Berlín

Angela Merkel cumplirá un cuarto mandato como canciller. Según las primeras estimaciones de los resultados en las elecciones generales del domingo, su partido, la Unión Cristiano Demócrata (CDU), se hizo con un 33% de los votos escrutados 285 de los 299 distritos del país. Ese porcentaje está muy lejos del 41,5% conseguido hace cuatro años, pero es suficiente para que la lideresa conservadora permanezca al frente del Gobierno alemán. Por detrás de los conservadores, en los sondeos a pie de urna, quedaba un Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) al que le tocaba asumir un escaso resultado del 20,5%, el peor de su historia.

El SPD quedó por delante de una ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) que hizo realidad su amenaza de convertirse en la tercera fuerza política del país gracias a un 12,6% y de unos liberales del FDP que volvían a la Cámara Baja tras conseguir el apoyo del 10,7% del electorado. Los ecologistas de Los Verdes (8,9%) y la formación izquierdista Die Linke (9,2%) serán los partidos más pequeños en el Bundestag más fragmentado de su historia reciente.

Elecciones en Alemania

En la CDU, la victoria dejaba un sabor agridulce por muchos motivos. El 13,1% de los votos conseguido por AfD es uno de ellos. Al salir a la palestra la lideresa de la CDU para celebrar el resultado de su formación, la canciller manifestaba su deseo de reconquistar los votos perdidos en favor de la formación ultraderechista. “Queremos reconquistar a los electores que votaron a AfD”, planteaba la canciller tras festejar el haber “recibido otro mandato gubernamental”.

Decía con razón Merkel anoche que “no se puede formar un Gobierno sin la CDU”. Pero “AfD ha conseguido muchos votos de la CDU y de los abstencionistas”, subraya a EL ESPAÑOL Simon Munzert, politólogo de la prestigiosa Hertie School of Governance de Berlín.

Un día histórico para AfD

En AfD, los resultados de la noche electoral sabían a gloria. “Es un día histórico para nuestro partido, vamos a cambiar el país”, decía al poco de darse a conocer los resultados Alexander Gauland, líder de la campaña de AfD junto a Alice Weidel. La entrada de AfD en el Bundestag era algo que habían previsto todos los sondeos durante la campaña. Quedaba por aclararse si quedaría tercera esta formación fundada en 2013 que ha sido capaz de imponer su temática en el debate político germano.

Los asuntos predilectos de esta formación ultraderechista son la inmigración, el papel del Islam en la sociedad y la crítica a la política de refugiados de la canciller. Hasta Alemania llegaron cerca de 1,5 millones de demandantes de asilo entre 2015 y 2016, circunstancia que ha hecho de la integración de los refugiados una de las prioridades de Angela Merkel. Sirviéndose de la inquietud que esos asuntos han generado en Alemania, AfD ha hecho campaña en a base a unas tesis de marcado carácter xenófobo. “El Islam no pertenece a Alemania”, se lee, por ejemplo, en su programa electoral.

Manifestantes protestan contra el partido xenófobo AfD. Reuters

“¡Merkel debe irse!”, es uno de los mensajes más repetidos por los militantes de este partido. Por eso Gauland clamaba tras darse a conocer el éxito de AfD que él y los suyos irían a la “caza” de la canciller. “Cazaremos a Merkel y a quien sea, y retomaremos nuestro país y nuestro pueblo”, señalaba Gauland con tono beligerante, entre aplausos.

“Satisfechos” con la canciller

“Los resultados de las elecciones pueden ser algo diferentes a los previstos inicialmente por los sondeos, pero las diferencias no son dramáticas”, apunta a EL ESPAÑOL Michael Albert, politólogo de la Universidad de Bielefeld. Eso sí, Merkel puede darse por ganadora, según se escuchaba el día de la votación en del distrito berlinés Steglitz-Zehlendorf. Allí hay aún alemanes “satisfechos” con la canciller.

“Desde el principio sabía a quién iba a votar, sabía quién quería que siguiera en el poder, es decir, mi Angela Merkel, a la que he votado ya cuatro veces. Estoy contenta con su política”, decía a EL ESPAÑOL Velasta antes de que se dieran a conocer los resultados de las elecciones. Esta alemana de mediana edad de origen eslovaco vive desde hace treinta años en esta parte del sur del Berlín occidental, un rincón relativamente acomodado.

“Con esa gente en el poder en Alemania nos va bien”, comentaba por su parte a este periódico Angelika, otra votante de la CDU que hablaba haciendo una pausa en su paseo por el mercadillo que ocupa la Hermann-Ehlers-Platz de Steglitz. Klaus, un jubilado con problemas de audición que también paseaba por allí tras haber ido a votar, no estaba preocupado: “Merkel va a seguir de canciller, todo está asegurado”.

El SPD y la crisis de la socialdemocracia

Los resultados del domingo confirmaban que la socialdemocracia germana no es ajena a la crisis que atraviesan los partidos de centro-izquierda en Europa. Ocupar el poder, asociado a la CDU Merkel en el caso del SPD, no implica salvarse de la quema. Según explica a EL ESPAÑOL Stefan Marschall, politólogo de la Universidad de Düsseldorf (oeste), el SPD también acusa “los problemas que tienen los socialdemócratas de toda Europa. Tienen dificultades para ganar la confianza de los votantes y mantener su electorado”.

En concreto, no ha parecido del todo creíble que el SPD se presentara en esta campaña como el partido de la “justicia social”. Los socialdemócratas han ocupado los últimos cuatro años la mayoría de los ministerios responsables de la política social. Pero Schulz y compañía parecían hacer campaña estos días con el objetivo de reivindicar "más justicia social” en lugar de defender los éxitos de su gestión en ese ámbito. Cabe preguntarse si han estado haciendo campaña contra sí mismos.

En cualquier caso, Schulz se sumaba con la derrota cosechada este domingo a la lista de líderes socialdemócratas caídos ante la canciller en unas elecciones generales. Merkel ya “jubiló” a Gerhard Schröder en 2005, antes de imponerse a Frank-Walter Steinmeier en 2009 y Peer Steinbrück en 2013.

Martin Schulz anunción que el trabajo del SPD con la CDU "ha terminado". Reuters

“Coalición Jamaica”, próximo objetivo de Merkel

Terminada la campaña y oficializada la victoria de Merkel y su CDU, a los conservadores germanos les toca ahora dilucidar con quién y cómo gobernarán. En la noche del domingo, el SPD iba en dirección a la oposición. “Hoy termina nuestro trabajo con la CDU en la Gran Coalición”, avanzaba Schulz con semblante serio tras asegurar que el de ayer era “un día difícil y amargo”.

Esa decisión constituye una dificultad añadida para Merkel. “Ahora la CDU se ha quedado sin opciones para negociar una futura coalición”, según Albert, el politólogo de la Universidad de Bielefeld. La canciller está ahora en manos de liberales y ecologistas, que se ven “fortalecidos frente a la CDU en las negociaciones para formar un Gobierno”, sostiene Albert.

Así, sólo cabe imaginar que la CDU se alíe con los liberales del FDP y Los Verdes, un extremo sobre el que no se pronunciaban claramente los líderes conservadores germanos. Una coalición así recibe el nombre en Alemania de Jamaica por el código cromático con el que se identifica a los partidos teutones. A la CDU se le atribuye el negro, a los liberales el amarillo y a los ecologistas el verde.

“Las únicas opciones para formar Gobierno que había antes de la votación eran otra Gran Coalición o una coalición Jamaica. Sobre ésta última, ha habido señales que indicaban un acercamiento programático entre los partidos”, comenta Munzert, el profesor de la Hertie School of Governance.

No es menos cierto que los programas de liberales y ecologistas chocan en más de un punto. Por ejemplo, el FDP se opone a la idea de Los Verdes de poner una fecha límite –2030– a la fabricación de motores de combustión en la poderosa industria alemana del automóvil. Al líder del FDP Christian Lindner también se le ha escuchado pronunciarse en tono euroescéptico en cuanto respecta a la crisis de la deuda en Grecia. Los Verdes son, en esencia, un partido eurófilo.

Por eso Albert, el politólogo de la Universidad de Bielefeld, prevé que, cuando comiencen las negociaciones entre CDU, Los Verdes y el FDP, “éstas serán duras”. “Pero irán más rápido de lo que uno se pueda imaginar. No hay otra alternativa”, concluye.

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