Tras una pausa de cinco años los rusos vuelven este domingo para elegir a los 450 diputados de la Duma (Cámara baja del Parlamento). La pregunta clave de los comicios es si el partido gobernante Rusia Unida mantendrá la mayoría pese a la creciente crisis económica y numerosos escándalos de corrupción en los que figuran algunos pesos pesados de esa fuerza oficialista.
Según los últimos sondeos, el apoyo a Rusia Unida ha bajado de un 10 puntos desde 2011 (del 49% al 39%) . Pero lo que distingue a estos comicios de todos los anteriores en la reciente historia rusa es la inaudita falta de interés por parte del electorado.
Más de la mitad de los rusos respondieron a las encuestas que no irán a votar este domingo porque no ven ninguna perspectiva de cambio. “Los cuatro partidos que tienen posibilidades de superar el 5% de los votos para entrar en la Duma son todos controlados por el Kremlin aunque parezca que tienen caras diferentes”, dijo a EL ESPAÑOL el politólogo ruso, Lev Gudkov, director del Centro Levada de estudios de la opinión pública.
Gudkov se refiere, además de Rusia Unida, al partido Comunista de Rusia que cuenta con un 7% del apoyo popular, al ultranacionalista partido Liberal-Democrático de Vladímir Zhirinovski (con un 13%), así como al partido socialdemócrata Rusia Justa que tendría un 6%. Según los sondeos, ningún otro partido o fuerza política de un total de 14 tiene perspectivas de entrar en la nueva Duma. Eso significa que un 35% de los rusos no será representado en la próxima Cámara baja.
“Hay una gran demanda para que aparezca un nuevo partido liberal que defienda valores democráticos. Pero en la situación actual es imposible porque el poder no tolera ningún intento de crear una fuerza que represente los intereses de la clase media”, dice Gudkov. Y añade que el problema principal no es la propaganda sino las represalias del Kremlin, que castigan cualquier intento de desobediencia. Menos aún, cuando se acercan las elecciones.
El Centro Levada, que es el único servicio sociológico independiente en Rusia que no recibe dinero del Estado, ha sufrido en sus propias carnes lo que es la mano dura del Kremlin. A pocos días de la votación, el Ministerio de Justicia de Rusia declaró al Centro agente extranjero; es decir, una organización no gubernamental que lleva a cabo actividades políticas y recibe financiación del exterior. “No estamos de acuerdo con esta decisión. Recibimos este dinero por un estudio de hogares que se llevó a cabo en cuatro países, incluida Rusia”.
Según Gudkov, la etiqueta del “agente extranjero” en Rusia es un estigma. “Es equivalente de espía. No podremos llevar a cabo una gran parte de nuestros estudios de opinión pública porque nadie querrá responder a nuestras encuestas, menos aún los empleados de empresas públicas”, explicó.
El director del Centro Levada considera que el acoso al servicio sociológico es una venganza del Kremlin por la publicación de varios sondeos que constataban que más de la mitad de los rusos espera que haya fraude en las elecciones.
Sin embargo, el diputado y candidato del partido opositor Yabloko, Dmitri Gudkov, considera que en 2016 el fraude no será comparable a las falsificaciones denunciadas por la oposición en 2011. “El poder sacó una lección de las elecciones anteriores y de las protestas masivas contra el engaño electoral que las siguieron. Se han aprobado varias leyes represivas para evitar cualquier intento de crear una fuerza política que no sea controlada por el Kremlin”, dijo.
Según el diputado, este año no hubo una verdadera campaña electoral, porque solo la oficialista Rusia Unida ha tenido libre acceso a los medios de comunicación y también ha sido la única formación que ha usado a tope el recurso administrativo para luchar contra sus rivales.
Además, pese a que está prohibido por la ley utilizar la imagen del presidente, Vladímir Putin, que cedió la dirección de Rusia unida al primer ministro, Dmitri Medvédev, los oficialistas convirtieron la figura de Putin en uno de los símbolos clave de su campaña. "¡Vota por el partido del Presidente!", instaba su vídeo electoral aprovechando la enorme popularidad de Putin entre los rusos, que supera el 80% según los sondeos.