, donde serían liberadas a comienzos de mayo de 1945 junto a otros cuatro mil compatriotas. A pesar de la etiqueta condenatoria, habían logrado esquivar al Holocausto.
Alfonsina y Lola son dos de las protagonistas de Noche y Niebla en los campos nazis (Espasa), la nueva obra de la periodista y escritora Mónica G. Álvarez, un amalgama entre el ensayo histórico, el reportaje periodístico y el relato memorialístico que reconstruye las biografías de once de las cuatrocientas mujeres españolas que fueron encerradas en un auténtico infierno. Un libro que describe unas historias y una tragedia que el paso del tiempo no debe adormecer, y que ensambla casos extremos de respuesta ante la traumática experiencia: desde la militancia y beligerancia públicas de Neus Català, la Paloma de Ravensbrück, hasta el silencio casi inquebrantable de Olvido Fanjul Camín, a quien sus hijos solo descubrieron de verdad una vez muerta.
Es una lectura escalofriante, no solo por las penurias y atrocidades relativas a los campos de exterminio, sino también por las vidas quebradas de estas mujeres, que debieron sortear obstáculos y encrucijadas a cada cual más ardua. La propia Olvido, una gijonesa feminista y comunista, una "niña de la guerra" exiliada en la URSS, perdió a su primer marido durante la II Guerra Mundial. Fue arrestada por las fuerzas nazis en Leningrado —probablemente por miembros de la División Azul— y trasladada a una prisión en Tallin, Estonia, donde dio a luz a un niño al que llamó Dimitri, como su padre. A los tres meses se lo arrebataron, le dijeron que lo destinaban "al servicio de Hitler" y nunca más lo volvió a ver.
Mónica G. Álvarez explica que investigar y escribir el libro la dejó "emocionalmente muy tocada": "Me he roto y he llorado muchas veces leyendo documentación, viendo fotos que tenía que seleccionar de cara al álbum [del final, con casi 200 imágenes], redactando los momentos más duros en el campo y cuando llegan a sus ciudades y las rechazan, o cuando he hablado con sus familiares. Al final te implicas con estas historias tan duras…". A través de los testimonios orales de los descendientes, la autora ha querido dibujar la faceta más humana de cada mujer.
Olvido Fanjul, Elisa Garrido Gracia, Neus Català, Braulia Cánovas Mulero, Alfonsina Bueno, Elisa Ricol López, Constanza Martínez Prieto, Mercedes Núñez Targa, Conchita Grangé Beleta, Lola García y Violeta Friedman, las once protagonistas del libro, comparten el milagro de sobrevivir a Ravensbrück y otros campos de exterminio. También los ideales políticos izquierdistas: todas ellas, férreas combatientes del nazismo y el fascismo a través de la Resistencia francesa, se relacionaron con los círculos socialistas, comunistas y anarquistas del periodo de entreguerras.
El olvido
Sin embargo, la característica que más une a este grupo, apunta Mónica G. Álvarez, es "su lucha contra las injusticias, la intolerancia y cualquier forma de opresión que pudiese coartar su libertad. Eran adelantadas a su tiempo hablando de un mundo de democracia, igualdad y feminismo. No lucharon solamente por ellas, sino para que los demás pudiésemos disfrutar de esa justicia y libertad. Fue una lucha definitivamente altruista".
La biografía que más descarrila de esta descripción es la de Violeta Friedman, paradójicamente la más terrible de todas, según la autora. Enviada a Auschwitz con 14 años, la joven vio cómo exterminaban a toda su familia menos a ella y a su hermana. Guardó silencio, tratando de olvidar lo inolvidable, durante 39 años, hasta que escuchó por la radio las barbaridades de Léon Degrelle, excoronel de las SS y negacionista del Holocausto. Desde entonces se convirtió en la punta de lanza contra el antisemitismo en España. "Aquí, una persona puede ir a la cárcel por delitos de odio gracias a ella", destaca la escritora y periodista citando el largo proceso judicial que desembocó en el artículo 510 del Código Penal.
La mayoría de sus nombres, a pesar de un sacrificio que no encuentra calificativos, ha caído en el olvido. "No ha habido un reconocimiento a nivel español de estas mujeres españolas deportadas", lamenta la autora. Los homenajes más importantes los ha otorgado el Gobierno francés: a Conchita Grangé, por ejemplo, le concedió cinco de las medallas más relevantes, entre ellas la Legión de Honor, y Neus Català da nombre a un paseo de París.
En territorio peninsular, exceptuando el caso de la Paloma de Ravensbrück, que recibió la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat, los recuerdos se reducen a un par de calles en los pueblos de origen, como sucede con Elisa Garrido en Magallón (Zaragoza), un monumento —a Braulia Cánovas en Alhama de Murcia— o un grafiti, dedicado a Alfonsina Bueno en Berga (Barcelona). Mónica G. Álvarez opina que al menos debería dedicarse una escultura a nivel estatal para recordar a las mujeres españolas deportadas a los campos nazis que lucharon por la democracia, la justicia y la libertad.
¿Qué les preguntaría Mónica G. Álvarez si las tuviese delante? "A qué os aferrabais realmente para poder sobrevivir en aquel infierno en la tierra, cómo erais capaces de reíros y ausentaros de la realidad, crear un mundo onírico en algunos momentos, para no moriros del dolor. También que por qué afrontaron sus miedos —si fue por ellas o por los que no pudieron alzar la voz—. Seguramente me responderían que por las generaciones venideras", zanja la escritora. "Mi trabajo divulgando es para que estas historias se conozcan y no se repitan, pero sigo sin entender cómo pudieron sobrevivir".