Yoima Valdés nació en La Habana en los años setenta y, como sus padres no estaban de acuerdo con el sistema político, “éramos lo que se llamaba en Cuba gusanos”. Lo explica con una entonación que le da a su historia, al mismo tiempo, algo más vívido y algo más literario, cinematográfico incluso, con el ruido y el clamor en las calles.
La primera década de su niñez –Yoima habla de los diez años como si fueran la vejez de la infancia, escribiría Pasolini- es ya fructífera en las artes en La Habana. Así, Yoima recibió “una beca para estudiar teatro en la casa de la cultura, de ahí me llevaron a un programa de televisión donde declamaba poesía”, continúa.
¿Un programa de televisión para declamar poesía cubana?
Sí, un programa infantil que se llamaba Siempre brilla el sol. Ahí gané muchos premios y diplomas, incluso participé en una gira nacional con otros niños que cantaban y hacían otras cosas.
¿Tuvo entonces fácil su entrada a las artes?
Todo lo contrario. Vivíamos un sistema político rígido para los gusanos, por decirlo de una forma diplomática, y cuando ellos se enteraron, me quitaron la beca.
¿Les trataron mal entonces?
¿A mi familia? Nos hicieron mítines de repudio, viví situaciones muy extremas para una niña.
¿Y qué hicieron entonces?
Nosotros logramos irnos porque mi padre es hijo de españoles y con una ley de la época de Felipe González, pudimos venir. Yo llegué aquí con 10 años y pasé de José Martí a los Reyes Católicos, por así decirlo, España era muy diferente a como es ahora.
“Llegué un 23 de diciembre nevando”, describe, entrando de nuevo en ese ritmo pausado que hace de su historia un audiovisual. “Pasé de repente de un extremo al contrario, de una cosa a otra sin previo aviso. Fue duro porque a partir de ese momento que aterricé en España, nunca más tuve un abuelo o un tío, ningún familiar que no fueran los cercanos”.
En la península vivió durante cuatro años. "Era otra España muy diferente, que apenas salía del franquismo, no había inmigración, los niños hacían muchas burlas. Mi hermana y yo logramos encajar, pero fue con el tiempo, y de participar en todas las actividades y ser excelentes. Finalmente, logramos encajar en el sistema español con el tiempo, como cualquier inmigración", relata.
Como sabía que no tenía posibilidad de volver a su país aún, Yoima explica cómo “me sentí parte de este país, puede que se tratase de una decisión personal. Lo único que, cuando llevábamos cuatro años viviendo en España, de un día para otro nos desplazamos a vivir a Florida con toda la familia. El objetivo de mis padres era Estados Unidos y Florida, donde había una comunidad cubana muy fuerte”.
Describe Miami como un nuevo extremo. “Recuerdo que el ídolo del momento era Madonna, había mucha marimba en las calles. ¿Una película? Scarface, con toda esa vida urbana llena de personajes extremos. Entonces me volví a enfrentar a un universo desconocido, en el que los chicos conducían con 14 años y había drogas y cosas que en Madrid no había conocido. Y en ese momento llegó el divorcio de mis padres”.
“Ahí me enfrenté a ese sistema que era muy bestia, a un nuevo idioma, con el peso del divorcio en casa, que fue un asunto enorme. Y en ese lugar crecí hasta los 24, en el college comencé a estudiar teatro y a hacer mis primeras interpretaciones. Un día, con mi hermana, durante unas vacaciones concretamente, dijimos ‘vámonos a España quince días’… Descubrimos otras posibilidades y nunca más volvimos. En Miami no había caminos culturales más allá de las galerías de arte, en relación a la interpretación”.
“Empecé a estudiar teatro con Corazza”, continúa su relato. “Mientras, trabajaba en algunos empleos secundarios, como ser traductora de una editorial mexicana. Fui azafata de tierra cuando Air Europa no tenía ni ordenadores para facturar. Recuerdo que trabajaba toda la noche de madrugada y por la mañana me iba a la escuela, y así con mucho esfuerzo hice toda la carrera de interpretación”.
Estudio Corazza fue para ella un encuentro. “Desde el primer momento supe que era mi lugar. Es un gran maestro y he tenido la oportunidad luego de estudiar en lugares muy importantes de Los Angeles y New York, y te confirmo que no tienen nada que envidiarle a Corazza. Pueden ser técnicas diferentes, pero considero que es un maestro y es tremendo como profesor”.
"Tuve la oportunidad de rodar embarazada, en Vientos de la Habana, fue algo muy mágico"
En su tercer año de estudios, Yoima rodó “mi primera serie, que fue A las once en casa. Eso me abrió espacio para otra serie luego, Calle Nueva, y las compaginé durante un tiempo. Y desde ahí comencé a ser ya actriz, mi sueño se comenzaba a cumplir”.
“Mi carrera se ha desarrollado entre el cine, el teatro y la interpretación”, continúa. “Mi primera película en cine en España fue Airbag y recuerdo que con el cheque que me dieron de pago organicé mi primer viaje a Cuba. Antes de que la abuela muera vamos a volver a Cuba, dijimos en casa, porque hasta el 93, los que nos habíamos ido no podíamos regresar. Cuando abrieron, dio la casualidad de que con lo ahorrado nos podíamos ir las cuatro, mi madre, mi abuela y mi hermana. Somos una familia de mujeres, que vamos siempre juntas”.
¿Cómo fue su regreso a su Cuba natal?
Yo salí con 9 y regresé con 23. Imagínate, fue muy impactante. Por un lado, con mi familia era como si no hubiera pasado un día, pero por otro te habías hecho una persona fuera de allí, ya era una mujer. Yo pienso, y siempre lo digo, que los que hemos salido de niños, de alguna forma, todos esos años perdidos no se perdieron en realidad, pero no hay forma de recuperarlos, porque ya eres otra y tus circunstancias son otras…
¿Y para su familia de mujeres, esa vuelta cómo la describiría?
Fue muy bonito y emocionante, para nosotras y para mi abuela. Ver a mi otra abuela, encontrarnos con la familia que había dejado de niña, y entonces verlas de nuevo, ya siendo mujer, volverte a descubrirte como persona y conocer la mitad de tu otra familia es tremendo. Yo creo que eso no está contado, es muy fuerte…
Después ha trabajado en ambos países, y en EE UU…
Sí, he trabajado en España, en Cuba y Latinoamérica… Tuve la oportunidad de rodar embarazada, en Vientos de la Habana, fue algo muy mágico llevar a mi hija en el vientre, un regalo de vida.
¿La siguiente película?
Fue El cuerno de la abundancia, de Juan Carlos Tabío. Una experiencia maravillosa porque me encontré en el film con mis raíces, con mi gente, Cuba había cambiado mucho otra vez y me sentí muy acogida. Luego he ido mucho al Festival de la Habana y he estado con personas muy vinculadas a Cuba emocionalmente. La vida me ha dado la oportunidad de tener más cercanía y de alguna forma hice las paces con mis raíces, aunque te digo una cosa, me considero una ciudadana del mundo.
Y sobre tablas…
Personajes en el Español, el María Guerrero, el CDN… toda experiencia te da una de cal y otra de arena, como me gusta decir.
¿Interpreta igual en castellano que en inglés?
Soy bilingüe, hago mucho casting en inglés. Vivir en USA me aportó eso, y muchas cosas más.
"Las mujeres que nos dedicamos a esta profesión debemos contar nuestras historias, las que nos identifiquen"
¿Se considera feminista?
Me considero muy luchadora. No feminista, porque me queda grande, no puedo considerarme feminista, soy pro-mujer, nosotras lo tenemos muy difícil. Me ha tocado luchar mucho y me sigue tocando, la profesión de actriz es de intermitencia, toda la profesión artística, pero ésta es la mía.
¿Influye tanto la edad como dicen?
Cuando eres mujer y pasas los 40 ya ni te cuento, las que resisten son las que tienen 60 y no dejan de trabajar porque no hay apenas.
¿Cómo diría que se comporta la profesión con la mujer en ese sentido?
Tengo amigas muy famosas y en etapas no se han comido una rosca. Ahora, que cuando no naces en el país en el que vives, es doblemente difícil poder tener una continuidad y hacer personajes interesantes.
¿Cómo calificaría el momento actual?
Cada vez más, gracias a las leyes, las mujeres estamos. Peleamos mucho y fundamos asociaciones de mujeres y por eso cada vez aparecen más directoras o guionistas. Gracias a las cuotas de producción, si no fuera por ley te garantizo que no saldría ni una, porque el hombre está muy cómodo en su rol.
¿Cómo es España como mercado?
España es un mercado que no es muy amplio. Somos muchos actores y muchas actrices con mucho talento y cuando llegamos a los cuarenta, se hace un embudo, así que las primeras en salir son las famosas y las demás se van quedando atrás. Según la trayectoria y el talento se sobrevive, pero se hace un embudo tremendo porque no hay personajes femeninos y parece un tópico, pero es así, es una realidad.
¿Es solidaria su profesión?
Se vende una solidaridad en relación a ciertos temas, pero luego en la práctica falta aplicarlo más… Todo tiene que ir cambiando y eso se consigue teniendo más espacio para crear, ejecutar y desarrollar a un nivel igualitario. Estamos muy lejos de la igualdad, hay que pelear mucho.
¿Cuál es su proyecto actual?
Estoy escribiendo un largo de ficción sobre el deseo tardío de querer ser madre, en edad límite. Las mujeres que nos dedicamos a esta profesión debemos contar nuestras propias historias, las que nos identifiquen, porque las mujeres de 40 y 50 estamos maravillosas física y emocionalmente y en un momento muy interesante. Que no se cuenten historias y problemáticas de estas décadas es muy pobre y poco enriquecedor. Es una lucha desde hace años en esta profesión.