Los cinco motivos por los que la OTAN intuye que la guerra de Ucrania puede durar años
Cuando la invasión rusa empezó, parecía que iba a durar días o semanas, pero la resistencia ucraniana ha obligado a Rusia a cambiar de estrategia.
1 mayo, 2022 02:55Noticias relacionadas
Desde que hace casi un mes, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunciara su convencimiento de que la guerra de Ucrania duraría meses o incluso años, el tiempo no ha hecho sino darle la razón. Todas las partes se preparan para un conflicto duradero de consecuencias imposibles de determinar. Conforme pasen los meses, se abrirán nuevos escenarios y aumentará el peligro de que otros países se vean involucrados directamente. No sabemos cuánto va a aguantar exactamente la resistencia ucraniana ni cómo va a poder sufragar Rusia una guerra tan larga en territorio extranjero.
Lo que parecía una cuestión de pocos días, un paseo del ejército ruso que acabaría con un cambio de régimen y una paz inmediata estableciendo sus condiciones, se ha convertido en una guerra de desgaste en la que los frentes apenas se mueven y las estrategias se crean para conquistar una carretera, un pueblo, un puente. No hay visos de que el Kremlin busque ya un cambio en el gobierno de Kiev ni de que quiera saber nada de la Ucrania nacionalista al oeste del río Dniéper. No a corto plazo.
A medio, dependerá de cómo le vaya con sus primeros objetivos: asegurar el control sobre todo el Donbás —falta, básicamente, conquistar Severodonetsk, Kramatorsk y Sloviansk para rodear por completo a las tropas de élite ucranianas y obligarlas a rendirse— y crear un corredor desde estas provincias hasta Transnistria.
Estos objetivos, de por sí, y en la situación actual de estancamiento en casi todos los frentes, ya parecen ambiciosos. El asunto es que nadie se cree que Putin vaya a parar ahí. Tampoco Kiev va a permitir que esos territorios sean entregados sin más al enemigo y organizará resistencias armadas para recuperar las ciudades perdidas, condenando al Kremlin a mantener decenas de miles de tropas solo para asegurar el control de lo ya conquistado.
Salvo hundimiento de uno de los dos ejércitos, no se ve cómo se podría acelerar el final de esta guerra. Hay al menos cinco motivos para pensar que esto va para largo:
Cambio de estrategia de Putin
En un principio, la idea era que la "operación militar especial" fuera eso: una especie de continuación de las maniobras de Belgorod y Bielorrusia. Un pequeño paseo por tierras ucranianas en el que las tropas serían recibidas con flores y abrazos por las zonas rusófonas —todo el Donbás y todo el sur, desde Mariúpol a Odesa— y Kiev caería como una casa de naipes, de un solo soplido. Cuando la cosa se complicó —y mucho—, Rusia se propuso conseguir al menos una victoria suficientemente contundente como para poder celebrarla el 9 de mayo, día del aniversario de la rendición nazi en la II Guerra Mundial.
Todos esos planes forman parte del pasado: Kiev resistió, como resistió el Donbás y desde luego resistió Mariúpol. Odesa queda lejísimos del alcance de cualquier división rusa sobre el terreno. El 9 de mayo llegará en ocho días y a lo que aspira Putin es a celebrar la conquista de Mariúpol. No da tiempo para más y da igual que, en rigor, Mariúpol no haya sido totalmente conquistada, pues ahí queda la enorme acería de Azovstal. Hablamos, en cualquier caso, de la quinta ciudad con mayor población de Ucrania. Las otras cuatro siguen bajo el control del gobierno de Kiev.
Que la guerra va a ser larga se puede ver en el propio cambio de estrategia del general Alexander Dvornikov tras las órdenes del Kremlin: avances lentos, seguros, sin romper cadenas de suministros, rodeando zonas comprometidas y evitando riesgos para la infantería. Rusia ha abrazado la dinámica de los pequeños objetivos: un paso y después el otro. Ya no vemos filas interminables de tanques, como en marzo, sin combustible, sin suministros y molestándose unos a otros mientras eran pasto de los sabotajes locales. Ya no hay avance sin retaguardia preparada. Y eso, lógicamente, obliga a tomarse un tiempo.
¿Cómo se rompen unas tablas?
El segundo motivo para pensar en que esto se va a alargar es que ambos países están convencidos de que les va a ir mejor en el futuro. Ninguno está dispuesto a conformarse con lo que tiene. Así es muy complicado afrontar unas negociaciones serias de paz: siempre piensas que puedes colocar algo más sobre la mesa si dejas pasar unas semanas o unos meses.
Rusia, pese a fracasar en sus primeras intenciones, sigue pensando que tiene un ejército más numeroso y más potente. Y es verdad. Asimismo, ha conquistado buena parte del este y el sur de Ucrania, que no es poca cosa. Le ha costado sangre, sudor y lágrimas, pero sus tropas ocupan desde las inmediaciones de Járkov hasta las de Jersón. Y siguen avanzando.
Por su parte, Ucrania ha hecho de la resistencia su bandera. ¿Cómo podría rendirse ahora? ¿Qué se le podría ofrecer? Ucrania no va a renunciar ni a lo que ya ha perdido. Va a seguir esperando su momento y sabe, por un lado, que a Rusia le va a costar muchísimo, en muchos sentidos, mantener una ocupación duradera y, por otro lado, que las armas y la formación van a seguir llegando por parte de Occidente.
En cualquier momento, puede surgir la oportunidad de la contraofensiva. Al fin y al cabo, ¿cuánto territorio ha perdido? ¿Un 15%, un 20%, como mucho? Si eso es lo mejor que podía mandarles Rusia, es normal que piensen que aún tienen margen de remontada.
En tercer lugar, un verdadero problema para establecer el final de un conflicto es determinar cuáles son los objetivos de dicho conflicto. Como comentábamos antes, el Kremlin ha sido tremendamente difuso al respecto: ¿Quiere solo el Donbás?, ¿quiere unir el Donbás con Transnistria?, ¿quiere cambiar el gobierno de Kiev atacando desde Bielorrusia?, ¿quiere toda Ucrania?, ¿quiere incluso hacer demostraciones de fuerza en Moldavia y amenazar a las repúblicas bálticas o a Polonia en su frente occidental? Si no se sabe cómo va a acabar una guerra, es imposible saber cuándo.
¿Firmaría Putin un armisticio al llegar al Dniéper? ¿Por qué? Si ha llegado hasta ahí, creerá que puede ir más allá. Siempre hay un más allá un poquito más al oeste. Por parte ucraniana, ¿en qué momento reconoces que la lucha no ha valido para nada, que das por buenas las atrocidades, las violaciones, los niños asesinados por las bombas y decides rendirte?
Ninguna de las dos partes tiene un objetivo claro o, más bien, ninguna de las dos partes tiene un objetivo realista: ni Rusia va a ocupar toda Ucrania ni Ucrania va a conseguir recuperar lo que ya ha perdido. No a corto plazo, que es de lo que estamos hablando.
Negociar con el Diablo
El cuarto motivo tiene que ver con los anteriores: en la situación actual, no se ve la manera de que se rompa el empate técnico… o eso es lo que piensan ambas partes. Pero, ¿podrían estar equivocadas? ¿Podría resultar que Rusia acabara venciendo la resistencia de un ejército ucraniano agotado? ¿Podrían las armas llegadas desde Occidente desnivelar la contienda e ir empujando a los rusos hacia sus fronteras del 24 de febrero? No parece sencillo imaginar un escenario así. Insistimos, no a corto plazo. Al principio, podía pensarse que la resistencia ucraniana tenía mucho de adrenalina y heroísmo… pero poco de fiabilidad y verdadera fuerza militar.
Obviamente, no es así. En el momento en el que Putin decidió salir corriendo de las inmediaciones de Kiev, quedó claro que Ucrania puede defenderse perfectamente más allá de las apelaciones a la épica. Tiene un buen ejército, un excelente conocimiento del terreno, ayudas externas y una convicción admirable en la victoria final. Habrá semanas mejores y semanas peores, pero no se intuye un descalabro en el corto plazo igual que no se intuye del lado ruso, no bajo las nuevas directrices que se apuntaron en el primer punto: con orden, con profesionalismo, sin aventuras alocadas, el ejército ruso es demasiado poderoso como para venirse abajo y tener que abandonar el país a la carrera. O eso creemos todos, la OTAN incluida.
Odio mutuo
El último motivo para pensar en una guerra larga también ha sido bosquejado anteriormente y solo cabe entrar ahora en detalle: rusos y ucranianos se odian. Desconfiaban los unos de los otros antes de esto, pero recurrían a su hermandad eslava para tolerarse. Ahora, no hay hermandad ni hay nada. Los dos meses de atrocidades, fosas comunes, bombardeos a civiles, violaciones masivas, etc. hacen muy complicado que ninguno de los dos lados tenga la serenidad suficiente para calcular un acuerdo.
¿Cómo se negocia con aquellos a los que no consideras dignos de existir? ¿Cómo se negocia con quien para ti es la encarnación del Diablo, alguien que ha provocado que millones y millones de ucranianos hayan abandonado sus hogares, a menudo sin saber qué ha sido de los que han dejado detrás? No, ninguna de las dos partes está dispuesta a encontrarse en ningún punto medio. Ucrania porque no quiere renunciar a su integridad territorial ni tiene por qué hacerlo, Rusia porque se ha metido en una especie de tarea histórica universal que no tiene ni pies ni cabeza y no sabe cómo salir. Así, irán pasando los meses, los muertos y los heridos, sin demasiada esperanza de que las cosas vayan a ir a mejor.