Mientras las tropas rusas se preparan para cerrar la pinza sobre Sievierodonetsk y Lisichansk ampliando sus conquistas desde Popasna, y comienzan por fin un sangriento asalto a Limán, Ucrania oscila entre la defensa cerrada y la posibilidad de una contraofensiva. Aunque la gran mayoría de armamento y suministros recibidos desde Occidente a lo largo de estos días ha ido a los distintos frentes por pura necesidad y sin la formación ni la integración suficiente, otra parte se ha ido quedando en la retaguardia, organizando a su alrededor distintos batallones que ya estarían dispuestos a entrar en acción.
Según informa la revista Ejércitos, auténtica referencia informativa en esta contienda, siguiendo fuentes extraoficiales, Ucrania estaría en disposición de mandar al frente sur hasta 32 batallones tácticos divididos en tres grupos estratégicos. El primero marcharía al frente de Mikolaiv, a escasos kilómetros de la capital de Jersón, con la idea de expulsar a los invasores de uno de los puertos clave del Mar Negro y recuperar el terreno perdido durante los primeros días de la guerra. Los otros dos, ligeramente más al este (Krivvi Rih y Pervomaiske) tendrían la misma intención: ir empujando a las tropas rusas al otro lado del río Dniéper y liberar, por lo tanto, su desembocadura.
Este rumor coincide con la supuesta intención rusa de iniciar su propia ofensiva desde Jersón para consolidar sus posiciones en la zona y podría convertir el sur de Ucrania en una nueva zona de intensos combates tras un mes y medio de relativa tranquilidad. No parece casualidad que estos movimientos lleguen justo cuando más intenso es el bloqueo por mar de los alimentos ucranianos por parte de los barcos rusos, amenazando con una hambruna a nivel global.
Consolidar Dnipro y Zaporiyia
Convertir el río Dniéper en una frontera natural sería un avance importantísimo para Ucrania, que consolidaría, de ese modo, gran parte de sus posiciones previas al 24 de febrero. Recordemos que, tras la retirada del ejército ruso de las inmediaciones de Kiev y de buena parte de la provincia de Járkov, las verdaderas ganancias de la 'Operación militar especial' iniciada por Vladimir Putin se centran sobre todo en el sur y en limitadas partes del Donbás, donde sí, el ejército ruso ha avanzado y ha conquistado varias aldeas, llegando incluso al puerto de Mariúpol, pero a un coste en vidas y material bélico absolutamente enloquecido.
Al empujar a las tropas rusas hacia el otro lado del Dniéper, Ucrania acerca el frente al puerto de Melitopol y, en general, al sur de la región de Zaporiyia, cuya capital, que descansa precisamente junto al curso del río, sigue en manos locales. Asimismo, asegura la defensa de la ciudad industrial de Dnipro, uno de los puntos clave de la economía ucraniana y nudo de comunicaciones en el traslado de suministros desde el oeste al frente del Donbás.
Sería, además, una manera de probar el nuevo armamento y la nueva organización de cara a misiones más duras en el futuro. Si, tras meses de entrenamiento, Ucrania no es capaz de llevar a cabo esta contraofensiva con éxito, sería una pésima noticia y condenaría al ejército de Volodimir Zelenski a asumir un rol defensivo durante el resto de la contienda salvo implosión económica o militar rusa.
¿Refuerzos al Donbás?
Con todo, es lógico que surjan dudas acerca de la distribución de estos nuevos batallones. El acceso al Mar Negro es vital para Ucrania, como lo es la defensa de Odesa y de las mencionadas ciudades del Dniéper que resistieron los primeros ataques rusos. Ahora bien, es cierto que la guerra no se está decidiendo allí y que, incluso en lo que se puede considerar una decisión ofensiva se esconde en realidad un movimiento defensivo: proteger la parte del país que, en realidad, a Putin no le interesa tanto.
No falta quien califica este planteamiento como de "poco útil" o "gesto de cara a la galería" cuando las ciudades de Sievierodonetsk y Lisichansk están a punto de convertirse en nuevas Mariúpol dentro de la región de Lugansk. ¿No deberían mandarse allí los refuerzos? ¿No serían de mayor utilidad? La misma pregunta podría hacerse con el saliente sur de Izium, incluyendo la ciudad de Limán, sometida durante este lunes a intensos bombardeos y donde se han vivido los primeros escarceos de infantería.
Las dudas son legítimas y apuntan a dos explicaciones totalmente opuestas: puede ser que Ucrania prefiera no reforzar el frente del Donbás porque ya tenga confianza total en las tropas desplegadas en la zona. De momento, han resistido estos tres meses sin apenas ceder posiciones y cuentan con la experiencia de los ocho años de guerra anteriores contra las milicias prorrusas. Son cuerpos expertos, de élite, que conocen a las mil maravillas la orografía y los pequeños recovecos de la lucha por cada milímetro de una carretera. De hecho, mandar allí batallones desde otras zonas con otro armamento y otra formación podría provocar un desorden que no es el que ahora mismo precisa la situación.
Hacia una guerra de desgaste
También puede ser lo contrario, por supuesto. Puede que Ucrania sea consciente de la enorme dificultad que supone defender Lugansk y Donetsk y hasta cierto punto dé ambas regiones por perdidas... pero no quiera bajo ningún concepto que Rusia se plante en una mesa de negociación con otros territorios bajo la manga. Al ritmo actual de ocupación y conociendo las limitaciones logísticas y numéricas del ejército ruso, solo tomar Sievierodonetsk y Lisichansk puede tomar semanas. Avanzar hacia Sloviansk y Kramatorsk y ocuparlas sería cuestión de meses.
Eso no va a cambiarlo ninguna contraofensiva ni ningún refuerzo. Lo que necesita ahora mismo Ucrania es mantener las líneas de suministro. Esa es la clave. No permitir que Rusia complete la pinza en Lugansk desde Popasna ni ceder Limán sin oponer suficiente resistencia como para que el enemigo se piense dos veces el ataque directo a Kramatorsk y Sloviansk. Aún quedan ayudas y armas por llegar a Ucrania y estos son sólo los primeros batallones de muchos que podrían estar preparándose.
El asunto es saber si llegarán a tiempo y cuál es el ritmo de reemplazo que puede permitirse Rusia. Aproximadamente el 40% de los soldados que empezaron la invasión están ya muertos, capturados o heridos de consideración. Sin una movilización general como la que se extendió este mismo domingo en Ucrania ni la capacidad armamentística para hacer esa movilización eficaz, lo normal es que el ejército de Putin, Gerasimov y Dvorsikov vaya encontrando cada vez más dificultades para mantener unos avances ya de por sí bastante escasos. Aguantar el desgaste es ahora mismo el reto de los dos ejércitos.
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