Azucena Metidieri es sexóloga en Talarrubias, un pueblo de La Siberia Extremeña con 3.400 habitantes aproximadamente. Tras formarse en género, imparte talleres desde hace 14 años sobre prevención de violencia machista, sensibilización e igualdad. Cuando hablaba con los jóvenes de su localidad se dio cuenta de la importancia de recibir una buena educación sexual. Por eso, comenzó a formarse en sexología a través de un posgrado.
"Dando estos talleres sobre violencia sexual a adolescentes, me di cuenta de que no habíamos avanzado nada, estamos igual que podía estar yo cuando tenía su edad o podía estar mi madre y mi padre", explica la extremeña.
En la clínica donde trabaja, ACTÚA, realiza ponencias y atiende casos individuales. Ejerce su profesión en su pueblo desde hace años, pero todavía a los habitantes les extraña y desconocen su labor. Eso sí, "nunca he tenido que ocultar mi trabajo", reconoce.
Al tratarse de un lugar tan pequeño con una gran parte de la población de mayor edad, Metidieri pretende romper los tabúes que existen en torno a la sexualidad y enseñar que su oficio es más que necesario para garantizar unas correctas relaciones sexuales y emocionales con uno mismo y con el entorno.
¿Cómo es ser sexóloga en un pueblo?
Para mucha gente es algo nuevo, pues en la zona rural muchos no saben realmente lo que es ser sexóloga y te preguntan qué es. Lo relacionan con enseñar a tener relaciones sexuales con penetración. No hemos avanzado nada. Entonces, si ya cuesta reconocer la figura del psicólogo, más todavía cuesta decir que vas a la sexóloga. No entienden que se trabaje en esa área tan íntima.
Entonces aquí muchas veces me preguntan: '¿Y tú a qué te dedicas?'. Pero como vamos haciendo talleres, formaciones y publicaciones en redes sociales, los vamos haciendo visible. Pero no, en el mundo rural no saben realmente lo que hace una sexóloga.
¿Cómo respondes a este tipo de comentarios para que puedan reconocer tu profesión?
Les digo que la sexología estudia la sexualidad humana, que no es solamente tener relaciones sexuales. Somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos y un beso es sexual, dar el pecho a tu hijo es sexual, como lo es también un embarazo o un parto. La menstruación es sexualidad, las caricias y, evidentemente, la masturbación. Es necesario conocer nuestro cuerpo.
¿Qué beneficios puede aportar una profesional como tú a las zonas rurales?
Acabar con los tabúes, pero yo creo que lo mismo que en una zona urbana. Al final, la sexualidad aquí en España es una asignatura pendiente. Entonces los beneficios que puedo aportar aquí serían los mismos que en una ciudad: derribar prejuicios y miedos en torno a la sexualidad. Sobre todo en esta cultura machista, donde todavía hay esa idea de la heteronormatividad que parece que todas las personas tenemos que ser heterosexuales, o la importancia que le dan al coitocentrismo, que parece que toda relación sexual tiene que acabar en penetración.
Teniendo en cuenta tu experiencia en un pueblo tan pequeño, ¿alrededor de qué cosas hay más estigma?
Realmente todo es un estigma. Es que no nombramos a nuestras partes del cuerpo como vulva y pene, los estamos ya poniendo un eufemismo desde pequeños diciéndole a los niños que se llaman colita o pepe. Ya hay un tabú ahí.
Luego en la adolescencia, que nos encontramos que tienen relaciones sexuales con edades más tempranas y piensan que es lo mismo que ven en el porno. El porno está haciendo muchísimo daño. Entonces lo que intento es desmitificar y decir que lo que ven ahí no es una relación sexual, que eso solamente es penetración, cosificación de las mujeres y muchas veces violación.
Y luego veo que hay muchas mujeres que no han visto su cuerpo, no se han visto su vulva, no la reconocen. Les digo que ellas tienen que ser las responsables de su placer, que no solamente tiene que dar placer a su pareja. Que cuando su pareja hombre haya eyaculado, no acaba la relación sexual. Son tantas barreras las que hay que derribar aquí y en nuestra mente, en nuestro mundo y en el mundo rural.
La mayoría de la población tiene edad avanzada, ¿cómo trabajas esto con ellos?
Haciendo formaciones y talleres en algunas localidades de la comarca. Viene gente mayor, de momento más mujeres, pocos son los hombres que se acercan. También a través de nuestras redes sociales, aunque no toda la gente mayor tiene. Y luego utilizamos mucho la radio comarcal, donde cada quince días hacemos entrevistas y hablamos. Elijo un tema con el objetivo de eliminar mitos, tabúes y prejuicios en torno a esto.
¿Qué es lo que más te ha llegado a sorprender a lo largo de tu desarrollo profesional en una zona rural?
Pues que haya mujeres que no se han visto sus propios genitales. Que no sepan qué es el clítoris, el órgano de máximo placer, por esta idea que tenemos de coitocentrismo. Siempre digo que todo no consiste en meter y meter. Además, en algún taller me decían hombres que les encantaba pegar en el culo sus novias o tirarlas del pelo mientras tienen relaciones sexuales con ellas. Yo les digo que si han preguntado a su pareja si les gusta, y dicen: 'no, pero como me gusta y es lo que me pone...'.
"La sexualidad en España es una asignatura pendiente"
¿Qué objetivos te propusiste cuando comenzaste tu andadura en una zona rural?
El objetivo principal es que no sea un tabú ir a la sexóloga, sobre todo en nuestro pueblo, que llegas a la sexóloga, llamas a la puerta y la gente se pregunta: 'a dónde irá'. Que no dé vergüenza ir.
Otro propósito esencial que quiero cumplir sería poder hacer que la educación sexual sea integral a todas las edades, sobre todo en primaria. Es importantísimo aprender sobre educación sexual desde los tres años, empezando por diferenciar las distintas partes del propio cuerpo y aprendiendo a respetar la intimidad. Todo adaptado a su edad. Y con respecto a los talleres que realizamos, que también vengan hombres.