“A mí me gustaría vivir en la Cuba que algunos medios extranjeros describen”, afirmó la periodista cubana Yoani Sánchez, fundadora del diario digital 14ymedio, en un debate este martes en Madrid. “Es cierto que hay cambios, pero muy por debajo de las expectativas desatadas”.
En diciembre de 2014, Estados Unidos y la isla anunciaron el inicio de la normalización de sus relaciones tras décadas de animosidad. En marzo, el presidente estadounidense, Barack Obama, visitó La Habana, un acontecimiento que no ocurría en 90 años.
No sólo Washington ha cambiado su actitud hacia el país caribeño. Hace dos meses, la Unión Europea y Cuba rubricaron un acuerdo de cooperación y diálogo -aún por ratificar- que busca acercar a los dos entes. Este mismo lunes, el jefe de la diplomacia española, José Manuel García-Margallo, y la ministra en funciones de Fomento, Ana Pastor, se reunieron con el presidente cubano, Raúl Castro, en lo que el titular de Exteriores calificó como “el punto álgido” de las relaciones bilaterales.
Pero la situación en Cuba no ha evolucionado sustancialmente y tiene mucho que mejorar, afirmaron los participantes en el debate organizado por el Real Instituto Elcano y la Fundación Botín.
“Tal cual está planteado hoy el Estado cubano es inviable”, aseguró Carlos Malamud, investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano, quien opina que la influencia del expresidente cubano Fidel Castro sobre el liderazgo del país impide avanzar en su reforma.
El mes pasado, tras la visita de Obama a La Habana, el Partido Comunista de Cuba celebró su séptimo Congreso, donde abogó por la ruta continuista. Apenas hubo cambios en la estructura de poder de la formación, que controla la llamada “generación histórica” que impulsó la revolución. Raúl Castro -que gobernará hasta 2018 para después continuar al frente del Partido Comunista- advirtió a los 500.000 autónomos que trabajan en el país de que la iniciativa privada no llevará al capitalismo y que no se permitirá la concentración de riqueza. “[El Congreso] mandó un mensaje contradictorio a la comunidad internacional”, aseveró Sánchez, la periodista cubana.
Carlos Alonso Zaldívar, exembajador de España en la isla, opina, con todo, que algunos de los grandes problemas de Cuba se pueden solucionar en el futuro cercano. Apunta que Cuba tiene un “impresionante” activo social -una sociedad sana y educada- pero que lastra un “pasivo económico terrible” con empresas estatales ineficientes, un sistema monetario con dos divisas -el peso cubano y el peso convertible, destinado al turismo- y una compleja ley de inversión extranjera. “Todas esas cosas son cambiables en dos o tres años con decretos y con leyes siempre que el clima social permita aplicarlas”, afirmó el exdiplomático, que considera, sin embargo, que “si se liberalizase de golpe y porrazo la mayoría de los cubanos no podrían vivir”.
Zaldívar, por ejemplo, afirma que para unificar las monedas, los salarios tendrían que aumentar para que la población no perdiera poder adquisitivo, ya que hoy día el peso cubano vale 24 veces menos que el convertible. Zaldívar recuerda además que el parlamento en EEUU mantiene un bloqueo comercial contra Cuba que “disuade” a posibles socios comerciales. “El juego de apertura en Cuba va a ir paralelo al juego de la apertura del embargo de EEUU”, dijo.
Malamud, sin embargo, insiste en que las reformas no se pueden posponer. “Cada día que pasa el coste de salir de la doble moneda es mayor”, asegura el experto, que sostiene que la lentitud de las transformaciones y el mensaje conservador lanzado por el Partido Comunista en su último Congreso han creado un “cúmulo de incertidumbres que afecta a la relación de Cuba con la economía internacional”.
Pero la propia oposición al Gobierno cubano se halla dividida sobre la decisión de Estados Unidos de descongelar su relación con La Habana, aseveró Sánchez. Muchos exiliados, por ejemplo, apoyan el bloqueo comercial.
La periodista destaca que las voces ajenas a la Administración no tienen acceso a los medios de comunicación tradicionales y la represión persiste en un país que Freedom House sitúa entre los menos libres del mundo. “Eso ha servido para que el Gobierno imponga su criterio”, defendió.
Plataformas de comunicación alternativas han ayudado, aun así, a “romper este monopolio”, asegura. La periodista destaca el papel del “paquete”, la distribución de información por medio de memorias USB, ya que el acceso a internet en la isla es caro y limitado.