Erdogan prolonga cinco años más su autoritarismo en Turquía: el 'malo' de Europa y EEUU
Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales turcas le dieron el 52,16% del voto.
29 mayo, 2023 02:51Noticias relacionadas
Erdogan ha demostrado ser imbatible una vez más. Ni la crisis económica, ni la gestión del terremoto, ni la candidatura conjunta de la oposición han logrado una alternancia de poder en Turquía. Recep Tayyip Erdogan renueva su cargo como presidente de la república durante cinco años más, después de 20 años al frente de su país.
Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales turcas le dieron el 52,16% del voto, mientras que el candidato opositor, Kemal Kilicdaroglu, se quedó en 47,84%. Turquía ha quedado dividida entre los partidarios y los detractores de Erdogan, cuya era autoritaria se prolonga una legislatura más.
Erdogan, líder del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), se convirtió en primer ministro por primera vez en 2002, cargo en el que se mantuvo tras los comicios de 2007 y 2011. En el año 2014 fue elegido presidente de la república, una figura más bien ceremonial sin apenas poder ejecutivo.
Massive number of supporters gather outside Presidential complex to celebrate Erdogan's victory in presidential elections of Turkey pic.twitter.com/gM36WgOELG
— Jack Straw (@JackStr42679640) May 28, 2023
Sin embargo, en 2017, sometió a referéndum unas reformas constitucionales que otorgaban el poder ejecutivo al presidente, anulando la figura del primer ministro y convirtiendo el sistema parlamentario turco en un sistema presidencialista en torno a su persona. Desde entonces, Erdogan tiene todo el poder ejecutivo y se ha ido haciendo con poderes legislativos y el control del poder judicial.
Esta situación de control de la mayoría de los poderes del estado deja a la oposición en desventaja, aunque el proceso electoral se lleve a cabo sin irregularidades. Es lo que los expertos denominan un régimen de autoritarismo competitivo o de autocracia electoral.
Bajo los mandatos de Erdogan, los derechos y libertades fundamentales se han ido deteriorando, sobre todo en lo que se refiere a la libertad de expresión. El presidente tiene el control de la mayoría de los medios de comunicación estatales y privados, un arma decisiva para la campaña. En este sentido se quejaba el opositor Kilicdaroglu tras reconocer su derrota: "Todos los medios del Estado se movilizaron en favor de un partido político y se pusieron a los pies de un solo hombre".
El nacionalismo en el centro de la campaña
Erdogan tiene ahora por delante cinco años como presidente y cuenta con la mayoría absoluta de su alianza electoral en el Parlamento turco. Se enfrenta a una acusada crisis económica, con una inflación que el pasado octubre registró la cifra récord del 85%. Por otra parte, el gobierno deberá gestionar la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto que en febrero acabó con la vida de más de 50.000 personas, además del desplazamiento de dos millones que quedaron sin hogar.
Sin embargo, uno de los temas centrales de la campaña ha sido el de los refugiados, que se ha utilizado tanto por Erdogan como por la oposición para captar el voto ultraderechista de perfil anti-inmigración. Sin ir más lejos, el líder de la alianza ultranacionalista ATA, Sinan Ogan, candidato que cayó en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, ofreció su apoyo a Erdogan a cambio del compromiso de expulsar a los refugiados sirios devolviéndolos a su país de origen.
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Por su parte, Kilicdaroglu, que también llevaba esta medida de la repatriación en el programa, hizo de ella un tema central en la campaña de la segunda vuelta, lo que le llevó a pactar con el otro líder de ATA para conseguir atraer a sus votantes. Esto resultaba algo contradictorio, ya que la oposición ha recibido el respaldo del partido pro-kurdo, anatema para los ultraderechistas, que además sirvió a Erdogan para acusarles de tener vínculos con los terroristas kurdos del PKK.
El nacionalismo es una de las claves para entender no solo el resultado de estas elecciones, sino la sociedad turca. La presencia de partidos nacionalistas más o menos extremos se dio en todas las alianzas electorales. Además del discurso nacionalista explotado por Erdogan y Kilicdaroglu, líder del partido Partido Republicano del Pueblo (CHP), ambos candidatos tienen partidos de ultraderecha nacionalista en sus coaliciones, a los que hay que añadir la alianza de Ogan, cuyo apoyo resultaba clave de cara a la segunda vuelta.
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El centenario de Turquía
Erdogan ha declarado ante sus seguidores que su victoria electoral abre la puerta del "centenario de Turquía". En efecto, el presidente renueva su mandato cien años después de la fundación de la república turca por Mustafa Kemal Atatürk. "La ganadora de estas elecciones es toda la nación turca de 85 millones de habitantes", declaró Erdogan.
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Sin duda, el líder aprovechará este momento histórico simbólico para compararse con Atatürk. Sin embargo, lo cierto es que inicia su mandato con un país dividido, que además pronostica un futuro muy duro para los más de tres millones de refugiados sirios y cuyo discurso nacionalista deja de lado a la población kurda.
El papel de Turquía seguirá siendo clave a nivel internacional como miembro de la OTAN e intermediario con Rusia en la guerra de Ucrania. Además, Erdogan ha conseguido consolidarse como un actor clave en la región de Oriente Medio, donde mantiene buenas relaciones con muchos de sus líderes. Es de esperar que la proyección exterior del presidente siga en esta línea, aunque las relaciones con la Unión Europea y Estados Unidos no se estrechen como sí pretendía el programa de la oposición.
El reto de Erdogan va a ser gobernar para todos en un país polarizado, mientras que la oposición deberá mantener el pulso al presidente para evitar que los derechos y libertades se deterioren más y que la deriva autoritaria de Turquía se haga irreversible.