El núcleo duro de fanáticos que le ha dado vida al movimiento que ha construido el senador socialista de Vermont, Bernie Sanders, ha llegado a Filadelfia a la convención demócrata a dejar en claro que la única persona a la que quieren ver en la Casa Blanca es a su líder. “Bernie”, responden algunos de ellos, a secas, cuando se les pregunta a quién votarán en noviembre. Pero saben perfectamente que Sanders, que quedó segundo en la carrera demócrata por la candidatura, no se presentará. De hecho, ha pedido expresamente a sus seguidores que den su apoyo a Hillary Clinton.
Alrededor de uno de cada cinco seguidores de Bernie Sanders no votará a la exsecretaria de Estado en la elección presidencial de noviembre, según muestran varias encuestas. La intransigencia es el rasgo distintivo de este grupo. No quieren saber nada de la demócrata, a la que parecen detestar casi tanto como la detestan los seguidores más devotos de Donald Trump.
No les importa si su voto favorece al candidato republicano: dicen que votan por principios, no por resultados. Para noviembre, su principal opción alternativa es Jill Stein, la candidata presidencial del Partido Verde, quien ya ha comenzado a intentar conquistarlos.
Vamos a votar por el bien superior, no por el mal menor
“Vamos a votar por el bien superior, no por el mal menor”, ha sintetizado Curtis Wylde, uno de los pocos superdelegados demócratas que ayer votó por Sanders en la convención demócrata que ha encumbrado a Hillary Clinton como la primera candidata presidencial mujer del Partido Demócrata. Dijo que la elección de Tim Kaine como su número dos y candidato a la vicepresidencia había sido "una bofetada a los progresistas".
Sherrie Cohen, una delegada de Sanders de Pensilvania, uno de los estados donde se decidirá la elección presidencial entre Trump y Clinton, prometió continuar la lucha.
“La pelea es el movimiento”, ha afirmado. “Tenemos que seguir peleando, porque lo más importante es el movimiento”, ha dicho.
Ya sea en las manifestaciones que se vieron en las calles de Filadelfia bajo un calor agobiante, en el encuentro que Sanders mantuvo con sus delegados en el Centro de Convenciones de Filadelfia o en el estadio Wells Fargo, donde se realiza la convención demócrata y donde Bernie ha recibido una ovación de pie que se extendió más de tres minutos durante la primera noche. Los seguidores más fieles de Sanders mostraron la misma pasión que volcaron en las primarias.
Muchos vistieron sombreros verdes como los de Robin Hood, un distintivo que los distinguió del resto de la multitud.
“La gente cree en Bernie, y eso no es algo que Hillary puede pedir prestado”, desafiaba Regina Robinson Ungar, de Indiana. “El error que están cometiendo es enorme”, ha dicho, en referencia a la coronación de Clinton como candidata partidaria.
La candidata verde que conquista a los 'rebeldes'
Jill Stein, la candidata de los rebeldes demócratas, es médica, activista y líder del Partido Verde. Ya se presentó a la presidencia en 2012 y ha sido candidata a gobernadora de Massachussets en 2002 y 2010.
Carece de vínculos con Wall Street, algo que el público de Sanders nunca ha digerido con respecto a Clinton.
Como Sanders, Stein tiene una plataforma más dura contra el cambio climático que Clinton, quien ha respaldado el “fracking”, aborrecido por los seguidores de Sanders.
Además, Stein tiene propuestas mucho más radicales para la financiación de la educación universitaria, como perdonar toda la deuda de los estudiantes.
Y otro tema sensible: la gente de Sanders aún recuerda el voto de Clinton a favor de la guerra de Irak. Clinton es más "halcón" que Sanders, quien además proponía una expansión radical de la cobertura de la salud pública.
Veremos cuando llegue noviembre. Voy a votar por cualquier candidato que respalde los temas que más me importan
No hay pocos seguidores que hayan confesado que aguardarán a estar muy cerca de la elección presidencial para ver qué hacen.
Clinton necesita todo el apoyo que pueda conseguir ante lo que se anticipa como una pelea muy reñida con Trump, quien ha remontado en las encuestas y en los pronósticos. Las elecciones del próximo 8 de noviembre, lejos de las predicciones optimistas de demócratas que pronosticaban una “paliza” de Clinton a Trump, promete ser muy cerrada.
Y quién vaya a votar será un factor determinante. Esto lo dejó muy en claro la primera dama, Michelle Obama, quien en su discurso en la convención demócrata a “golpear puertas” y a no dejarse llevar por el cinismo y la frustración, un mensaje que pareció dirigido a los seguidores de Sanders.
“En estas elecciones no podemos sentarnos y esperar que todo salga mejor. No podemos darnos el lujo de estar cansados, o frustrados o ser cínicos. No, escúchenme. Entre ahora y noviembre, tenemos que hacer lo que hicimos hace ocho años y hace cuatro años”, les ha implorado a los demócratas.
Un tanto resignada, Betsy Franceschini, una fiel seguidora de Sanders de Puerto Rico, masticaba su enojo por todo lo que ocurrió en las primarias demócratas. Dijo que no quería que Trump ganara la presidencia, y encontraba consuelo, como muchos otros seguidores, en el futuro. “La revolución va a continuar”, ha prometido.
Anoche, tras el discurso de Sanders, una de sus seguidoras se retiraba del estadio contenta por el largo aplauso que el público le había regalado a su hombre. El discurso le había parecido fantástico, pero a la hora de decidir su voto en noviembre, el llamamiento a la unidad de Sanders a favor de Clinton para derrotar a Trump no había calado muy profundo. “Veremos”, fue la escueta respuesta que dio.
Christine Mason, una joven seguidora con el pelo teñido de violeta, también dejaba, a regañadientes, la puerta abierta a respaldar a Hillary. “Veremos cuando llegue noviembre. Voy a votar por cualquier candidato que respalde los temas que más me importan”, ha afirmado.
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