Las coincidencias, entre ambos, abundan. Son dos senadores que transitan sus primeros años en el Capitolio, oriundos del sur del país; tienen 44 años, han sido apañados –aunque con distinta intensidad– por el movimiento ultraconservador Tea Party, y ambos tienen sus raíces están en Cuba. Y, más relevante aun: ambos ascienden en las encuestas.
Quizá por todas estas coincidencias, Marco Rubio, de Florida, y Ted Cruz, de Texas, parecen destinados a enfrentarse en una lucha cuerpo a cuerpo por la nominación presidencial del Partido Republicano.
Esa sensación ha quedado en el aire luego del cuarto debate entre los candidatos presidenciales republicanos, antenoche, en el que ambos senadores, que han dicho ser buenos amigos, han logrado despegarse otra vez del poblado campo de candidatos opositores, dominado por dos hombres “ajenos” a la política, Donald Trump y Ben Carson. Rubio está tercero en el promedio de encuestas de RealClearPolitics; Cruz, cuarto.
El ascenso de ambos senadores está atado a la pobre campaña que han tenido los candidatos del “establishment”, en particular, Jeb Bush, heredero de una de las dinastías políticas más influyentes en la historia contemporánea de Estados Unidos. Bush, que ha arrancado la carrera como el favorito del ala tradicional del Partido Republicano, no ha logrado resucitar su campaña, que languidece a la par de su pobre desempeño como candidato, en evidencia en los debates.
“Rubio es la clara alternativa clara en términos de conseguir apoyo de los principales líderes republicanos y los donantes”, dijo a EL ESPAÑOL Robert Shapiro, polítologo y profesor de la Universidad Columbia. “No creo que la campaña de Bush esté terminada. Tiene el respaldo aún de muchos líderes y tiene para un buen rato, pero no se ha ayudado a si mismo”, agregó.
Shapiro ha destacado la labor de Rubio y Cruz en los debates. La pregunta es quién quedará mejor parado después de las dos primeras citas electorales de las primarias del año próximo, Iowa y Nuevo Hampshire. En Iowa, sede del primer test electoral de las primarias, Rubio y Cruz también están tercero y cuarto.
Mary Anna Mancuso, una estratega política de la Florida fundadora de Politicalhype.com, un blog conservador orientado al público joven, dijo que Rubio es único porque “no es del establishment ni es anti-establishment”. Además, destacó su desempeño en los debates, en los que “lució bajo presión”.
“Rubio realmente se está convirtiendo en el candidato “puente” del Partido Republicano. Puede tender puentes sobre un montón de lagunas. No por nada es el candidato al que más temen los demócratas”, sintetizó a EL ESPAÑOL Mancuso.
Cruz tiene mucho mejor llegada con los evangélicos, segmento clave de la base del Partido Republicano, y con el ala más conservadora del partido, algo que puede darle una ventaja cuando la primaria se corra al sur del país.
Una diferencia clave entre ambos senadores es su postura respecto de la política de inmigración.
Rubio fue uno de los ocho senadores que escribieron en 2013 el último proyecto de ley de reforma migratoria, que preveía un sendero a la ciudadanía para los 11,3 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país, y que naufragó en la Cámara de Representantes. Rubio se desmarcó luego de ese proyecto, pero, con su gran dominio del español, aún podría tender un puente más sólido con el electorado latino, determinante en las elecciones presidenciales.
Cruz, defensor a ultranza de la Constitución, es un acérrimo crítico de cualquier alivio migratorio, a los que no duda en denostar con la palabra “amnistía”. Eso, junto con una retórica más dura que la de Rubio contra Washington, le ha dado más llegada con el movimiento ultraconservador Tea Party.
Este año, la primaria del Partido Republicano se ha “devorado” a varios políticos sazonados de quienes se pensaba que estarían largo tiempo en la pelea. Los gobernadores, Scott Walker, de Wisconsin, y Rick Perry, de Texas, ya han quedado fuera. Chris Christie, de Nueva Jersey, forcejea por seguir en la lucha. Bush, con buenos antecedentes como gobernador de la Florida, tenía a su favor la maquinaria de su dinastía política, que por ahora no le ha dado réditos.
El malestar con Washington y la política tradicional le dio vuelo a Trump, Carson y Carly Fiorina. Rubio y Cruz tienen a su favor que, aun siendo integrantes del Congreso y de Washington, son “caras frescas” que pueden despegarse de los estereotipos que rodean a políticos tradicionales.
“La pregunta –concluyó Shapiro– es quien queda en pie luego de Nuevo Hampshire. Y esa es una pregunta bien grande.”