Rusia avanza más rápido de lo esperado: la defensa de Kramatorsk y el Donbás ucraniano, en peligro
Salvo catástrofe, hablamos de una operación de meses y meses, costosísima en recursos y vidas humanas.
29 abril, 2022 03:18Noticias relacionadas
A pequeños pasos en vez de a saltos. Así está funcionando la ofensiva oriental de Rusia en el Donbás, al contrario de lo que vimos en marzo, cuando de tanto abarcar les fue imposible apretar más allá de las zonas fronterizas más afines. La nueva táctica es lenta, da pocos resultados, pero parece más segura. Consiste en luchar pueblo por pueblo, asegurar lo que se conquista, no perderse en mil frentes distintos y reagrupar después de cada avance para iniciar el siguiente.
Así, aunque tampoco se pueda hablar de un paseo militar -las tropas rusas han avanzado apenas unos veinte kilómetros en esta segunda ofensiva por las provincias de Donetsk y Lugansk hacia la tierra prometida de Kramatorsk, capital de facto del Donbás ucraniano-, la progresión al menos está siendo constante.
Las informaciones sobre el terreno del periodista Julian Roepcke, del diario alemán Bild, las estimaciones de la revista Ejércitos y los análisis del Institute for the Study of the War parecen coincidir en que la semana ha sido especialmente fructífera para los invasores y particularmente dura para los resistentes.
Imágenes de cuerpos junto a las carreteras, de trincheras abandonadas al poco de hacerse y geolocalizaciones que indican movimientos más veloces de lo habitual hacen pensar que Rusia pueda estar logrando por fin algo parecido a una pinza, o, al menos, un ataque desde varias direcciones distintas que obligue a las defensas ucranianas a dispersarse.
Por un lado, un núcleo importante de tropas estaría bajando desde Izium hacia Barvinkove. Por el otro, evitando las zonas boscosas que rodean el noreste de Sloviansk, varias divisiones estarían intentando llevar el frente de batalla hasta Liman, a unos cuarenta kilómetros de Kramatorsk.
Por si eso fuera poco, siguen los combates en Sieverodonetsk y en Popasna. En ambos casos, el objetivo sería avanzar hacia Bakmut, al sudeste. Desde ahí, habría acceso directo a Kramatorsk y se completarían tres ángulos de combate.
La buena noticia para Ucrania es que parece que las tropas del general Alexander Dvornikov han decidido, de momento, no lanzarse a rodear por completo a las tropas de las JFO ucranianas, intentando tomar Pavlorad y de ahí buscar el doble ataque hacia el oeste -Zaporiya y Dnipro- y hacia el este -cortando el paso de una posible retirada-.
Los objetivos parecen ser mucho más precisos y habrá que ver qué capacidad de defensa tienen las experimentadas tropas ucranianas desplegadas desde hace años en ese territorio.
La importancia de la resistencia
Aunque la situación se haya complicado, no se puede decir que estemos ante algo inesperado. Es de suponer que el alto mando en Kiev ya tenía en mente este escenario. La cuestión, ahora mismo, no es que el poderoso y numeroso ejército ruso avance, sino que se le pueda frenar allá donde sea posible, y en caso contrario, que la retirada sea lo más ordenada posible.
El problema no es perder Kramatorsk o Sloviansk. Eso es algo que, tarde o temprano, va a suceder. El problema habría sido perderlos de inmediato, en las primeras escaramuzas. Estamos hablando desde hace meses de una guerra de desgaste y el desgaste consiste precisamente en hacer perder fuerzas y tiempo al enemigo.
Rusia va a avanzar, eso es lógico. Llegará el momento en el que caiga Bakmut, caiga Barvinkove y caiga Liman. Es decisivo que eso suceda lo más tarde posible. Que, en el camino, los rusos pierdan efectivos y pierdan armamento. Que gasten combustible y recursos para sus tropas.
Que lleguen al cerco de Kramatorsk y Sloviansk lo más debilitados posibles, de manera que la toma de ambas ciudades se les haga un mundo. Estamos hablando de dos núcleos de población que sumaban unos 270.000 habitantes entre ambos antes del inicio de la guerra. Desde entonces, se han convertido en el centro de llegada de las armas que van llegando al oeste del país y de los combatientes que se van sumando al frente de resistencia.
También representan la esperanza de los refugiados del resto del Donbás, que huyen de las zonas ocupadas y buscan un futuro mejor en la parte nacionalista del país, relativamente tranquila desde la espantada de las tropas de Putin de los alrededores de Kiev. No hay que olvidar el salvaje ataque sobre la estación de Kramatorsk que dejó al menos cincuenta muertos y más de cien heridos.
Tomar dos ciudades militarizadas no va a ser fácil, como no fue la toma de Mariúpol. Es preciso que los rusos gasten todas sus energías allí, de manera que, en el peor de los casos, si ambas ciudades acaban cayendo, no les queden ganas ni fuerzas para seguir hacia adelante, es decir, para llegar al río Dniéper. Mientras haya avance, los rusos estarán contentos.
Mientras sea lento, los ucranianos respirarán con cierto alivio. Las armas siguen llegando y los preparativos defensivos se pueden perfeccionar. El tiempo corre a su favor. Otra cosa es que esta tendencia se acelere en las próximas horas, eso sí que sería muy preocupante.
Las consecuencias de un avance rápido
¿Qué pasaría si Rusia tomara Kramatorsk y Sloviansk? Bueno, junto a la toma de Sieverodonetsk, que puede producirse en los próximos días, prácticamente supondría la conquista completa de las regiones de Donetsk y Lugansk, las principales de lo que se da en llamar el Donbás.
Ahora bien, el Kremlin dejó bien claro hace poco que ese había dejado de ser ya su principal objetivo y que ahora iba a intentar crear un corredor desde estas provincias hasta Transnistria. Eso implica continuar la guerra hasta Zaporiya y Dnipro, y de ahí lanzarse a por Mikolaiv y Odesa.
Salvo catástrofe, hablamos de una operación de meses y meses, costosísima en recursos y vidas humanas. Hay que insistir en el hecho de que cada uno de estos avances requiere a su vez que un número de tropas se quede en cada ciudad ocupada.
No sabemos exactamente cuántas unidades forman el ejército ruso, pero se calcula que, pese a las numerosas bajas, puede seguir estando en torno a las 150.000 o 200.000. Con eso, hay que ir consolidando el control de las pequeñas ciudades y de las grandes, hay que mantener el cerco sobre Járkov, la gran ciudad rusoparlante del país, y hay que avanzar hacia la otra punta del país.
Parece una empresa complicada. Para ello, necesitarían el apoyo de las tropas del sur, pero no sabemos muy bien qué pasa con estas tropas. ¿Han salido ya de Mariúpol o siguen intentando cercar la acería de Azovstal para prevenir acciones de sabotaje? ¿Son Melitopol y Jersón suficientemente seguras como para mandar parte de los contingentes establecidos en ambas ciudades en dirección a otros frentes? No lo parece.
En Melitopol, uno de los puentes de transporte de mercancías utilizado por el ejército ruso fue volado este miércoles por insurgentes ucranianos. En Jersón, las protestas se mantienen y las nuevas autoridades ya han descartado cualquier referéndum: la región quedará en manos rusas y punto. No hay nada que votar al respecto.
Sí, Rusia puede avanzar y puede poner en serios apuros a las JFO. Ahora bien, queda por ver hasta dónde puede mantener ese avance, por lento y sistemático que sea. A los mercenarios hay que pagarlos, a las tropas hay que alimentarlas, los carros de combate necesitan combustible y piezas de reparación… avanzar por un país extranjero durante meses es una tarea ingente.
El ejército ucraniano debe tener eso en cuenta en todo momento y alargar la resistencia todo lo posible. Retrasar los frentes si es preciso, abandonar aquellas ciudades que no tienen salvación, pero mantener la unidad. Si lo consigue, tarde o temprano, se observarán señales de desgaste en las tropas ocupantes. Es decisivo que, para cuando llegue ese momento, estén lo más lejos posible del Dniéper.