Rebelde, judía y refugiada: así era la filósofa ‘outsider’ Hannah Arendt que revolucionó la forma de pensar
Un nuevo libro sobre una de las pensadoras más influyentes del siglo XX vuelve a poner en valor su figura y su trepidante vida.
9 febrero, 2024 16:00Estos días se presenta un nuevo libro de la editorial Báltica titulado simplemente Hannah Arendt. El libro, una investigación de la autora Samantha Rose, comienza con una frase de la protagonista: "¿Cuál es el objeto de nuestro pensamiento? La experiencia". Quizás se podría decir simplemente que la obra de esta pensadora alemana es más que nada eso, una reflexión sobre el hecho de pensar.
En opinión de la ensayista Samantha Rose, "hay que amar el mundo de veras para preocuparse tanto y tan profundamente por él como ella lo hizo", una mujer para la que "el pensamiento y la experiencia van de la mano".
El traductor de la edición en castellano de esta publicación, Sergio Sánchez, autor de ensayo y narrativa, experto en Comunicación y Seguridad, y uno de los grandes conocedoras de la obra de Arendt, explica a revista Magas que su primer contacto con Hannah Arendt ocurrió durante el estudio de su carrera.
"En el programa de Filosofía del bachillerato de entonces no había muchas mujeres pensadoras. En la facultad, si la memoria no me falla, se hablaba de Arendt como autora de Los orígenes del totalitarismo (1951) en conexión con el estudio de la personalidad autoritaria realizado por la Escuela de Fráncfort. Es decir, se la mencionaba como en un segundo plano", asegura. Para Sergio Sánchez, "el pensamiento de Arendt sigue siendo vigente porque en realidad trata asuntos que no se han resuelto. Su modernidad no está en las respuestas, que a menudo están muy ancladas en su propia realidad y nos pueden resultar anticuadas incluso, sino en las cuestiones que se plantean".
Más aún, como explica Sánchez, su lugar en la historia está actualmente en revisión, ¿por qué razón? "Arendt es una filósofa que no quiere ser considerada como tal, que no quiere que la llamen filósofa porque rechaza radicalmente (es decir, de raíz) la forma tradicional en la que la filosofía ha tratado los problemas políticos. Su rechazo de la filosofía política es un rechazo filosófico, no es un rechazo desde la ciencia política. En resumen, creo que es una filósofa que crea un camino nuevo en el tratamiento de los fenómenos políticos, un camino que es mejor no llamar filosófico para que no se asocie con la tradición".
Señala además el experto que la clave para él está en "la visión de Arendt sobre los problemas vigentes: la mentira en la política, el racismo, el peso de la identidad, el difícil balance entre igualdad y libertad, la condición humana en la era tecnológica…. Siempre es seria y profunda, nunca deja indiferente, siempre provoca una reflexión propia".
Una vida trepidante
Sin lugar a dudas, la biografía de Arendt fue trepidante, con una aventura vital sucediendo a otra hasta que se nacionalizó estadounidense en 1951. Nació en 1906 en Linden (Hannover, Alemania) en una familia judía: a los catorce años ya había leído a Kant y a los veinte a Kierkegaard. En Heidelberg obtuvo el doctorado con la dirección de Jaspers bajo la atenta mirada de Husserl: en paralelo, mantuvo una relación con el primero.
En relación a sus referentes, Sánchez destacaría "la figura de su madre y su consejo de que se defienda como judía cuando la ataquen por serlo. Y sin duda, Jaspers, como filósofo contemporáneo y San Agustín y Rahel Varnhagen, como figuras clásicas. Sin embargo, creo que Heidegger tuvo poca influencia en su pensamiento, a pesar de la literatura que ha generado su aventura amorosa".
En 1933, con la subida de Hitler al poder, Arendt se exilió a París, de donde tuvo que huir también en 1940, estableciéndose finalmente en Nueva York. "La parte más atractiva para mí es su etapa americana", explica Sánchez, "es hermoso contemplar como encuentra por fin un hogar en un país de emigrantes y refugiados. Pero de todas sus peripecias vitales me gusta especialmente su fuga del campo de prisioneros en Francia; Arendt es pensamiento y acción, inteligencia y astucia vital".
En palabras del experto, Arendt se consideraba a sí misma una outsider "y se enorgullecía de ello. Para ella este sentimiento tiene mucho que ver con su condición de judía, mujer y refugiada. Renunciar a esa condición hubiera sido como renunciar a la posibilidad de pensarse a sí misma".
El autor de la edición comparte finalmente que "ha sido un libro fácil de traducir porque está escrito en un estilo claro y sencillo" y confiesa que "mi frase favorita de Hannah Arendt la cito en uno de mis últimos artículos: 'El sujeto ideal del régimen totalitario no es el militante convencido, sino aquel que no distingue entre verdad y ficción".