Laia Valor, bióloga marina de 26 años.

Laia Valor, bióloga marina de 26 años. Cedida

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Laia Valor, la bióloga marina que avistó por primera vez en la historia al pez 'diablo negro' vivo en la superficie del mar

Se encontraba junto a su equipo de investigación de la ONG Condrik, en busca de tiburones en aguas tinerfeñas, cuando tuvo lugar el histórico hallazgo. 

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Laia Valor nació en Cocentaina, un pequeño municipio de montaña situado al norte de la provincia de Alicante. Sin embargo, de alguna manera, siempre se ha sentido "conectada con el mar". De pequeña practicaba snorkel y buceo, y admite que siempre tuvo "una fascinación inmensa por los animales marinos". 

Por eso, cuando se enteró de la existencia de una carrera universitaria específica de Ciencias del Mar, no lo dudó ni un segundo. "Tiene exactamente el nombre de lo que yo quiero ser", se dijo en aquellos entonces, y procedió a matricularse en la Universidad de Alicante. Durante el grado, hizo varios periodos de prácticas en distintas asociaciones de España, pasando por Valencia, Murcia y Alicante. 

Pero el mediterráneo ya se la quedaba pequeño, y decidió volar hasta Tenerife para hacer un Máster en Biología Marina. Y varios años después, allí sigue. Es en esta isla canaria donde Laia ha encontrado su sitio y, asociada a la ONG Condrik, dedica toda su vida a la investigación en aguas del océano Atlántico

Laia durante una expedición.

Laia durante una expedición. Cedida

Lo que no se imaginaba Laia es que sería esta costa la que le traería uno de los momentos más importantes de su carrera. A sus 26 años, se ha convertido en la primera persona en la historia en avistar un pez 'diablo negro' vivo, a plena luz del día y en la superficie.

Este hallazgo de la bióloga marina alicantina permitió que el fotógrafo David Jara, acompañante en la expedición, pudiera obtener una imagen de este curioso animal nunca antes vista, que ya ha dado la vuelta a España y al mundo. 

Un avistamiento "por casualidad"

Aún puede sentir "la adrenalina del momento" al recordarlo. Laia y su equipo de Condrik, dedicados a la investigación, conservación y divulgación de tiburones y rayas en Tenerife, se encontraban navegando por aguas del archipiélago en la primera campaña del año, pero no estaban teniendo "nada de suerte". 

Al no haber visto ningún tiburón, se dirigían ya "hacia el puerto con la cabeza gacha" para poner rumbo a casa, pero de repente, Laia vio algo oscuro en la superficie del agua. Dieron media vuelta para ver qué era aquello que a la alicantina le había llamado la atención, pero no se esperaban para nada lo que finalmente encontraron. 

Se trataba de un rape abisal adulto, también conocido como pez 'diablo negro' o el pez de la película Buscando a Nemo, que habita en las profundidades de todos los océanos del mundo. Normalmente, vive entre 200 y 4.000 metros bajo el nivel del mar y su color es negro u ocre muy oscuro, lo que lo hace virtualmente invisible y convierte este avistamiento en un acontecimiento histórico. 

Para Laia, a nivel científico este avistamiento "es de una enorme importancia, ya que sirve para registrar y dejar constancia de hasta donde puede llegar la vida marina". "Además, también sirve para mostrar que hay muchísima vida por estudiar, por conservar, y para que el mundo vea todas las cosas increíbles y extrañas que se encuentran bajo el mar", afirma. 

Sin embargo, lo que la bióloga se lleva para siempre es "la sensación y la experiencia a nivel personal". "Vivir un acontecimiento tan importante, el poder ver este animal en persona, y todo lo que está viniendo después… te genera muchísima adrenalina y satisfacción", asegura.

Finalmente, el animal acabó falleciendo a las pocas horas. Laia apunta que fue una muerte "natural", debida a su "mal estado". En este momento, se encuentra cedido en el Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife (MUNA), donde "los especialistas se están encargando de estudiarlo".  

Lucha de igualdad

Aunque Laia se siente "muy valorada y comodísima" con su gente de Condrik, lo cierto es que se trata de la única mujer que forma parte del equipo. Asegura que "no siente nada de machismo ni de desigualdad", pero su caso no le hace perder el foco de lo que ocurre fuera. 

"Ya no sólo ocurre en la ciencia en general, el ámbito del mar está totalmente dominado por hombres. Y es cierto que las mujeres en estos ambientes partimos ya con un peso de más encima. Sabemos que es algo con lo que vamos a tener que luchar", confiesa. 

La bióloga Laia Valor.

La bióloga Laia Valor. Cedida

Sin embargo, en el ámbito de la biología marina, hay un sitio donde ciertos estereotipos machistas se dan de una manera más clara: los barcos. "Personalmente, aún no he podido acceder a trabajos de embarcarme mucho tiempo en un barco de pesca, por ejemplo, porque no me apetece enfrentarme a eso. Para mí conllevaría un trabajo añadido a nivel mental, y creo que no es nada igualitario", afirma. 

Aun así, Laia prefiere quedarse con la parte positiva de todo esto y es que, en el sector, las mujeres cada vez son más. "Poco a poco, las chicas hemos ido alzando más la voz, cada vez estamos más y tenemos cada vez más sitio. Pero por supuesto, creo que es por lucharlo, por esforzarnos, por soportar cosas que no debería de soportar nadie, y por no rendirnos", sentencia. 

La importancia de invertir

Laia quiere finalizar su entrevista con Magas haciendo un llamamiento a la inversión, algo que considera "imprescindible" para el trabajo de investigación. "Ahora mismo en Tenerife no hay trabajo. Me muevo también por Azores, México, como investigadora ya no sólo de tiburones, sino de ballenas… pero es cierto que sin inversión es complicado". 

"A día de hoy, ser biólogo marino en España es algo muy complicado y muy precario. Somos mucha la gente joven que está pasándolo realmente mal a la hora de conseguir un trabajo con condiciones decentes. Muchos esperan que trabajes gratis o incluso te cobran por voluntariados cuando en realidad estás haciendo el trabajo de un biólogo", afirma. 

Avistamiento de tiburones en las costas tinerfeñas.

Avistamiento de tiburones en las costas tinerfeñas. Cedida

Por último, quiere darle voz también a su asociación, Condrik-Tenerife, y asegura que hacen todo lo que pueden "para trabajar, en muchas ocasiones, sin medios". "A veces nos ha costado nuestro propio dinero salir al mar a investigar, y me gustaría que la gente tuviera claro que es muy importante estudiar y conservar los mares. Pero esto merece investigación y, por ende, inversión", finaliza.