Hace un par de décadas, Bosnia-Herzegovina fue escenario de uno de los capítulos más oscuros de la historia europea. El país, nacido de la descomposición de la antigua Yugoslavia, sufrió una cruenta guerra étnica (1992-1995) que dejó alrededor de 100.000 muertos. Este lunes, ha solicitado formalmente entrar en la Unión Europea.
“Mientras algunas fuerzas a lo largo del continente cuestionan la propia existencia de nuestra Unión, la solicitud de Bosnia-Herzegovina muestra que la necesidad de un continente europeo unido es aún fuerte entre nuestros pueblos”, han afirmado la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, y el comisario Johannes Hahn en un comunicado conjunto.
Ambos han reconocido los esfuerzos de las autoridades bosnias por implementar la Agenda de Reformas adoptada por el país el año pasado para poder convertirse en candidato integrar la UE. La Agenda recoge medidas económicas encaminadas a reducir el gasto de la administración, atraer inversores o generar empleo, así como propuestas para depurar los poderes públicos de corrupción y fortalecer la seguridad y la lucha antiterrorista.
De las declaraciones de las autoridades comunitarias se desprende, sin embargo, que aún queda mucho por hacer para que Bosnia esté en condiciones de formar parte la Unión. “Debemos aprovechar el impulso ganado hasta ahora y continuar trabajando duro”, han asegurado Mogherini y Hahn.
Si la Comisión Europea y los Veintiocho aceptan la petición de Bosnia, el país obtendrá el estatus de Estado candidato, como Turquía o su vecino Montenegro.
Ésta es la situación actual de Bosnia.
UNA ECONOMÍA EN DESARROLLO
“[Bosnia-Herzegovina] ha logrado mucho desde que vivió la guerra en los 90”, asegura el Banco Mundial (BM). Su economía creció de manera exponencial hasta el inicio de la crisis en 2008 y desde entonces se ha ralentizado.
En 2014, el PIB per cápita del país -que tiene casi cuatro millones de habitantes- se situaba cerca de los 5.000 dólares, según datos del BM, por debajo de candidatos a integrar la UE como Turquía (10.515) o Montenegro (7.378), pero por encima de Albania (4.564), que también ostenta el estatus de país candidato.
La tasa oficial de paro de Bosnia supera el 40%, según las estimaciones del World Factbook de la CIA, lo que lo sitúa en el puesto 198 del ranking mundial de desempleo de la agencia. Entre los jóvenes, el porcentaje asciende a casi un 63%.
Asimismo, la pobreza aflige a un quinto de la población bosnia, que en su conjunto tiene una esperanza media de vida de 76,55 años.
La administración, uno de los aspectos que el país debe reformar para progresar con su adhesión a la UE, succiona alrededor de un 40% de su producto interior debido a la “redundancia de oficinas del Gobierno a nivel nacional, subnacional y municipal”, asegura la CIA.
En su último informe sobre Bosnia, publicado en noviembre del año pasado, la Comisión Europea indica que “la Constitución del país estableció una compleja arquitectura institucional que sigue sin ser eficiente”.
El organismo también subraya que Bosnia-Herzegovina se halla “en un estado temprano en el desarrollo de una economía de mercado apropiada, aunque ha habido progresos”. La institución apuntaba a las difíciles condiciones del mercado de trabajo, el excesivo intervencionismo estatal y la falta de emprendimiento como frenos al desarrollo económico del territorio.
CORRUPCIÓN Y DERECHOS HUMANOS
Transparency International sitúa a Bosnia-Herzegovina en el puesto número 76 de su ranking de corrupción percibida, por detrás de Serbia, Mongolia o El Salvador.
Las autoridades europeas quieren que el país transforme su sistema judicial para hacer frente a este problema para acercarse a los estándares comunitarios. “Aunque se ha logrado un cierto nivel de preparación, la estructura legal e institucional continúa siendo débil e inadecuada”, dice la Comisión.
Junto con la corrupción, el respeto de las minorías y los derechos humanos preocupan igualmente a la UE. De hecho, la propia Constitución bosnia viola la Convención Europea de Derechos Humanos. La presidencia del país se rota entre representantes de los colectivos étnicos musulmán, serbobosnio, y bosniocroata, pero no incluye a otros grupos como los judíos o los gitanos.
“La comunidad lesbiana, gay, transgénero e intersexual continúa siendo objeto de amenazas y ataques”, aseguran las autoridades comunitarias, que consideran que Bosnia falla a la hora de monitorear abusos. “Las condiciones de libertad de expresión han deteriorado”, señalan igualmente.
En 2015, Freedom House, que elabora todos los años un informe de libertad de prensa en el mundo, otorgó al país un suspenso alto. “La Constitución de Bosnia-Herzegovina garantiza la libertad de prensa. Sin embargo, los políticos y líderes empresariales ejercen considerable presión sobre los periodistas, lo que mina su independencia y afecta negativamente a sus políticas editoriales”, afirma la organización.
RELACIONES CON LA UE
En 2008, la UE y Bosnia-Herzegovina firmaron un “acuerdo de estabilización y asociación” para colocar al país en el camino de la adhesión. Dicho acuerdo entró en vigor finalmente el pasado verano.
Asimismo, en 2010 se les concedió a los ciudadanos bosnios el derecho a viajar al espacio Schengen sin la necesidad de un visado. Finalmente, la Unión tiene un representante especial en el país junto con tropas que velan por el respeto a los Acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra.