"Pánico" ruso al sur del Dniéper: los ataques a Tokmak y la indisciplina hacen peligrar la defensa
En la estrategia ucraniana de desgaste al ejército ruso, la ciudad de Tokmak es clave por alzarse como un núcleo de suministros y municiones.
18 mayo, 2023 02:41Mientras el Grupo Wagner parece dispuesto a terminar en las próximas horas la conquista de esa “ratonera” (así la definió el portavoz del Ministerio de Defensa ucraniano) llamada Bakhmut, el elevado número de tropas que se han tenido que desviar para culminar la invasión, junto a las unidades desviadas para tapar momentáneamente la sangría de los flancos de Ivanivske y Khromove, hacen temer lo peor para el ejército ruso en los demás puntos del frente.
El Institute for the Study of War (ISW) hablaba este miércoles de “pánico” en la orilla sur del Dniéper ante la que se les viene encima con la anunciada contraofensiva ucraniana. Tal vez el término sea un poco exagerado, pero es necesario tener en cuenta que esa zona ha sido objeto de repetidos ataques desde principios de mayo -en particular, la ciudad de Tokmak, núcleo de suministros y municiones- y que es donde el ejército ruso ha colocado a sus hombres menos preparados.
Obsesionados con la captura de Bakhmut y perdidos en una guerra descomunal de egos, tanto Gerasimov como Prigozhin y los distintos cabecillas de otros tantos ejércitos privados han reservado a sus mejores hombres para la defensa del eje Svatove-Vuhledar, dejando para Jersón y Zaporiyia poco más que las sobras: movilizados forzosos, voluntarios, reclutas recién salidos de un servicio militar cada vez más apresurado…
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La situación no deja de ser curiosa teniendo en cuenta que estas dos regiones sureñas también fueron anexionadas por Rusia el otoño pasado y, por lo tanto, deberían ser defendidas con el mismo empeño que las de Donetsk o Lugansk, pero los hechos se han dado así.
A lo largo de todo el sur del río Dniéper, esperan batallones rusos poco entrenados, con apenas experiencia militar y que confían en que las fortificaciones minadas que han ido construyendo, junto al propio obstáculo natural que supone el inmenso río Dniéper, les salve de una derrota segura.
Refuerzos en la central nuclear
Más allá de las consideraciones en torno al estatus político de Zaporiyia y Jersón, hay un componente puramente bélico que hace de su defensa una urgencia para Rusia: si Ucrania cruza o rodea el río y avanza hacia el sur, puede tener a tiro de Leopard tanto Mariúpol como Berdiansk o Melitopol, partiendo en dos al ejército ruso e impidiendo los movimientos de un extremo a otro del frente.
Estos movimientos son decisivos, pues Rusia no puede mantener divisiones preparadas en todos lados y tiene que ir trasladándolas según la urgencia. Si el sur de Jersón y el de Zaporiyia quedan aislados, su futuro y, por extensión, el de la península de Crimea está sentenciado.
Tal vez de ahí el pánico, y tal vez de ahí que la mayoría de los expertos entiendan que el gran objetivo del ejército de Zelenski, Zaluzhnyi y Sirskyi sea recuperar cuanto antes la ciudad clave de Vasilivka y remontar el río hasta Energodar, donde está emplazada la central nuclear más grande del país, único lugar realmente protegido por tropas rusas de garantías en todo el frente sur y que habría sido reforzada en los últimos días ante la amenaza ucraniana. El asunto sería ver qué hace Rusia con esas tropas -y con esa central nuclear- si hay riesgo de embolsamiento.
Para añadir más leña al fuego, el ISW cita a un milblogger ruso afiliado al Kremlin que habla de “caza de brujas” en la zona de Jersón. Si en el Donbás se concentra lo mejor del ejército regular ruso y del Grupo Wagner y aun así vemos cómo se tiran los trastos a la cabeza y se acusan de todo día sí y día también, lo que podemos encontrar en el frente sur es tremendo.
Al parecer, unas unidades se acusan a otras de un exceso de colaboración con los voluntarios prorrusos de la zona, lo que a su vez puede derivar en filtraciones al ejército ucraniano sobre posiciones de combate y objetivos.
Desgaste antes de cualquier avance
De momento, en cualquier caso, no parece que desde Kiev se tenga prisa alguna en iniciar los avances. Llegarán en su debido momento. El objetivo principal ahora mismo es desgastar en todo lo posible al ejército ruso: dejarle sin suministros, dejarle sin combustible, atacar sus depósitos de municiones y obligarle a concentrar hombres allí donde el alto mando decida de antemano.
Llegará un día, pronto, en el que Bakhmut caiga y todos los propagandistas rusos salten de alegría. El asunto, después, será ver cómo se sale de Bakhmut y cómo se hace para que todas esas unidades de élite puedan ayudar a defender Kreminna, Vasilivka o Nova Kajovka.
Hay que limpiar trincheras y debilitar al enemigo antes de ocupar territorio como si esto fuera un juego de mesa. No puede ser de otra manera en una guerra de desgaste. Por su parte, Rusia insiste en atacar posiciones civiles. Este mismo miércoles murieron tres personas en el norte de Jersón, incluido un niño de cinco años. Es la perversa lógica del terror a la que se lleva ateniendo el ejército invasor desde el primer día. La misma lógica que obliga al pueblo ucraniano a defenderse con uñas y dientes y no aceptar rendición ni negociación alguna.