Boticaria García se une a Magas para hablar de salud: "El cuerpo prefiere cariño diario, no un rollo de una noche"
- La nutricionista y Top 100 creará videos semanales, con su estilo divertido y formativo, para despertar el apetito de saber más sobre nutrición y cuidados.
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Cuando era pequeña, a María Ángeles García García la llamaban 'Boti', porque era la hija de la boticaria del pueblo. No le gustaba; quería ser la hija de su madre, pero no de la boticaria. Y de mayor, dos veces: boticaria y García. Su profesión y su apellido. Un trabajo que tampoco amaba.
Porque en realidad deseaba ser periodista y, al final, comunicadora. Y escritora, amén de nutricionista, farmacéutica y óptica, sus tres profesiones. O mejor dicho, las tres carreras que estudió enlazando una con otra para no abandonar su Madrid universitario. Así que como ella misma dice: "Estamos ante la profecía autocumplida".
Una profecía de la que Magas se beneficia a partir de ahora. Magas y su creciente comunidad de mujeres que disfrutan de una comunicación entretenida y, a su nivel, transformadora. Porque Boticaria García ya forma parte del equipo de Magas con la creación de vídeos semanales muy a su manera, divertida y formativa.
¿Por qué se une? "La respuesta más sincera es que Cruz Sánchez de Lara me enamoró. Tuve la suerte de coincidir con ella durante muchas semanas en el programa de Sonsoles y conectamos muy bien. Siempre me había fijado mucho en la comunidad de Magas y me sentía muy identificada con El Español y sus formas de comunicar, que van evolucionando. Ahora creo vídeos y contenidos muy diferentes que la revista ha entendido muy bien", argumenta.
"Hoy, las mujeres somos protagonistas de los territorios de la salud. Y pensé 'si yo trabajo estos temas y hay un espacio dedicado principalmente a las mujeres en un entorno con el que yo conecto, por qué no entrar'. Por eso, voy a contar en un minuto los temas trending topic que pueden interesar a las mujeres. Voy a entretener y a despertar curiosidad para querer saber más. Ese pequeño cebo de un minuto abrirá el apetito de conocimiento", prosigue.
Temas que vas a contar en un minuto.
La verdad es que llevaba muchísimo tiempo queriendo hacer el Érase una vez la vida 2.0, una serie de 1985. ¿Ves? Sonríes -exclama Marián ante mi cara recordando aquella didáctica serie infantil de televisión-. Todo el mundo se acuerda de cómo nos contaban los glóbulos rojos, la policía del sistema inmune… ¡1985! Y no se ha vuelto a hacer nada parecido. Obviamente no vamos a infantilizar a la comunidad de Magas, pero vamos a darles recursos audiovisuales, entretenidos, divertidos, simpáticos, que impacten, que se queden en su retina.
Boticaria García en Magas va a ser también una referencia de la ciencia fiable.
La ciencia es la base de todo lo que he hecho siempre. Cuando tenía la farmacia en un pueblo tenía el mismo compromiso: contar la verdad. Pero tengo muy claro que debe ir acompañada de creatividad y constancia. Llevo diez años sin dejar de publicar contenido. Y a todas estas palabras que empiezan por 'c' le añado otra: compañía. Quiero estar con las personas que entienden el mundo como yo y que entienden sobre todo que hay que evolucionar. Y El Español y Magas dejan muy claro que van con lo último de lo último.
No tiene duda Marián de que las redes sociales lo cambiaron todo. "Yo estaba en mi botica, pero al aparecer internet, Twitter, los blogs… se abrió una ventana desde la que podía escribirle al mundo. Si no hubiera sido por todo ello, yo seguiría en mi botica en Villaescusa de Haro, un pueblo de Cuenca de 500 habitantes. Y tan feliz".
Esa era la farmacia del padre, pero más tarde adquirió otra en Madrid. La de la madre estaba en Belmonte, también en Cuenca, donde residía la familia. Las farmacias se vendieron y todos tan contentos. Los García. Porque Boticaria no tuvo que elegir su nombre de guerra entre padre y madre. "De hecho yo nací por obra y gracia del orden alfabético, porque mi padre es García Perea y mi madre García Pérez. Y en la facultad, les sentaban juntos y se enamoraron".
Lo cuenta como un cuento. Como aquellos anuncios de publicidad que inventaba en su infancia, con los productos de la farmacia. "Hacía un poco lo que hago ahora con los reels, que acabo pegando cosas una encima de otra". Y como por arte de magia saca dos bolas amarillas, dos caritas pintadas, como dos emojis vivos.
"Son adipocitos; siempre voy con ellos a todas partes. Todos comunicamos con emojis con el móvil y hace un tiempo me pareció que la manera efectiva de hablar de salud era con recursos que la gente usa en su día a día. Este, el de la cara simpática, es un adipocito feliz, una célula grasa que almacena energía, nos da calor... Si no, estaríamos muertas de frío. Pero cuando tenemos muchos adipocitos, se empiezan a espachurrar unos contra otros y les cambia la cara, se inflaman y se ponen tristes. Y aquí aparece el problema. Porque no mandan al cerebro la señal de saciedad y comes más. Y esto es un poco la historia de la inflamación".
Un minuto semanal, en principio, los jueves, en el que vas a contar…
Los temas que interesan ahora. Empezamos con el SIBO. Voy a hablar de inflamación, sobrepeso, obesidad, hormonas... Pero también sobre microbiota, las bacterias buenas, los probióticos. Ahora interesa mucho, y desde hace unos años, el eje intestino-cerebro y la microbiota, cómo se generan esos neurotransmisores, cómo impactan en el cerebro las emociones, la ansiedad fruto de nuestra época.
El mundo ha cambiado. No tenemos tiempo para comer bien. El mundo nos rodea de dopamina, de opciones, que muchas son malas, pero para nuestro cerebro son satisfactorias. Y claro, tu cuerpo ¿qué es lo que te pide?, ¿el rollo de una noche? No, te pide el cariñito de todos los días. Intento siempre explicarle a la gente que nada es bueno y nada es malo per se. Es decir, ahora en Navidad, nadie, nadie va a cambiar su vida por que se pegue dos o tres comilonas y nadie va a cambiar su cuerpo por que se pegue cuatro palizas en el gimnasio. Lo que importa es la tendencia.
Por eso se habla hoy tanto de ejercicios de fuerza…
El músculo genera esos compuestos que a mí me gusta llamar superquinas. Cuando haces músculo en cualquier parte de tu cuerpo, se generan unos compuestos que viajan al cerebro y generan neuronas, y van al intestino, estimulan las bacterias buenas que generan compuestos que viajan al cerebro y provocan saciedad. Hay que incorporar al músculo a este eje, porque sabemos que este gran olvidado tiene efectos antiinflamatorios. Ahora que se habla tanto de la dieta antiinflamatoria, la píldora más efectiva que se ha descubierto es el músculo.
¿Cuánto tiempo hay que hacer ejercicio de fuerza?
Entre 10 o 15 minutos diarios o 75 semanales. Puedes hacer más o menos dos sesiones de fuerza a la semana de 30 a 40 minutos. Yo prefiero la primera opción diaria. Claro que no vas a cambiar la vida, pero generas músculo y hábito. Y los hábitos, para que sean sostenibles en el tiempo tienes que poder encajarlos en tu vida. Por eso una de mis líneas ahora es hablar de cómo incorporar esos minutos diarios que puedes hacer hasta en pijama.
Además, genera endorfinas, esos compuestos de la felicidad. Te vas a encontrar mejor. No conozco a nadie que se arrepienta de haber hecho 15 minutos de ejercicio de fuerza al día. Javier Butragueño, que es doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, me ha ayudado a diseñar los circuitos que yo llamo Tris-Tras para entrenar el tren inferior y el superior en ese tiempo.
¿Y la alimentación?
Tiene que ser global. Una buena alimentación antiinflamatoria debe servirnos para todo, sin poner, en mi opinión, tantas etiquetas, porque realmente al final nos centramos más en la anécdota que en lo global. Se trata de proporcionar a la gente las herramientas para aumentar no tanto la longevidad, sino la calidad de vida.
Hay que prevenir, además.
Pero la prevención es una palabra tan fea que no gusta a nadie. De hecho, ni siquiera a nivel institucional se hacen estrategias a largo plazo, cuando realmente nuestro cuerpo es el lugar donde vamos a vivir toda la vida y es lo que más nos va a durar. Además, la gente tiene un error de concepto muy grande y es que dice 'ay, es que si hago ejercicio me voy a lesionar'. ¡No! Te vas a lesionar si no haces ejercicio. Los sillones causan más lesiones que unas mancuernas, porque estar sentado todo el día deteriora tu cuerpo.
Entre el 80 y el 90% de las dietas fracasan porque no incorporamos otras estrategias ni a nivel de salud mental ni a nivel muscular. Nos centramos en una dieta que la gente acaba abandonando y que suele ser muy agresiva con el cuerpo.
Hay un campo enorme para que las mujeres tomemos conciencia de todo lo que podemos hacer y vivir los años que tenemos por delante, que siempre son los mejores. Y está en tu mano hacerlo con energía. Necesitamos esa energía y comer con alegría, no cortarte cuando no te tienes que cortar o quitar frustraciones y entender que te puedes dar caprichos.
Y además se es más feliz.
Y luego hay una cosa importante. Creo que Magas puede tener en el ámbito de la salud un rol fundamental relacionado con la C de compañía y de comunidad. Hay evidencias de que cualquier cambio de hábitos relacionado con el ejercicio o con la alimentación es más fácil que se ejecute en compañía y sobre todo bajo la influencia de tus amigos. Yo empecé a correr porque corría mi amiga. Magas al final es una comunidad de mujeres que se pueden sentir acompañadas y entre ellas reforzar estímulos positivos.
¿En tu manera de comunicar, prefieres cambiar la influencia por referencia?
Sí. Y al final tú tienes el poder de ver cómo comunicas un mensaje. Y hay que cambiar el lenguaje. Por ejemplo, quizá deberíamos cambiar la palabra obesidad. Entre otras cosas, porque hay varias obesidades. Yo no tengo sustituta y lo he pensado mucho. Pero sí que hablaría de algo relacionado con la disfunción metabólica. Se trata de entender la obesidad como algo que ocurre en el interior, no como el estilo. Si te digo disfunción metabólica, ya estás pensando que tienes algo en las tripas. Si te hablo de una persona con obesidad, ya tienes una imagen en la mente y eso lo pervierte todo.
¿Estigmatiza?
Para empezar, son personas con obesidad, no son obesos, no es una etiqueta. Entre otras cosas porque el 60% de la población tiene sobrepeso u obesidad. Y hay que empezar a explicar que existen diferentes obesidades. Hay una debida a que tu aparato digestivo no genera suficientes hormonas de la saciedad. Otra que obedece a que seas quemador lento. También hay personas ahorradoras genéticamente, su metabolismo ahorra más. Hay gente que tiene una obesidad porque su microbiota está alterada con bacterias incapaces de aprovechar más la energía.
Tu ultimo libro se titula Mi cerebro tiene hambre. ¿Cómo sé yo que mi cerebro tiene hambre?
Puedes entrevistar a tu hambre y preguntarle si ha aparecido de repente o de forma progresiva durante la mañana. Si es de repente, es hambre emocional. Porque con el estrés, cuando se eleva el cortisol, se libera más grelina, la hormona que desde el estómago le dice a tu cerebro que tenga hambre. También le puedes preguntar si tiene hambre de azúcar o de unas patatas fritas o de lentejas. Si es emocional, no te apetecen lentejas; quieres la palmera de chocolate o las patatas fritas, los snacks, algo que te dé la dopamina que te falta, porque en ese momento lo que tienes es el cortisol.
Y también le puedes preguntar ¿cómo te vas a sentir después de haber saciado tu hambre? Porque yo nunca me he arrepentido después de unas lentejas. Y luego, hay que conocer otras estrategias para conseguir dopamina de la buena, la misma que te da el chocolate. Por ejemplo, ejercicio físico, escuchar música, cantar, sobre todo si es en compañía, tocar un instrumento. Volvemos a hablar de lo mismo: ¿Tú que quieres, el rollo de una noche o el amor para toda la vida?
¿Ya estás trabajando en un libro nuevo?
Si, y con uno inesperado, porque no se parece en nada a los otros. Saldrá en marzo editado por Destino. Y es para enseñar a los niños cómo tomar mejores decisiones en cuanto a la alimentación. Porque hay que coger los hábitos desde pequeños.
Y hasta aquí podemos leer.