Del Qatargate al Marocgate: los vínculos que unen a Marruecos con la corrupción del PE
Todo el mundo señalaba a Qatar, pero le tocó declarar a otro detenido, Pier Antonio Panzeri y desveló la participación de un segundo país, Marruecos.
17 diciembre, 2022 03:06El papel de los “lobbys” en Estrasburgo y Bruselas es delicado. Determinar dónde empieza la presión y dónde el soborno es complicado cuando se juntan tantos intereses diversos poniendo a prueba las conciencias de setecientos cinco eurodiputados. En el Parlamento Europeo, más desde que el euroescepticismo saltó de las islas y se apoderó del continente, conviven todo tipo de figuras estrafalarias, muchas de las cuales no tienen ningún interés en el proyecto común europeo, salvo para dinamitarlo.
En ese contexto, sería de esperar que los tres grandes grupos de la eurocámara, es decir, aquellos que representan a partidos organizados, con un fuerte sentimiento europeísta, y que en principio no necesitan de los “lobbys” para enriquecerse, dieran ejemplo manteniéndose al margen de los escándalos por corrupción. Desgraciadamente, no es lo que hemos visto durante la última semana. Desde la detención de la vicepresidenta socialdemócrata, la griega Eva Kaili, cuyo padre fue arrestado por la policía belga cuando salía de un hotel con maletas llenas de dinero en efectivo, la cosa no ha hecho sino empeorar.
En un principio, el dinero se vinculó a Qatar. Tanto el padre de Kaili, como la propia vicepresidenta, como su compañero de partido, el belga Marc Tarabella tuvieron que responder ante el juez por sus negocios con el emirato. Como decíamos antes, ¿dónde empieza la campaña de imagen y dónde el delito? El número de maletas repartidas entre familiares nos puede dar una indicación bastante aproximada.
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Que el foco mediático se pusiera de inmediato en Qatar tenía sentido. Se trata de un estado con tendencia a conseguir las cosas de la manera más directa y con una curiosa obsesión por lavar su reputación en occidente. Que la detención de los eurodiputados socialdemócratas coincidiera con la celebración de una Copa del Mundo en la que las acusaciones de soborno han estado a la orden del día no ayudó en absoluto. Al contrario, sirvió para cimentar el tópico de poderosos jeques regalando dinero a espuertas a cambio de unas cuantas buenas palabras y una cierta iniciativa legislativa en su favor.
Ahora bien, mientras todo el mundo señalaba a Qatar, le tocó declarar a otro detenido, el también socialdemócrata, aunque recién retirado, Pier Antonio Panzeri. Panzeri era, por así decirlo, el intermediario entre alguien apodado “El Gigante” y varios de sus compañeros de partido. También era un hombre de familia: su mujer, Maria Dolores Colleoni, y su hija, Silvia Panzeri, eran beneficiarias de una tarjeta de crédito donde se cargaban los pagos puntuales del “contacto”. Ellas eran, también, las encargadas de transportar “regalos” para los eurodiputados involucrados en la trama.
La conexión marroquí en Polonia
¿Es “El Gigante” un jeque qatarí? No parece. La entrada en la investigación de Panzeri y su familia desveló la participación en esta compra de voluntades de un segundo país: Marruecos, y, en concreto, de su embajador en Polonia, Abderrahim Atmoun. Sería lógico pensar que Atmoun fuera también quien anda detrás de los cargos en la tarjeta de crédito de los Panzeri, pero eso corresponderá a la justicia belga determinarlo. De momento, la policía ha encontrado hasta un millón y medio de euros vinculados con la operación en los domicilios de Kali y Panzeri.
Esta sombra sobre Marruecos se agrandó el pasado jueves, cuando Francesco Giorgi, pareja de la exvicepresidenta Kaili y su asesor parlamentario, declaró que ambos trabajaban también para el reino africano. Giorgi, conocido como “Mister Europarlamento” por su atractivo físico, también acusó al italiano Niccolò Figà-Talamanca, secretario general de la ONG “No hay paz sin justicia” como intermediario en esta supuesta maniobra para intervenir en las políticas internas de la Unión. No tiene pinta de que la investigación vaya a parar ahí. Más bien parece que, como sucedió en 2015 con la investigación del FBI a la FIFA, la cosa no ha hecho más que empezar.
Un golpe bajo a los derechos humanos
¿Quién es Figà-Talamanca y a qué se dedica su organización? Exmiembro del Partido Radical italiano, Figà es un activista por los derechos humanos desde hace décadas. Antes de recalar en la organización “No hay paz sin justicia”, colaboró como abogado de Human Rights First en la Corte Penal Internacional y ayudó en la investigación y persecución legal de distintos crímenes de guerra cometidos en Kosovo, Sierra Leona o Timor Oriental.
En los últimos años, se había unido a la también radical Emma Bonino, exministra de Asuntos Exteriores italiana durante el gobierno de Enrico Leita y, anteriormente, de Asuntos Europeos y Comercio Internacional durante el gobierno de Romano Prodi. En cuanto se supo de la posible implicación de Figà-Talamanca en la trama, Bonino decidió dimitir inmediatamente de sus cargos en la ONG. Parece que se teme lo peor.
Esta implicación sería desde luego un golpe bajo en la defensa de los derechos de las minorías. “No hay paz sin justicia” ha luchado por las mujeres en Afganistán y por la comunidad LGTBI en los países árabes. Si de verdad ha aceptado sobornos por parte de Qatar o de Marruecos, países donde los derechos humanos brillan por su ausencia, el escándalo no solo sería político, sino moral.
Tanto Figà-Talamanca como Kaili, Tarabella, Panzeri y sus familiares están ahora mismo detenidos bajo la acusación de corrupción y lavado de dinero. La fiscalía amenaza con penas de prisión para intentar buscar su colaboración, algo que, de momento, está consiguiendo. En cuanto al enlace marroquí, es decir, el embajador Atmoun, dispone de inmunidad diplomática y sigue en Varsovia, donde aún no ha emitido declaración alguna. Aunque este tipo de prácticas se vienen denunciando desde hace tiempo, el estallido de un caso como este en un momento de zozobra en torno al proyecto europeo no hace ningún bien.
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Que sus protagonistas no sean alocados buscadores de fortuna a lo Ruiz-Mateos, sino establecidos miembros del Partido Socialdemócrata, el segundo más votado en las pasadas elecciones y garante, junto al conservador Partido Popular Europeo y el liberal Renovar Europa (heredero de ALDE) ayuda aún menos a la credibilidad de las instituciones. Bien harían desde Bruselas y desde los distintos gobiernos nacionales en condenar de inmediato estas conductas y ponerse al servicio de la investigación. El silencio reinante no tranquiliza a nadie.