El embargo al petróleo y al gas de Putin costaría un 3% del PIB europeo pero haría caer un 40% el de Rusia
Cuatro economistas presentan en el Parlamento Europeo informes que prueban que "Europa puede cortar la compra de gas y petróleo a Putin".
1 abril, 2022 02:02Noticias relacionadas
"Si eres Putin, adoras esta situación. Porque estamos hablando desde hace un mes de no comprar más su gas, su petróleo y su carbón, y eso hace que suban los precios... pero no lo decidimos, seguimos comprando y acabamos pagando aún más". Desde que comenzó la invasión de Ucrania, y la UE lanzó cuatro paquetes de sanciones al régimen de Vladímir Putin, "hay un agujero enorme que las hace inútiles", explican los expertos: "Cada día, le mandamos más de 700 millones de euros, más de 23.000 millones ha recaudado ya. Y con ese dinero que le damos, financia la devastación de Ucrania".
Un grupo de economistas se reunió este jueves en el Parlamento Europeo para explicar, con decenas de gráficos, cifras y datos, que "lo único que falta es voluntad política" [consulte aquí el resumen en PDF]. Porque, en realidad, "la caída de las economías europeas no sería catastrófica, como alegan los Gobiernos de los países que se niegan".
La mención, elegante por elíptica, es a Alemania y Países Bajos, esencialmente. "Si lo hiciéramos, si impusiéramos el embargo a los combustibles fósiles rusos, no perderíamos más de tres puntos de PIB, en el escenario más pesimista". Y, como reveló en su exposición Maksym Chepeliev, "los efectos se multiplican más que por 10 en Moscú". Es decir, que Rusia perdería casi el 40% de su economía "de inmediato". ¿No acabaría eso con la capacidad de Putin para mantener la guerra?
Además de Chepeliev, profesor de la Purdue University (EEUU), presentaron sus informes Karen Pittel, de la Universidad de Múnich (Alemania); Benjamin Moll, de la London School of Economics (Reino Unido); y Georg Zachmann, del think tank Bruegel (Bélgica). Junto a ellos, el asesor económico del presidente Volodímir Zelenski, el experto Oleg Utsenko -éste de manera telemática-, participó en un seminario con Luis Garicano, líder de la delegación de Ciudadanos en la Eurocámara, de maestro de ceremonias y promotor.
Garicano está librando esta batalla desde el inicio de la contienda, y confiesa que "alguna crítica" ya ha recibido. Aunque el movimiento en los pasillos del Parlamento de Bruselas, la afluencia al encuentro y la solvencia de los informes le animan a continuar.
"Esta semana han ocurrido dos cosas", explicó en una de sus intervenciones, "que el domingo, Olaf Scholz rechazó públicamente la solvencia de estos números, y que pocos días después, los expertos en los que él se basa sacaron su propio estudio... y en el peor de sus escenarios, hablaban de seis puntos menos de PIB. Eso, no sin dificultades, claro, también lo podemos afrontar".
Olaf Scholz está decidido a mantener la compra de gas, petróleo y carbón ruso, "a pesar de que eso está alimentando a nuestro enemigo". El canciller de Alemania asegura que "hay que ser realistas" y que ni la economía de su país ni, por consiguiente, la europea -que tanto depende de la salud germana- tienen que seguir consumiendo la energía que vende Vladímir Putin, "a pesar de que los 700 millones de dólares diarios que le pagamos los europeos son los que están financiando la invasión de Ucrania".
Es decir, los sueldos de los soldados, los suministros de armas, munición, alimentos, sanidad, combustible para los blindados... los misiles, los aviones, los buques, los drones... e incluso los reemplazos. Este mismo jueves, Rusia sorteó a sus quintos, como llamábamos en España a los reclutas a los que cada año tocaba hacer la mili: 134.000 nuevos jóvenes han sido llamados a filas.
Dice el canciller que el parón económico sería brutal si se hace caso a quienes claman por el embargo al gas, al petróleo y al carbón rusos. Lo dice el gobernante recién llegado a Berlín -no son ni cuatro meses en el cargo- pero que ya se ha mostrado firme, cual experto en el sillón, en varias ocasiones.
Alega, frente a los 88 eurodiputados que firmaron una petición hace ya dos semanas y de la mano de sus socios de Gobierno -los verdes y los liberales-, que "la única manera de vencer a Putin es mantenernos fuertes", y que eso pasa por no debilitar las economías europeas. Un eurodiputado alemán confesaba a este diario que "evidentemente, los Verdes presentes en el Gobierno de Scholz no pueden ahora desdecirse de su mayor victoria, hace una década, cuando convencieron a Angela Merkel de acabar con la energía nuclear".
Pero estos prestigiosos economistas han ido elaborando en estas semanas cuatro estudios distintos que, por diferentes métodos -sectoriales, por grupos sociales, por países, a nivel alemán y europeo- han llegado a una conclusión común: "En el peor de los casos, el coste en caída de PIB en Alemania, si se decretara el embargo de las tres fuentes de energía, no superaría los tres puntos".
Ya hace dos semanas, alguno de los cuatro invitados había publicado un trabajo firmado por ocho economistas alemanes y un neozelandés: Rüdiger Bachmann, de la Universidad de Notre Dame; David Baqaee, (UCLA); Christian Bayer y Moritz Kuhn, de la Universidad de Bonn; Andreas Löschel, de la Universidad Ruhr Bochum; Andreas Peichl y la citada Karen Pittel, del Instituto Ifo de Investigación Económica, en la Universidad de Múnich; Moritz Schularick, de Sciences Po en París y la Universidad de Bonn y el también nombrado más arriba Benjamin Moll.
El Nobel de Economía Paul Krugman calificó de "realista" el análisis, tal y como explicaba en una reciente tribuna publicada en The New York Times.
Todos estos trabajos fueron presentados por los cuatro expertos presentes en el seminario organizado en la Eurocámara. Reunidos por iniciativa de Luis Garicano, (dentro del grupo de los liberales Renew), llenando una de las salas de conferencias más grandes de Bruselas, y ante una nutrida representación de eurodiputados, la conclusión común fue que "Europa debe hacerlo, por cuestiones éticas; pero sobre todo puede hacerlo".
Y es que la pérdida de crecimiento económico "sería muchísimo menor que la de la pandemia, hace dos años, y la pudimos afrontar". Ese entrenamiento social de la ciudadanía, que ya sabe cómo es sacrificarse ante una calamidad; la demostración de que los Veintisiete saben reaccionar audaz y conjuntamente; y la demostración "con números, tablas y hechos", hizo que la pregunta que más se repitiera fuera "¿y por qué no lo hacen?".
La respuesta, como decíamos antes, la voluntad política. "Cuando la crisis financiera, se impusieron las políticas de austeridad, porque los gobernantes escucharon a los banqueros, y no a los economistas", clamó Garicano hacia el final del acto. "En este caso, es evidente que están escuchando a los industriales, y otra vez nos desoyen". Y eso, como añadió Moll, "que presentamos los números, y estos números son hechos".
Los cuatro informes
Zachmann explicó que ya a finales del año pasado elaboró con sus colegas de Bruegel el primer trabajo "para ver cómo podríamos sobrevivir sin los combustibles fósiles de Rusia". Y la conclusión a la que llegaron es que "sí, lo podemos hacer, y lo podemos hacer este año". Según sus trabajos, el petróleo y el carbón que Europa le compra a Rusia "son perfectamente sustituibles" en otros mercados.
Y partiendo de que el 40% del gas que consume Alemania lo vende Moscú, "eso quiere decir que el 60% no es ruso, y hemos demostrado que un 20%, la mitad de lo que resta, es posible adquirirlo por otras vías". Los dos problemas restantes, explicó, serían "el precio de ese combustible, más alto al llegar en barcos metaneros, y el 20% restante insustituible".
A ese desafío respondía, esencialmente, el informe presentado por Pittel. La economista alemana hizo una presentación centrada en los efectos que tendría en su país la imposición del embargo a los combustibles fósiles rusos. "La decisión política debería diseñarse en función de sobre quién se puede hacer recaer el esfuerzo", añadió.
"Y el Estado debería hacer dos cosas: proteger a los hogares más vulnerables y dar ayudas directas a las industrias afectadas".
En ese punto, la exposición de Moll aclaró, con un ejemplo muy gráfico, qué podría ocurrir en determinados sectores. "Quizá durante un tiempo no podamos producir plástico, por ejemplo, porque salga muy caro. En ese caso, al tiempo que se ponen fondos públicos para sostener a esas industrias, lo que podemos hacer es sustituir el producto o importarlo".
En opinión de este experto, hay ejemplos históricos para entender que "la economía siempre se regenera y encuentra salidas incluso a las más grandes crisis". Para mostrarlo, evocó el caso del oleoducto Druzhba, que unía Rusia y Alemania y fue cerrado en 1929. "Inmediatamente, se sustituyó la vía de entrada por petroleros".
También recordó cuando los fabricantes de aviones le dijeron al presidente Roosevelt que era "imposible" que EEUU produjera 50.000 aviones en tres años para la II Guerra Mundial, "y al final le fabricaron 100.000 al año, adaptando cadenas de producción de coches".
Por su parte, Chepeliev presentó tres escenarios distintos de embargo, con datos cruzados por hogares y países más dependientes, y por tanto vulnerables, como Bulgaria. El primer caso, un recorte sustancial del 70%; el segundo, intermedio, del 80%; y uno más agresivo, en el que se reducirían las importaciones energéticas rusas al 90%.
En el primer supuesto, sus cálculos ofrecían "una caída enorme de ingresos por exportación" para Rusia, "con un impacto moderado a la economía europea". Es decir, alrededor de un punto de PIB, eso sí, con una inflación de entre el 7% y el 8%. Por otro lado, con restricción del 90%, las consecuencias seguirían siendo "abordables" para la UE: "Los hogares y los países pobres sufrirían más, pero con medidas políticas comunes de la UE, se les podría proteger".
La conclusión final de todos los participantes en la jornada fue compartida. "No decimos que ésta sea la única ni la mejor solución, sólo decimos que posible, que es comparable a la crisis de la Covid, y que esa recesión la pudimos y supimos manejar".
Y sobre todo, más allá del argumento de Scholz de permanecer fuertes, quizá la clave está en debilitar al enemigo hasta el extremo, "porque hoy alimentamos la guerra en Ucrania, lo que ya no es ético, pero un Putin enriquecido amenaza ya nuestras fronteras", concluyó Garicano.