Hillary Rodham Clinton fue proclamada candidata presidencial del Partido Demócrata y se convierte así en la primera mujer en la historia de Estados Unidos que liderará a uno de los dos principales partidos políticos del país en la pelea por la Casa Blanca.
A sus 68 años, Clinton buscará ahora culminar con la presidencia una carrera política inédita en Estados Unidos, a lo largo de la cual ha sido Primera Dama, senadora por Nueva York, y secretaria de Estado durante el primer mandato del presidente Barack Obama.
Al cierre de la convención, Clinton se dirigió a los delegados en un video en el que se la vio acompañada de varias niñas, agradeció por el “increíble honor” que le habían concedido, y afirmó: “Si hay niñas pequeñas que permanecieron despiertas hasta tarde para mirar, déjenme decirles: puedo ser la primera mujer presidenta, pero una de ustedes es la siguiente”.
Su marido, Bill Clinton, ofreció un tributo a la vida de Hillary al relatar durante un discurso de cerca de una hora los principales hitos de su vida, personal y pública, y marcar un claro contraste entre la “la verdadera” Hillary y la que pintan sus críticos. “Es la mejor hacedora de cambio que conozco”, dijo Bill Clinton.
Con su consagración como candidata, los demócratas buscaron dejar atrás dos días agitados, en los cuales la esperanza de unidad zozobró ante la resistencia de los seguidores más díscolos del senador socialista, Bernie Sanders, rival de Clinton durante las primarias demócratas.
El núcleo duro de la “revolución política” de Sanders, molesto con la cúpula del partido, desoyó su llamado a la unidad y el resultado de las primarias –Clinton fue la más votada de todos, con más de 16 millones de votos–, y resistió la nominación hasta el último momento. Muchos marcharon otra vez el lunes por las calles de la ciudad, bajo un calor abrasador, al grito de “¡Bernie o reviente!”.
En un último gesto a favor de la unidad, Sanders salió al escenario de la convención al final de la votación de los delegados, cuando ya Clinton había obtenido la nominación. Tras el voto de su estado, Vermont, pidió que Clinton fuera declarada candidata por aclamación, tal como ella lo había hecho con Obama en 2008. Un fuerte aplauso envolvió el estadio, y los carteles con la letra “H” cubrieron las tribunas.
“Estoy orgullosa de ser parte de la historia”, dijo Sheryl Abshire, 65 años, delegada de Clinton de Louisiana, con los ojos llenos de lágrimas. “Significa mucho para mí. Mi abuela me contaba historias de su abuela, que nunca pudo votar en este país. Poder estar aquí, y saber que mi abuela me está viendo; y saber que para mis dos hijas y para mi nieta el cielo es el límite, que pueden hacer lo que quieran, muestra que hemos cerrado un círculo”.
Sanders tuvo que calmar a sus seguidores
En ocasiones, la emoción desterró los chispazos de la discrepancia. Uno de los momentos más emotivos del día llegó cuando Jerry Johnson (102 años) la delegada más vieja de la convención, de Arizona, cantó con entusiasmo los 51 votos de ese estado para “la próxima presidenta de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton”.
Un poco después, cuando el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, cantó el voto de Nueva York, recordó que allí nació el movimiento que logró el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres el siglo pasado. “¡Hillary!¡Hillary!”, gritó el estadio.
Pero las diferencias persistieron. Sanders tuvo que continuar con un trabajo que consumió casi todo su tiempo desde que llegó a Filadelfia: calmar a sus seguidores más radicales, y convencerlos de que cerrarn filas en torno a Clinton. Sanders ya había brindado un categórico respaldo a la candidata la noche anterior, al cerrar el primer día de la convención.
“Necesitamos un liderazgo en este país que mejore las vidas de las familias trabajadoras, los niños, los viejos, los enfermos y los pobres. Necesitamos un liderazgo que nos una y nos fortalezca, no un liderazgo que insulte a latinos, musulmanes, mujeres, afroamericanos y veteranos y nos divida”, había dicho Sanders, en lo que fue su respaldo más contundente a Clinton. “Hillary Clinton debe convertirse en la próxima presidenta de Estados Unidos”, imploró.
Apenas pisó el escenario, Sanders recibió una ovación que se extendió durante más de tres minutos. Visiblemente emocionado, agradeció el gesto a sus seguidores, y luego, en su discurso, proclamó: “La lucha continúa”.
Tras la formalizarse la nominación, muchos delegados de Sanders protestaron fuera del centro de convenciones y dentro de la sala de prensa. “Me siento engañada”, dijo Isra Allison, delegada de Carolina del Norte. “Estoy muy, muy decepcionada con el partido. Esto no es unidad”, espetó, mientras dejaba el estadio Wells Fargo.
Otros, como Samantha Herring, de Florida, optaron por respaldar a la candidata, a sabiendas de que no hacerlo puede beneficiar al candidato republicano, Donald J. Trump, y llevar a un país que no quieren siquiera imaginar. Herring se mostró confiada en convencer a otros: “Vamos a luchar para que eso pase. Hay cosas en este país mas importantes que las peleas sin sentido, como el control de las armas de fuego o los derechos de las mujeres. Son cosas que no vamos a tener si no gana el candidato demócrata en noviembre”.